En 2024 las masacres del estado sionista de Israel sobre Palestina y otras regiones cercanas mostraron que en el capitalismo la guerra imperialista no quedó en el pasado. Su contracara fue la movilización de jóvenes (y no tan jóvenes) en todo el mundo que no callamos ante un genocidio en directo al pueblo palestino.
Martes 31 de diciembre de 2024 06:44
La movilización de la juventud en las calles es algo que ha acompañado a generaciones. En 2024 hemos oído más de una vez en las movilizaciones por Palestina a gente muy joven decir que era su primera manifestación. En ocasiones es el caso de quienes despiertan a la vida política saliendo a luchar en solidaridad con el pueblo palestino. En muchas otras, es la misma generación que irrumpió a nivel internacional estos años en los movimientos de mujeres, antirracistas, LGBTI y algunas luchas de la juventud trabajadora. La indignación ante los bombardeos, la represión y la colaboración de los gobiernos imperialistas agitó las calles, las universidades y los institutos en solidaridad con el pueblo palestino desde Buenos Aires hasta Berlín, pasando por Madrid, Nueva York o París. Pero este movimiento muestra mucho más.
Palestina: un año de brutal genocidio y guerra en Medio oriente
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La solidaridad internacional con Palestina en los países occidentales tenía que pasar inevitablemente por denunciar el imperialismo de sus propios estados. Y es que los crímenes del estado de Israel no podrían llevarse a cabo sin la complicidad del imperialismo mundial. El financiamiento y el armamento de parte de EE.UU. y los estados europeos es fundamental para sostener a este verdadero gendarme del imperialismo en Oriente Medio. El genocidio palestino muestra el verdadero rostro del imperialismo occidental y la hipocresía de sus discursos de defensa de la democracia.
Red Internacional: "Del genocidio en Gaza a la escalada guerrerista en Medio Oriente"
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En un mundo donde hemos visto como se aceleran las tensiones imperialistas o incluso la guerra abierta como en Ucrania, así como una crisis de descontento social ante la desigualdad, el movimiento en solidaridad con Palestina ha sido este año una de las expresiones más importantes de esta rabia que brota desde abajo. También es una fuerza en la juventud contraria al crecimiento de la extrema derecha y las políticas imperialistas y racistas de los estados. Así, la generación que salió a luchar contra el genocidio al pueblo palestino incluyó en algunos casos más demandas y cuestionamientos a los capitalistas y sus gobiernos que iban más allá.
“Solidaridad con el pueblo palestino” implica combatir al imperialismo desde dentro
Junto a la denuncia del imperialismo, si algo distingue a esta juventud que viene peleando por Palestina es el antirracismo. Muchos de los que se movilizaron en 2024 por Palestina fueron parte del BLM en 2020 en Estados Unidos o en las protestas contra la brutalidad policial racista en 2023 en Francia.
Francia: crecen las movilizaciones por Palestina, un soplo de aire fresco en un clima reaccionario
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Los cánticos contra las restrictivas leyes de extranjería, el racismo antiárabe o las fronteras asesinas de la Europa fortaleza podían resonar junto a los gritos de “¡Palestina libre!” en decenas de ciudades, en los campamentos de las universidades o en marchas de estudiantes de secundaria.
Por una parte, pudimos ver como en algunos países los campamentos de las universidades incluían demandas como la exigencia de un alto al fuego inmediato, el fin de la ocupación y el genocidio, la ruptura de acuerdos y relaciones de las universidades con instituciones y empresas israelíes, así como con aquellas que financian la masacre. El movimiento denuncia también la complicidad de los gobiernos con el genocidio palestino y exige el fin del comercio de armas con el Estado de Israel. Pero no iba a detenerse ahí. Tal y como señalaban nuestras compañera y compañeros de Left Voice desde las acampadas por Palestina de Nueva York: “los campamentos también nos animaron a pensar en un nuevo tipo de universidad: una que sea gratuita, abierta al público, dirigida por profesores, personal y estudiantes para la clase trabajadora y los oprimidos.”
Entrevista: El movimiento estudiantil estadounidense y la lucha contra el genocidio en Palestina
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Extendiéndose desde Columbia a decenas y finalmente centenares de campus de todo el mundo, las acampadas universitarias por Palestina de 2024 recibieron todo tipo de reacciones. Algunas llegaban desde Rafah, en Palestina, donde tiendas de campaña de quienes se refugiaban de los bombardeos habían sido firmadas con el mensaje “Thank you students from Columbia”. Otras reacciones llegaron desde las propias instituciones universitarias, sistemas policiales y judiciales, que desataron graves episodios de represión contra el movimiento.
Por una parte, contra las acusaciones de antisemitismo hacia la solidaridad con Palestina por parte de diversos gobiernos, partidos de derecha o rectores de universidades, una juventud multirracial que incluía a personas de origen judío apareció para desmontar una mentira que se encontraba entre las justificaciones de la represión al movimiento. Por otra, las imágenes de la policía entrando a detener a decenas de estudiantes en la Sorbona de París, deteniendo activistas en Ámsterdam o Berlín o dejando más de 2500 personas arrestadas en Estados Unidos, causaron indignación en nuevos sectores de jóvenes.
Como señalaban entonces nuestras compañeras de la agrupación Waffen der Kritik (Armas de la Crítica) que estaba interviniendo en los campamentos en Alemania "la mejor protección contra estos ataques a nuestro movimiento de solidaridad sólo puede ser una ampliación del movimiento mismo. Debemos hacer todo lo posible para expandir el movimiento más allá de sus límites actuales. En las universidades, el mejor medio para hacerlo es la asamblea general, donde podemos reunirnos con nuestros compañeros de estudios y discutir cómo podemos luchar contra el genocidio y la complicidad de nuestra universidad". Así, más allá de los límites de la universidad se perfila la necesidad de confluir con más sectores en lucha.
La extensión de las acampadas a nivel internacional y la simpatía de sectores de trabajadores y activistas con las acampadas de estudiantes y la causa palestina fueron algunas de las claves de su impacto político. Las concentraciones y las tiendas de campañas llegaron también a las universidades de Valencia, Madrid, Barcelona, Zaragoza, Sevilla, para mostrar que la juventud no iba callar ante la complicidad de sus gobiernos con el genocidio al pueblo palestino.
Uno de los objetivos señalados en las acampadas era la ruptura de acuerdos por parte de las universidades con instituciones que se benefician de los crímenes del Estado de Israel. Así, los convenios de las universida-des españoles con la gran patronal no sólo pretenden modelar los estudios al ritmo de sus ganancias, sino que también tienen las manos manchadas de sangre. Pero esa misma denuncia se extiende al gobierno de PSOE y Sumar que las ampara y continuó comprando armas a Israel cuya eficacia es probada dejando escom-bros y cadáveres en Gaza. Así lo expresaba Pablo Castilla, portavoz de la Asamblea por Palestina de la Universidad de Barcelona y militante de la CRT y Contracorrent, al señalar que "la lucha que se está dando contra el genocidio y la complicidad de los gobiernos pueda ser la punta de lanza para oponernos al rearme y la militarización de las fronteras que defienden todos los Estados imperialistas".
El potencial de desbordar las universidades también era una clave para que el movimiento pudiera perdurar y arrancar victorias. Un ejemplo de esto fue la asamblea junto a trabajadores en la acampada por Palestina de la Universidad Complutense de Madrid en la que acudieron más de un millar de estudiantes, docentes, trabajadores de diferentes sectores, movimientos sociales y activistas y cul-minó en un multitudinario acto en las calles de la universidad. Momentos como estos marcan un camino para extender la solidaridad por Palestina entre la juventud y que escale hacia la unidad con la clase trabaja-dora.
Palestina es un símbolo de resistencia al imperialismo para millones
Por una parte, la solidaridad con el pueblo palestino se nutrió de la rabia ante la masacre de decenas de miles de personas, las noticias sobre bombardeos de hospitales o escuelas, así como de las poblaciones refugiadas en Líbano o Siria, en una agresión imperialista que fue escalando desde octubre de 2023, sostenida sobre 75 años de opresión colonial israelí. Pero también la solidaridad con Palestina ha presentado distintos aspectos de la lucha antiimperialista a lo largo del mundo.
El fantasma de Vietnam en el movimiento pro-palestino en EE. UU.
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La clase trabajadora en los países imperialistas está formada por millones de migrantes de primera, segunda y tercera generación provenientes de Medio Oriente o el Magreb, Asia y África, que sienten como propia la causa palestina. Muchos de ellos participan estos días de las movilizaciones. En este sentido, las campañas gubernamentales que pretenden criminalizar la solidaridad con Palestina son continuidad de las políticas racistas e islamofóbicas contra grandes sectores de la población trabajadora migrante.
Este clima se expresó en las enormes manifestaciones en solidaridad por Palestina en el Reino Unido. Mientras la derecha británica agitaba durante todo el año graves ofensivas racistas, las manifestaciones en solidaridad con Palestina mostraban el rostro de una clase trabajadora multiétnica con marchas históricas que llegaron a reunir hasta 800.000 personas en Londres. Los cánticos de “One, two, three, Palestine Will be Free!” no podían quedar desligados de una denuncia tanto al primer ministro conservador Rishi Sunak, como al presidente del laborismo Keir Starmer, ya que ambas fuerzas se niegan a llamar a un alto al fuego en Palestina y la región.
En el mundo árabe, donde gran parte de la población siente como propia la causa palestina, millones se han movilizado en los últimos días. Durante 2024 vimos masivas manifestaciones en Jordania (donde viven más de 2 millones de palestinos), Irak, Qatar, Líbano, Yemen, Pakistán, Egipto o Marruecos. Muchos analistas señalan que la causa palestina es la “herida abierta” de la conciencia nacionalista árabe y concentra un cúmulo de malestares y descontentos contra los agravios de Israel y el imperialismo en la región.
Pero este clamor se funde con cuestiones relacionadas con las propias condiciones de vida de una clase trabajadora expoliada en todo Medio Oriente. En momentos en que existe un profundo malestar por la situación económica, la inflación, los planes de ajuste y la degradación de las condiciones de vida, el creciente desapego de la población respecto de los gobiernos árabes es visto con preocupación por las burguesías y el imperialismo en la región.
Por una parte, el movimiento en los países centrales es clave para el triunfo de las masas palestinas. Pero también en Medio Oriente, la salida no vendrá de las burguesías árabes que han sido cómplices del imperialismo ni de regímenes reaccionarios cuya política no es la verdadera emancipación de los pueblos, sino de la lucha independiente de la poderosa clase trabajadora y los pueblos de Oriente. Y en un mundo interconectado la clase trabajadora que mueve el mundo puede jugar junto a la juventud un papel clave para parar la maquinaria de la masacre al pueblo palestino.
Jóvenes por Palestina y no tan jóvenes: la necesidad de unir a la clase trabajadora
Junto a las masivas manifestaciones en decenas de ciudades y las protestas estudiantiles, se dieron movilizaciones de otros movimientos sociales en solidaridad. Una tribuna de feministas en Francia impulsada por nuestras compañeras de Du Pain et des Roses decía ¡No en nuestro nombre! contra la instrumentalización de los derechos de las mujeres y la diversidad sexual para legitimar el proyecto sionista en pleno genocidio, un grito que también resonó en los Orgullos Críticos LGBTI de varias ciudades.
En este escenario se dieron en 2024 algunos momentos de acción desde las organizaciones obreras en solidaridad con el pueblo palestinos. La labor de las burocracias sindicales jugó un rol central para que el movimiento obrero fuera el gran ausente en esta pelea, una pieza clave para multiplicar la efectividad de la solidaridad con Palestina. Los ejemplos que sobrepasaron a esta contención son especialmente ilustrativos por ser sólo un pequeño destello del potencial de la clase obrera para parar la maquinaria de guerra.
Por ejemplo, el 27 de septiembre de 2024 el Estado español amaneció con movilizaciones en más de 60 localidades durante una jornada estatal de lucha convocada por los sindicatos CGT y Solidaridad Obrera, con el apoyo de diversas asambleas surgidas de las acampadas universitarias por Palestina y más de 200 organizaciones sindicales, sociales y políticas. Tal y como señalaba el comunicado de Contracorriente y pan y Rosas tras el 27S, “estas acciones de unidad obrero-estudiantil, que pueden parecer modestas, muestran la potencialidad que tiene el movimiento estudiantil para dar moral al movimiento obrero, para contagiar de combatividad a los centros de trabajo, donde las direcciones sindicales de CCOO y UGT tratan de que nunca haya movilización… ni por salarios, ni por mejores condiciones de trabajo, ni mucho menos por Palestina. Pero también para romper con todo corporativismo estudiantil, aprender de la lucha obrera y vincular las batallas que damos en las universidades e institutos a las reivindicaciones de la clase trabajadora.”
Después del 27-S. Un aporte al balance y las perspectivas del movimiento de lucha por políticas
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Durante 2024 hemos visto sindicatos que rechazan los envíos de armas a Israel en todo el mundo, desde Italia a Bélgica. La organización de Estibadores Portuarios de Barcelona (OEPB) decidió en asamblea bloquear toda actividad relacionada con el transporte de material bélico a Israel y Palestina. Cientos de trabajadores y activistas sindicales bloquearon importantes fábricas de armas en Inglaterra y Escocia. La Central de Organizaciones Sindicales de la India, que representa a 100 millones de trabajadores, emitió una declaración en la que decía que se negaría a un plan de exportación de trabajadores indios para sustituir a trabajadores palestinos. Ejemplos como éstos no se generalizaron, pero mostraron en pequeño que un sector de la clase trabajadora dice “no en mi nombre” frente al genocidio y la potencialidad de la unión entre trabajadores y estudiantes para la lucha.
En todo el mundo la juventud en 2024 actuó como una caja de resonancia. La unión de la juventud y el resto de la clase trabajadora puede ser una de las claves para que en 2025 la solidaridad con Palestina escriba nuevas páginas para acabar con la masacre imperialista del estado de Israel. El movimiento obrero tiene un papel central que desempeñar en la lucha para poner fin al asedio en Gaza, así como contra la financiación estadounidense de Israel, el fin de la ocupación y por una Palestina libre.
Una juventud de izquierda e internacionalista que se levanta junto a Palestina
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Este año en Estados Unidos, Francia, Estado español, Alemania, México, Chile, Argentina o Brasil, entre otros países las y los compañeros que forman parte de las organizaciones que impulsan la Red Internacional La Izquierda Diario participan activamente de los Campamentos en solidaridad con Gaza que se extienden alrededor del mundo. Las y los socialistas revolucionarios de la CRT y el resto de grupos hermanos de la FT-CI seguiremos luchando por desarrollar la solidaridad internacionalista en las calles disponiendo de nuestras humildes fuerzas con estas premisas.
La autodeterminación del pueblo palestino y la lucha por el socialismo
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Porque defendemos el derecho del pueblo palestino a la resistencia contra el colonialismo sionista y la perspectiva de lucha por una palestina libre, donde puedan vivir todos aquellos que deseen hacerlo, independientemente de su origen étnico o su religión. Pero esto solo puede ser posible desmantelando el estado genocida de Israel, poniendo en movimiento las fuerzas de los pueblos oprimidos de medio oriente junto a la clase trabajadora, contra el sionismo y el imperialismo, que abran el camino a la construcción de una palestina libre, obrera y socialista.
Jorge Remacha
Nació en Zaragoza en 1996. Historiador y docente de Educación Secundaria. Milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.