Salarios que no alcanzan, recorte de prestaciones, transporte público colapsado. Vivir para trabajar. Ésa es nuestra realidad. Movemos el mundo y no participamos de las grandes decisiones. Nos imponen la degradación creciente de las condiciones de vida. Basta.

Miriam Hernández, trabajadora de la UNAM Trabajadora del STUNAM

Sulem Estrada, maestra de secundaria Agrupación Magisterial Nuestra Clase y Pan y Rosas
Lunes 30 de abril de 2018
Estamos ante una nueva conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores. Un día que los empresarios y el Estado quieren hacer pasar como de “festejo” o “puente”. Pero la realidad es bien distinta. Tenemos muy buenas razones para recuperar este día como un día lucha, el mejor homenaje a quienes, hace más de cien años, pelearon por la jornada laboral de 8 horas.
1. Porque se perdieron las 8 horas de trabajo, 8 de esparcimiento y 8 de descanso, gracias a que los gobiernos aplicaron el recorte de prestaciones y avances de la reforma laboral, la educativa, la energética.
Para llegar a esto, los empresarios, las trasnacionales y los gobiernos de turno impusieron la modalidad de subcontratación (outsourcing) y los contratos de protección (de los intereses empresariales). Las trabajadoras y los trabajadores en México percibimos los salarios más bajos de toda América Latina.
2. Según un estudio del Observatorio de los Salarios de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y Puebla y el Instituto de Investigación para el Desarrollo con Equidad (Equide) –de enero de este año–, 51.7% de los trabajadores mexicanos estamos por debajo de la línea de la pobreza monetaria como resultado de los bajos salarios.
3. Así es que tener un trabajo ya no es garantía de tener recursos para subsistir. Es lo que nos sucede a las trabajadoras y los trabajadores de la UNAM, que para completar los ingresos debemos dedicarnos a vender comida, o dedicarnos al comercio informal, ejercer algún oficio, o de plano conseguir un segundo trabajo.
4. Gracias a la aplicación de la reforma educativa, a las y los maestros, se nos duplica y hasta triplican las horas trabajadas –depende el nivel educativo en el que laboremos– y para nada en beneficio de la “calidad educativa”.
A las clases frente a grupo se le suman interminables horas de preparación de las planificaciones –una burocrática creación de la SEP–, anuales, bimensuales y hasta semanales según la escuela. Además se cuentan la preparación de materiales y evaluaciones, más la calificación de cuadernos, trabajos y exámenes. Y no podemos dejar de mencionar la imposición de cursos de “actualización” para “mantener las plazas” y la preparación para la evaluación punitiva.
5. En el caso de los telefonistas, laboran al menos diez horas por día, cuando en el contrato colectivo se establece formalmente ocho. En instituciones estatales, donde muchas veces contratan a los trabajadores por honorarios (para no dar prestaciones), las jornadas de trabajo promedian también las diez horas diarias. Y la industria, se han dado casos de trabajadores que convulsionan frente a la línea de producción por laborar jornadas de 12 horas o más.
6. Mientras tanto, los jóvenes se ven orillados a empleos en call centers, donde las jornadas pueden ser más reducida, a seis horas, pero hay casos en los que no tienen ni un solo día de descanso. O los trabajadores de tiendas departamentales, cadenas de restaurantes, cafeterías y supermercados, donde a la extensión de la jornada laboral (y los bajísimos salarios) se le añade la obligación de rolar horarios cada día. Y cada vez, para todas y todos, está más lejano el derecho al retiro, a una pensión digna.
7. ¿Cómo llegamos a esta situación? Los ataques de los de arriba se aplicaron con el aval, directa o indirecto de los dirigentes sindicales, varios de los cuales se han reelegido hace décadas.
Es el caso de Carlos Aceves del Olmo, dirigente del Congreso del Trabajo y la Confederación de Trabajadores de México (CTM), de Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato de petroleros por 22 años, de Agustín Rodríguez, del Sindicato de Trabajadores de la UNAM, de Francisco Hernández Juárez, de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y líder del sindicato de telefonistas desde 1976, entre otros.
8. Sólo 9% de las y los trabajadores estamos sindicalizados en México. 91% no pertenece a ningún sindicato. 4.9 millones laboramos bajo la modalidad de subcontratación. Los dirigentes sindicales no sólo mantienen a la mayoría de las y los trabajadores en la parálisis. Abundan los casos –principalmente en el Partido Revolucionario Institucional (PRI)- de quienes llegan a ser diputados y/o senadores, y levantaron su mano una y otra vez para aprobar leyes antiobreras y entreguistas de los recursos de México.
9. Por eso, este Primero de Mayo para nosotras debe ser de combate y de reflexión. Es indispensable que los trabajadores y nuestras organizaciones nos movilicemos unidos en las calles y pongamos en práctica nuestros métodos de lucha, el paro y la huelga. Es necesario que les exijamos a las direcciones sindicales que se reivindican opositoras, como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el Sindicato de Trabajadores de la UNAM, que convoquen a la movilización en las calles y a lucha contra las reformas estructurales.
Hace falta democratizar y recuperar las organizaciones sindicales para luchar por nuestros derechos, los de quienes estamos sindicalizados y quienes no, los de quienes trabajan por honorarios, los subcontratados, los temporales. Porque estamos hartos de vivir para trabajar y queremos tener un horizonte de esperanza, donde nuestras vidas valgan mucho, mucho más que las ganancias de los capitalistas. Otro futuro posible que construyamos codo a codo, donde trabajemos para vivir y todos tengamos derecho al ocio creativo y al descanso.
10. Aquí y ahora, vamos por más. Porque los de arriba tienen sus partidos, sus representantes y deciden por las mayorías el rumbo del país en función de sus intereses mezquinos, viendo sólo por su propio beneficio. Ante esto, las trabajadoras y los trabajadores tenemos que hacer política, irrumpir en las calles, en las escuelas, en los centros de trabajo, proponer soluciones a los grandes problemas que nos aquejan –bajos salarios, precarización laboral, violencia contra las mujeres, militarización, crisis ambiental, del transporte y la vivienda.
Por eso, mientras el régimen busca canalizar el descontento social en las elecciones, es necesario que se escuche bien alto la voz de los trabajadores, las mujeres y la juventud. La voz de quienes movemos el mundo. Al servicio de esto es que ponemos la Plataforma Anticapitalistas al Congreso de la Ciudad de México, nuestra candidatura independiente, impulsada por el Movimiento de los Trabajadores Socialistas y la Agrupación de Mujeres Pan y Rosas. ¡Súmate a impulsar este gran proyecto!