No Hay Tiempo Que Perder se suma a las acciones de este sábado 15 de octubre en el marco de la semana europea contra el TTIP, CETA y TISA.
Sábado 15 de octubre de 2016
Los acuerdos de libre comercio que en estos momentos la Unión Europea está negociando con Estados Unidos (TTIP), con Canadá (CETA) y con 23 estados (TISA), busca establecer verdaderos tratados de “libre explotación” que responden a las aspiraciones del capital imperialista, con el objetivo de unificar el mercado de Estados Unidos y Europa. Un mercado que representa nada menos que el 60% del PIB mundial. Por ello algunos analistas y académicos lo llaman “la OTAN del comercio” o “el Leviatán atlántico”.
La idea de un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la UE no es nueva. El intento de establecer un acuerdo transatlántico entre ambos bloques se remonta a 1990 y las negociaciones entre el entonces presidente norteamericano George Bush, el primer ministro italiano, Giulio Andreotti, y el presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors. En 1998 hubo una nueva tentativa, pero no fue hasta 2007 que se creó el Consejo Económico Transatlántico. En febrero de 2013 Obama, Rompuy y Barroso iniciaron las negociaciones para un posible acuerdo.
Ninguno de los intentos anteriores llegó a un resultado, pero las consecuencias de esta política son evidentes. Para muestra basta ver los alcances del reciente Acuerdo de Asociación del Transpacífico (TTP por sus siglas en inglés) que regula desde normas medioambientales y laborales, protege la propiedad intelectual de las multinacionales, regula la propiedad de productos tecnológicos y farmacéuticos y la creación de instancias de arbitraje que, según sus críticos, erosionan la soberanía nacional de los Estados.
A través de estas políticas de libre comercio se intenta, en primer lugar, reforzar el poder de mercado de las empresas norteamericanas en el resto del mundo, que sólo buscan aumentar sus ganancias a costa de modificar relaciones laborales o aumentar la contaminación ambiental. Por ese motivo ya son rechazados por amplios sectores, entre los que se cuenten agrupaciones ecologistas, organizaciones humanitarias, sindicatos y partidos políticos, que se oponen al acuerdo por sus efectos sobre los estándares de calidad de los productos, el daño medioambiental por la falta de regulaciones, los impactos sobre los derechos laborales y la limitación de la soberanía de los países implicados.
Estos tratados, sin embargo, también responden a los intereses de las propias empresas imperialistas europeas, permitiendo una mayor libertad en materia laboral, aumentando el grado de explotación y precarización del trabajo, implementando más medidas neoliberales, así como la libertad de gestión de los servicios públicos.
La ofensiva de las transnacionales por imponer estos tratados, en el marco de la crisis que arrastra la economía mundial y especialmente la europea, no sólo es rechazada por los trabajadores y amplios sectores sociales que reconocen en ella un peligro inminente. También sectores capitalistas y de derecha -como las corrientes euroescépticas- cuestionan la pérdida de “soberanía nacional”, promoviendo salidas “nacionalistas” reaccionarias.
La ofensiva de las transnacionales muestra la impotencia de las salidas reformistas que buscan “democratizar” la UE, como plantean los impulsores del “Plan B” para Europa, Podemos en el Estado español o anteriormente Syriza en Grecia. En contraposición a las falsas salidas “nacionalistas” y la defensa abstracta de la “soberanía” europea, así como a la utopía reaccionaria de democratizar la Unión Europea del capital, la lucha contra las multinacionales y los capitalistas “nacionales” plantea la urgente cuestión de recrear un internacionalismo anticapitalista y de clase.
La resolución efectiva de los grandes problemas sociales y democráticos que tiene la mayoría de la población trabajadora no vendrá de ningún gobierno de los partidos capitalistas, ni de la democracia para ricos que representa el Régimen del 78. Por ello creemos que la pelea por un programa así debe hacerse en la perspectiva de acabar con el gobierno de los capitalistas y conquistar un gobierno de la clase trabajadora y los sectores populares.
De la misma manera, un programa de este tipo no cabe dentro de ninguna ilusión en la negociación o reforma de la UE. La pelea por una salida de este tipo llevará inmediatamente al choque con la Troika y los capitalistas del resto de países europeos. Por eso debemos pelear por él desde una perspectiva internacionalista, que busque la alianza con el resto de trabajadores y sectores populares del mundo, empezando por nuestros hermanos del continente, para que sea parte de la lucha por una Europa de los trabajadores y los pueblos contra la UE del capital y la Europa fortaleza.
* Publicado en la página de Facebook de No Hay Tiempo Que Perder