El 18 de mayo de 2020 a 7 meses de la rebelión popular chilena se llevó adelante la primera protesta popular contra el desempleo y el hambre. Cientos lucharon en la comuna de El Bosque denunciando las pésimas condiciones salariales y la escasez de alimentos. Piñera no logró derrotar la rebelión y aún está pendiente el desvío constitucional. A la crisis orgánica se le sumarán condiciones catastróficas. Las protestas contra el hambre no son nuevas. En 1982 y 1983 un rol importante cumplieron las Marchas del hambre, las ollas comunes, los cacerolazos y las Jornadas Nacionales de Protesta.
El proyecto político y económico de la Dictadura
La Dictadura Militar que inicia en 1973 tenía el objetivo de eliminar a la vanguardia obrera surgida durante los 100 días de gobierno de la Unidad Popular. El terror, la desaparición, la prisión y la tortura fueron los métodos sistemáticos de la Junta Militar hasta 1990. Aquella vanguardia que había reemplazado a los patrones cuando estos decidieron boicotear la economía en 1972.
La Dictadura era un proyecto capitalista primero político, y luego de cambios profundos en la economía y en el Estado. Desde 1975 Pinochet se inclina por los economistas neoliberales de la Universidad Católica e inician una serie de reformas de “shock”: liberalización cambiaria, privatizaciones de empresas estatales, rescates a grupos económicos y bancos.[1] Sin embargo esta economía en apertura se encontró con una crisis financiera externa que generó devastadores efectos sociales y económicos. Entre 1975 y 1980 esto generó una inundación de manufacturas externas y una diversificación de la producción, aún no ligada a la exportación. Se abrieron las primeras multi-tiendas (mall’s) y el crédito de consumo se extendió masivamente.
1981: huelgas obreras y Plan Laboral
El 25 enero de 1980 empieza una huelga en El Teniente protagonizada por 10 mil trabajadores, reunidos en 9 sindicatos por reajuste salarial. La empresa rechaza completamente un reajuste exigido por los trabajadores producto del aumento de los precios. La intransigencia empresarial mostraba que no había tiempos para compartir la riqueza, que se venían nubarrones en la economía y que Chile no era una economía sólida. El 1 de mayo de 1980, día del trabajador, 55 trabajadores fueron detenidos después de un acto del Comité Nacional Sindical y el Frente Unitario de Trabajadores, sindicatos de Panal e IRT. 37 de ellos fueron relegados.
El 4 de diciembre de 1980 termina la huelga en la fábrica de Panal, duró 60 días, sin resultados por parte de la empresa. La causal de despido del nuevo Plan Laboral vigente por 5 decretos de 1979, de autoría de José Piñera, facultaba un auto despido después de día 60 de huelga.[2]
Al año siguiente los Ministros de Trabajo y Economía autorizan el desahucio de 1200 trabajadores de Panal, cerrándose una histórica planta. Entre 1979 y 1982 se producen una serie de huelgas en la minería del cobre y el carbón, en la empresa metalúrgica de Madeco, en las textiles Victoria y el Panal, y en las empresas Sumar Nylon y Vinex39. Al terminar el año 1982, y fuera de los límites impuestos por el nuevo Código Laboral, los trabajadores de la central hidroeléctrica Colbún-Machicura realizan un paro por los bajos sueldos y el maltrato laboral. A pesar de que todas estas huelgas perseguían objetivos económicos demostraban su rompimiento con el proyecto económico del gobierno. La clase trabajadora industrial se reduce de un 26% a un 7,5% según datos del propio INE, era una resistencia indirecta a los cierres y al comienzo de la pauperización de la vida producto de la inflación.[3]
Según la historiadora Ana López, entre 1975 y 1981 el movimiento de trabajadores vive un proceso de lenta y difícil recuperación tras tres años de persecución y muerte de los dirigentes sindicales. [4]
Pinochet y sus ministros aceleraron las condiciones para la peor crisis de la historia de Chile
El 8 de enero de 1981 el Banco Central de Chile declara una deuda externa superior a los 11 mil millones de dólares, lo que convirtió a Chile en la deuda per cápita más alta del mundo. El endeudamiento era principalmente privado, de empresas con sus bancos, de bancos con bancos internacionales y de hogares con instituciones financieras.[5] Más tarde en abril Chile bate record de quiebras. La SOFOFA contó 427 quiebras de empresas, la paridad con el dólar seguiría aumentando las quiebras en 1982. A fines de 1981 en octubre se realiza la intervención de 4 bancos (entre ellos el Banco de Talca fundado por Sebastián Piñera), por irregularidades e inminentes quiebras por deuda con acreedores internacionales. Era la señal de que el mercado mundial estaba cerrándose y perdiendo liquidez. [6]
1982 La catástrofe económica es descargada sobre los trabajadores y el pueblo
En abril Pinochet realiza un cambio de gabinete. Sale Sergio De Castro y entra Sergio de la Cuadra (Hacienda), cesantía alcanza el 20%, luego en 1983 alcanza un 30%[7]. De Castro se había opuesto a intervenir la economía desde el Estado. El 10 de agosto estalla la Primera Marcha del Hambre. La consigna central fue “pan, trabajo, justicia y libertad”, miles en las calles centrales de la comuna de Santiago. 32 manifestantes detenidos. En octubre el tirano se auto apoda: “Pinochet, el general de los pobres”[8]
1983: el año decisivo, la irrupción de las masas sin estrategia y la sorpresa de los militares
En enero el ministro Rolf Luders decide intervenir 8 instituciones financieras (mayoría bancos) mientras continúan las quiebras. El 24 de marzo se lleva adelante la Segunda Marcha del Hambre, más grande que la primera, terminó con un saldo de 229 detenidos y el conflicto duró más de cuatro horas.
El 11 de mayo se realiza la Primera Jornada Nacional de Protesta, fue convocada por la Confederación de Trabajadores del Cobre. Anteriormente el 21 de abril sindicatos de Chuquicamata, El Salvador, El Teniente y Andina, realizan paros que rápidamente son disueltos por la militarización de faenas y campamentos mineros.
Tras esto convocan a una nueva manifestación pero “flexibilizando la forma de protestar”. Hubo ausentismo en transporte, educación, comercio. Se llevan adelante cacerolazos por todas las poblaciones y puntos de cada ciudad. Un ruido ensordecedor recorría por todo el país en horas de “toque de queda”. Once días después la CTC forma parte de la creación del Comando Nacional de Trabajadores (CNT) que aglutinó a todos los sindicatos que estaban dispuestos a enfrentar a la Dictadura y continuar las acciones de paro y protesta popular. Aquel 11 de mayo fue una especie de revuelta popular concentrada.
El 14 de junio de ese mismo año convocan a una Segunda Protesta Nacional aún más exitosa. Pinochet ordenó el arresto inmediato de sus dirigentes. Se registran 2 muertos. Luego el 12 de julio se lleva a delante una Tercera Protesta Nacional convocada también por el CNT. La protesta continúa durante la noche en principales poblaciones con barricadas y enfrentamientos con policías y militares, resultando 4 muertos. Estas tres jornadas fueron la demostración de que se había perdido el miedo producto del hambre y la muerte. ¿Comienzan las condiciones para una caída de Pinochet tras 10 años de la más cruenta tiranía?
La Junta Militar controla el país con cerca 18.000 soldados que por medio de un Estado de Sitio y toque de queda se enfrentan a las poblaciones, lugares de trabajo y estudio con toda la represión con la que contaban. No pudieron detener que los años siguientes continuaron las protestas.
El 25 de agosto de ese mismo año la oposición de partidos nucleados en la Alianza Democrática (Democracia Cristiana, Partido Radical y Partido Socialista de Núñez) acepta el diálogo con la Dictadura bajo la mediación de la Iglesia Católica.[9]
En septiembre nuevamente ocurren protestas que duran cuatro días, precedida por una nueva “marcha del hambre”, se combina nuevamente con cacerolazos y barricadas en las poblaciones. Se registran 9 muertos a manos de Carabineros.
En 1984 en dos ocasiones volvieron a ocupar el país protestas nacionales con otro saldo de asesinados. Pinochet sobrevuela Santiago y observa que hay fuegos por toda la ciudad. En noviembre decreta Estado de Sitio. En 1985 otras jornadas resultaron con 5 muertos. En 1986 se desarrolló la protesta más grande desde 1973 siguiendo el mismo repertorio de revuelta popular.
La potencialidad de la clase obrera y la ilusión de la revuelta permanente
Patricio Quiroga resumen bien las consecuencias de la primera Jornada Nacional de Protesta, esta enorme expresión de las masas expresó que “El disenso era posible, que los partidos políticos habían sido rebasados, que los movimiento sociales no tenían estrategia y que los militares habían sido sorprendidos”
El movimiento contra la Dictadura que se despliega entre 1982 y 1986 tuvo sus antecedentes en las huelgas obreras de 1981, todas por demandas sindicales, pero que contenían la rabia contra el régimen y resistencias a las quiebras, y se inicia con una actividad obrera dentro de faenas mineras en 1983 en El Salvador y Chuquicamata. Como consecuencia de ello la Junta militariza ambas minas y también los campamentos mineros de El Teniente y Andina. La primera convocatoria de 1983 fue a un paro nacional productivo. Pero en los siguientes días se hizo imposible convocarlo por la rápida reacción de los militares. También la clase trabajadora en general venía de casi 10 años de ataques, por un lado la represión de sus líderes, el cierre de empresas y la transformación de la economía que desestructura a la clase trabajadora de los años ’70.
Presionados por esta realidad la estrategia de sus dirigentes fue un llamado a la protesta nacional en poblaciones y al ausentismo. Los cacerolazos y la multiplicación de las ollas comunes, que logran alimentar a miles a través de la solidaridad. Sin embargo los trabajadores activos en la producción actuaron en forma diluida, por su desestructuración, por la militarización de lugares de trabajo y también por la política de sus direcciones. ¿En qué sentido? La estrategia inicial fue paro nacional y la no negociación con Pinochet. Se pedía la salida del dictador. El gran éxito de la primera jornada trajo como resultado el nacimiento del Comando Nacional de Trabajadores y que en vez de fortalecer la alianza obrera con las poblaciones (surgieron organismos como Comandos de Protesta y Movimientos por la dignidad que aglutinaban a desempleados, dueñas de casa, estudiantes) recurre al acuerdo con la oposición política. Principalmente la llamada “Multipartidaria” y el “Proyecto democrático nacional” (sectores de oposición democrática).
La estrategia de alianza con los partidos de la transición
Según Patricio Quiroga “el movimiento sindical, ajeno a la idea de negociación [con la Dictadura], intentó nuevamente la convocatoria de un paro nacional indefinido, con un consiguiente fracaso a consecuencia de la debilidad sindical, la censura, la represión y la defección del gremio del transporte. Pero, a pesar de los reveses había comenzado la transferencia de su capacidad de convocatoria hacia los partidos con la consiguiente reaparición de la competencia”[10].
Esto generó una transferencia de la dirección del movimiento a los partidos de oposición democrática. Los dirigentes sindicales de la DC y el PS, mantuvieron y apoyaron las convocatorias y se adhirieron a los diálogos que encabezó Gabriel Valdés de la DC (sucesor del asesinado Eduardo Frei Montalva). Dicho diálogo permitió cumplir el itinerario diseñado por el propio Pinochet para abandonar el poder pero manteniendo el modelo y la Constitución.
La potencialidad de los trabajadores, demostrada en su capacidad de convocatoria y las luchas obreras previas a las jornadas, ahora se vieron amenazados por la imposibilidad del paro nacional productivo (por lo menos en los siguientes meses de 1983) y la política de los dirigentes del CNT que termina adhiriendo a el Manifiesto Democrático, la base de la Alianza Democrática de la DC, el PR y el PS (fracción Núñez). Estos partidos tenían como estrategia la presión social pacífica y la negociación con Pinochet para poner fin a su régimen.
El origen del poder de Pinochet estaba en los grupos económicos monopólicos y en las empresas imperialistas. A medida que la cesantía se fue acrecentando el movimiento sindical no logró articular una oposición a la destrucción del empleo en los trabajadores activos. Si los trabajadores activos hubieran conquistado un paro productivo y se hubieran conquistado además una alianza entre los trabajadores activos y los desempleados, y todo el movimiento popular de pobladores es interesante preguntarse si ¿Pinochet habría caída a manos de la movilización de masas? ¿Habría cambiado la historia de transición pactada entre la Concertación y Pinochet? ¿Con eso se habría puesto en cuestión cada una de las leyes de la Dictadura? Por el momento no podemos afirmar o negar tajantemente ninguna de estas respuestas y deben ser materia de una investigación científica más avanzada sobre los fenómenos de la lucha de clases de los ’80.
El proceso declinó como vimos en una revuelta organizada en las poblaciones y en las calles, y sus dirigentes apostando por una alianza con partidos reformistas burgueses (como la DC y el PR) y partidos de izquierda que estaban renovándose como el PS. Hacer un repaso y reivindicar la lucha de clases de los ’80 es clave para hoy, pero este repaso no puede desatender su resultado estratégico que redunda en un atajo que desplazó del poder de decisión a los trabajadores y sectores populares. Allí el reformismo y la burocracia sindical tienen un rol en que la lucha de clases no madure y no tiende a la huelga general política la estrategia original del movimiento sindical contra la Dictadura.[11]
2020: por la unidad de pobladores, cesantes, trabajadores y juventud
Tras los hechos de El Bosque, una protesta de centenares de pobladores, trabajadores desempleados y suspendidos irrumpieron casi de forma espontánea, tal como lo hicieron las marchas del hambre por el centro de la capital en 1981. Pero la llave para que el movimiento se nacionalizara y expandiera por todo el país fueron los paros productivos en la minería y la unificación de las organizaciones sindicales en el CNT.
Tal como ocurrió en octubre y noviembre de 2019 la revuelta en sí no logró derrotar a Piñera, pero ahora a la crisis orgánica se le suma un componente catastrófico que podría transformarse en una combinación similar a la que ocurre en 1982. La pregunta es la misma ¿cómo se derrota la voluntad de los gobernantes y cómo gana la voluntad de los gobernados? Nuevamente los trabajadores pueden aparecer en escena sacando la lección que la fuente del poder son los resortes económicos y que toda alianza revolucionaria con pobladores y jóvenes pasa por la necesidad de un paro nacional contra la pandemia y la crisis económica dentro de la producción.
Para que la crisis no la paguen los trabajadores como lo hicieron en los 80’s y toda lucha no sea desviada hacia la reforma del régimen capitalista es necesario hacerse estas preguntas para obtener las lecciones necesarias. hoy por hoy un grupo de sindicatos de la ciudad de Antofagasta firmaron un documento con la idea de crear un gran movimiento contra las suspensiones, los despidos y el trabajo precario. El hambre comenzó a aparecer por tanto se hace más urgente que nunca. Hoy los trabajadores tenemos más oportunidades de resistir y dar una respuesta. En los ’80 la clase trabajadora estaba sufriendo una desestructuración y se organizaba clandestinamente. Y hoy tenemos el antecedente aún actuante de la revuelta popular de octubre de 2019. Es urgente además exigir a todas las centrales sindicales como la CUT que inicie un plan para un paro nacional de trabajadores ante la emergencia santiaria en los lugares de trabajo, por un aumento del presupuesto para salud y exigir con lucha la prohibición de los despidos y suspensiones.
Bibliografía
[1] Rodríguez Weber, Javiera, Desarrollo y desigualdad en Chile (1850-2009) Historia de su economía política, LOM Ediciones, Santiago, 2018., p. 251.
[2] Valdivia, Verónica Rolando Álvarez, "Platita poca pero segura. El Plan Laboral y la negociación colectiva: ¿origen de un nuevo sindicalismo en Chile? 1979-1985", en: Valdivia, Verónica y Rolando Álvarez, Karen Donoso, La alcaldización de la política. Los municipios en la dictadura pinochetista, LOM Ediciones, Santiago, 2012. p. 117-148.
[3] Boccardo, Giorgio, La clase obrera chilena durante la dictadura (1973-1989): transformaciones en su acción y estructura social, 2018, en: http://elporteno.cl/2018/12/03/la-clase-obrera-chilena-durante-la-dictadura-1973-1989-transformaciones-en-su-accion-y-estructura-social/
[4] López, Ana, Desarticulación y resistencia. Movimiento obrero y sindicalismo en dictadura. Chile y Argentina, 1973-1983, Tesis para optar al grado de Magíster en Estudios Latinoamericanos Universidad de Chile, 2013.
[5] Salazar, Gabriel y Julio Pinto, Historia contemporánea de Chile III. La economía: mercados, empresarios y trabajadores, LOM Ediciones, Santiago, 2002, p. 89.
[6] Torres, Pablo y Gabriel Muñoz. Historia de la crisis de 1982, una verdadera catástrofe económica y social sobre el pueblo, en: https://www.laizquierdadiario.cl/Historia-de-la-crisis-de-1982-una-verdadera-catastrofe-economica-y-social-sobre-el-pueblo
[7] Patricio Meller, Un Siglo de Economía Política Chilena (1890-1990), Versión Actualizada: Comentarios y Prólogos, Cieplan, Santiago, 2017.
[8] “Pinochet el general de los pobres, 15 de octubre de 1983", en: “1973-1987: Memoria de una Dictadura. Cronología de 14 años de pesadilla", en: Revista Análisis, Santiago, 1987, p. 47.
[9] “Comienza el diálogo, 25 agosto de 1983”, en: "1973-1987: Memoria de una Dictadura. Cronología de 14 años de pesadilla", en: Revista Análisis, Santiago, 1987, p. 47.
[10] Quiroga, Patricio, Las jornadas de protesta nacional. Historia, estrategias y resultado (1983 – 1986), en: Revista Encuentro XXI, 1998, pág. 44.
[11] Matías Maiello, La ilusión de la revolución a través de la revuelta, 17 de noviembre de 2019, en: https://www.laizquierdadiario.com/La-ilusion-de-la-revolucion-a-traves-de-la-revuelta
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