Con el apoyo de miles de familias, escolares, profesores y profesoras del Cusco y Arequipa, la lucha por la educación continúa en las antiguas calles de la ciudad imperial.
Kevin Wright @kevouv
Miércoles 5 de julio de 2017 07:29
Foto: diario La República - padres y docentes en la Plaza Mayor de Cusco
Desde el día 15 de junio, los y las docentes del Cusco se encuentran en huelga impulsando diversos reclamos. Exigen, al Ministerio de Educación (Minedu) llegar a un acuerdo entre profesores y la delegación del Minedu para instalar las cuatro mesas técnicas y así atender el pliego de reclamos del magisterio: deuda social, remuneraciones, condiciones de educabilidad y aspectos jurídicos. Las familias y cientos de escolares salen a las calles a apoyar el reclamo. Las Asociaciones de Padres de Familia (Apafa) de las instituciones educativas exigen también la presencia de la ministra de Educación, Marilú Martens.
Por su parte, la principal funcionaria responsable y el ejecutivo, hacen oídos sordos a los pedidos de las y los trabajadores impulsando medidas burocráticas como la construcción de una mesa de diálogo con un equipo del Minedu a pedido del gobierno regional, en lugar de dar una solución urgente a la comunidad que se debe movilizar para obtener lo que le corresponde por derecho: una educación digna para sus hijos e hijas.
El multitudinario paro de los y las docentes en Cusco, junto al apoyo de sus colegas de Arequipa, se suma a la marea de protestas que se intensifican en el territorio peruano. La huelga nacional de los médicos presenta reclamos similares a la de los docentes (desfinanciación y desabastecimiento; problemas edilicios; recursos humanos), por otro lado, las huelgas programadas por el sector minero, son apenas una demostración de la fuerza potencial de la clase trabajadora que continúa siendo contenida por la burocracia sindical.
La Huelga General, por ejemplo, es una de las armas más poderosas en manos de la clase obrera en su conjunto. Es una fuerza que debe ser utilizada cuando las bases de cada sector productivo se ve sometida a las precariedades que los expone su patronal, sea ésta estatal o privada. Es el poder de visibilización más claro de las masas trabajadoras, como lo vienen demostrando las y los trabajadores del Brasil. Cuando el Estado burgués, las patronales, los bancos, los sindicatos, la policía y la prensa se unen, el trabajador queda muy pequeño ante semejantes “monstruos sociales”. Sin embargo, cada compañera y compañero trabajador del mundo unido, con conciencia a su par, podrá mostrarse más que cualquier gigante monopolio, más que cualquier gran ejército o Estado, más que cualquier medio de comunicación masivo y su fuerza, organizada, puede paralizar esas ganancias que siempre terminan en las manos de unos pocos.