Mientras Sánchez asume la agenda de Vox, Podemos e IU se niegan a criticar sus amenazas y el envío de más de 1.000 policías para reprimir las protestas del 21D.
Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN
Jueves 13 de diciembre de 2018
Una de las grandes victorias del Front Nacional de Le Pen, sin haber logrado aún entrar en el Eliseo, fue que el PSF de Hollande adoptase parte de su programa y discurso contra los inmigrantes. Vox, en apenas un par de semanas, está logrando algo parecido.
Recuperar el “a por ellos” no es solo patrimonio del PP y Cs, también el gobierno del PSOE está decidido a llevar adelante un giro españolista que parece reditar la ofensiva del bloque monàrquico que inauguró el discurso de Felipe VI del 3-O.
En los últimos días hemos oído a ministros amenazar con aplicar otro 155, al PP y Cs exigir en las Cortes una nueva intervención aún más dura que la que llevó adelante el gobierno de Rajoy, cartas de tres ministros, en especial la del de Interior, en las que se amenaza con enviar de nuevo a la Policía Nacional y la Guardia Civil a reprimir manifestaciones y actos de protesta y este jueves se conocía que ya se prepara un contingente de 1.000 “piolines” para ocupar policialmente Barcelona durante la jornada del 21D.
Esta vez esta escalada represiva y recentralizadora no presenta como afrenta-escusa ninguna proclamación de independencia, ni un referéndum como el del 1-O. El bloque monárquico jalea reeditar su golpe de otoño de 2017 para poner freno, lisa y llanamente, a todo intento de protesta contra el juicio del 1-O, por la libertad de los presos políticos o por el derecho a decidir.
Toda esta jauría se enciende a partir de un corte de carretera y varias acciones de levantamiento de barrera en peajes de autopista. Una protesta completamente normal, de la que podemos encontrar cientos y miles de ejemplos en otros conflictos por reivindicaciones sociales, democráticas y laborales.
El problema no son pues lo métodos, por más que los medios y partidos del régimen quieran ridículamente venderlos como casi subversivos, sino el contenido. El Régimen del 78 no quiere más cuestionamientos a su Judicatura, su Constitución y su Monarquía. Que el 21D el Consejo de Ministros y Ministras sesione en Barcelona rodeado de protestas, por más que el derecho a manifestación sigue estando vigente, es inadmisible.
Por lo tanto lo que pueda pasar en las calles de Barcelona el próximo 21D significa un salto más en el curso represivo en el que está inmerso el Estado español desde los últimos años. El bloque monárquico se pone a la cabeza de una nueva operación Copérnico directamente para abortar simples manifestaciones.
¿Qué antecedente sentará esto? Si el 21D se naturaliza que el gobierno central puede intervenir cualquier otra administración y trasladar 1.000 antidisturbios para evitar manifestaciones democráticas, ¿qué pasará mañana si unos trabajadores quieren cortar la carretera para protestar contra el cierre de su empresa?; ¿y si se convoca una nueva huelga general con cortes de vías para tirar abajo una reforma laboral?, ¿o si los estudiantes de la UAB vuelven a cortar la AP7, como han hecho decenas de veces, para protestar contra las tasas?
Esta gravedad sorprende que pase totalmente desapercibida para los dirigentes de Unidos Podemos. En la sesión parlamentaria de ayer ni Garzón ni Iglesias entraron a cuestionar la “voxización” del PSOE. Más bien al contrario, siguen alentando ilusiones y reforzando su apuesta por una unidad de destino con los social-liberales, los mismos que han sido y son parte de quienes han echado gasolina a la hoguera del nacionalismo español en la que se ha forjado Vox.
Esta política recuerda a la oposición de palabra a la represión del 1-O y al golpe del 155 hace ahora un año. Entones Unidos Podemos no pasó de oponerse formalmente, sin llamar a ninguna movilización o ni siquiera una iniciativa parlamentaria para reprobarlo. En esta ocasión parece que han renunciado hasta a la “oposición de palabra”. Su apuesta por apuntalar al gobierno del PSOE, del que se ubican como ministros sin cartera, les lleva a mirar para otro lado ante un salto en la represión de la protesta social y democrática sin precedentes.
Las movilizaciones que se están convocando el 21D, lejos del discurso criminalizador al que se suman incluso sectores de los comunes, serán una muestra más de una aspiración democrática que no se ha conseguido aplastar: la de poder ejercer el derecho a decidir y, sobre todo, poner fin a una represión política que, además de los presos políticos y exiliados, supera ya el millar de encausados.
Lejos de esta posición cómplice con lo que pueda suceder el 21D, buena parte de la izquierda social y sindical catalana está llamando a participar en las protestas de ese día. La izquierda del resto del Estado, empezando por los sectores de IU y Podemos -como Anticapitalistas- que no compartan la línea de Garzón e Iglesias, debería solidarizarse activamente con estas protestas y convocar movilizaciones en defensa del derecho a la manifestación y contra las amenazas y represión.
Solo así se podrá soldar una unidad en la lucha contra un régimen que no solo se cuestiona desde el movimiento democrático catalán, como demuestra el movimiento de referéndum sobre la monarquía o las primeras movilizaciones contra el ascenso de Vox, el hijo legítimo del Régimen del 78.
Santiago Lupe
Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.