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Red Internacional
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Opinión. 20 de diciembre 2001: un día en que el Indec fue un refugio de resistencia popular

A veinte años de los hechos que se recuerdan en todo el país, la autora nos relata en primera persona las vivencias en una dependencia estatal a cuadras de plaza de Mayo. Militante de la Marrón Clasista y del PTS y junto a sus compañeros de trabajo fueron parte de la resistencia en Diagonal Sur.

Martes 21 de diciembre de 2021 13:14

Esa mañana llegamos temprano a la Plaza de Mayo. Casi sin dormir del día anterior pero sabíamos que teníamos que estar. Había gente que se había quedado desde la noche y otros más fueron llegando. Empezamos a encontrarnos también caras conocidas muchos laburantes estatales y en especial nos empezamos a agrupar los del INDEC, unos fueron directamente y otros se fueron de sus oficinas y vinieron hicimos una cadena para encontrarnos ahí.

Los primeros cantos decían "A donde está, que no se ve esa famosa CGT", "A donde está, que no está acá esa famosa CTA". De repente éramos cientos y llegaron ellas, las MADRES, a las que tantas veces habíamos acompañado en sus luchas y sus rondas. Ese era su lugar y ellos vinieron a sacarlas.

Llegaron con los caballos y los gases defendimos como pudimos entre los palazos y las balas de goma. Luego llegarían las de plomo. Para muchos laburantes era su primer encontronazo con la cana fuimos ayudando a que tomen aire y nos apostamos sobre Diagonal Sur. Llegaban nuevos contingentes. En general gente suelta que salía de los bancos, los ministerios o llegaban del sur del conurbano a sumarse. Había que pensar como volver a retomar la plaza porque ya sabíamos que en otros lados también estaban reprimiendo.

Los laburantes del INDEC entre idas y venidas hacíamos asambleas para discutir que hacer. La cúpula de UPCN seguro estaba en su sede de la Sociedad Rural de la que Andrés Rodríguez es socio y la dirigencia de ATE llamaba a esconderse. Había una revuelta contra su gobierno al que ellos habían apostado, se podía ser crítico, pero nunca levantarse en su contra. Se podía protestar, pero nunca pensar como ganar; se podía cortar una calle, pero solo un carril. Porque claro como M era peor que la Alianza (también su apellido empezaba con M y también le decían el innombrable) resultaba que si cortabas dos carriles le "hacías el juego a la derecha". No se si escucharon ese argumento alguna vez?

Pero las cosas estaban más allá y los laburantes del INDEC que ya habíamos sorteado en otras oportunidades a la burocracia y habíamos logrado la unidad por abajo tomamos por un rato las riendas del asunto.

Nuestro edificio se convirtió en el lugar donde guarnecer a los que peleábamos en las calles sean de donde sean. Mientras la dirección del instituto de la mano de quien dirigía la junta interna de ATE ponía el grito en el cielo e intentaba cerrar las puertas, pero no pudieron contra la solidaridad que se había desplegado. Y mientras niños y familias se refugiaban y otros tomaban un descanso para volver, los pibes de mantenimiento sacaban las mangueras para que sea menos sofocante ese día de calor abrumador.

Un poco de agua fue bienvenida en los cuerpos calientes de todo. Mientras los chicos del carrito de la comida repartían las botellitas de limón para los más lesionados por los gases, aunque no alcanzará para todos. Y así fueron las primeras horas de esa mañana en donde al grito de "Ahora" corríamos hasta la plaza. Recuerdo entre tantos rostros a Leticia en ese momento, nos apodaban las jefas de la hinchada. Entre esas idas y venidas algunos compañeros y amigos del INDEC no pudieron volver, pero siguieron combatiendo en la diagonal norte donde estaba mi partido el PTS, era la misma batalla.

Retomamos algunas veces y después nos fueron sacando mientras en la diagonal se mezclaba ese pibe medio yupi de corbata con la señora aquella que siendo ya mayor se había organizado con otros de sus hermanos desocupados. Entre los gases y corridas e intentos de retomar la plaza también se discutía a viva voz. Un señor que ya era veterano en los años 70 nos decía “sigamos, pero militarmente la plaza está perdida, nos están matando compañeros y por eso hay que seguir”.

Resulta que otro pibe joven, yo creo recordar que era de sociales, me dice si hacía o no hacía falta la huelga general y ahí en medio de ese pequeño combate callejero se asistía a discusiones que en ese momento eran las que primaban, si la espontaneidad alcanzaba y si la clase obrera era o no el sujeto de cambio social.

Y en el medio del día llega la rubia Bregman que venia del Banco Hipotecario (que bueno que hoy tiene más voz que en ese momento) y otro compañero Guillo que venia del Ministerio de Justicia y mi amigo Gus de Vialidad. Se había corrido la bola que en el INDEC nos estábamos agrupando, alguien solidario les abrió las puertas cuando ya era casi imposible volver a salir.

Más tarde la noticia de que De La Rúa había caído, se escuchaba en la tele de no sé ya que oficina, donde no sé cómo, tampoco habíamos terminado un montón todos juntos. Pero también la noticia se escuchaba con los ruidos del helicóptero que se lo llevaba, entre los zumbidos de balas y los gritos del "Que se vayan todos".

Gran parte de los trabajadores y trabajadoras del INDEC habíamos cumplido un pequeño rol en esta jornada. Cuando salimos ya de tarde casi las 19hs, los caballos se habían apostado sobre el monumento y esos policías, con que odio nos miraban.

Luego vendrían otras jornadas y nuevos acontecimientos de los que también algunos fuimos parte como las fábricas ocupadas, de las cuales Brukman y Zanon fueron un ejemplo y más que eso. Seguro haya un poco de romanticismo en mi posteo, pero también mucho de realidad, y en pequeño un símbolo del poder de los laburantes. Y conclusiones, muchas conclusiones. Con mi amiga Lía que recién empezaba a militar en esa época recordamos en estos días esa jornada. No fue mucho, ni tanto, ni tan poco. Pero fue una experiencia a flor de piel. Se vienen tiempos todavía más arduos y quizás mejores donde también haremos justicia por nuestros compañeros caídos en esos días.