Desde hace 30 años que se declaró el “día de lucha por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe”. La lucha por el derecho a decidir en México y el mundo, sigue más vigente que nunca.
En noviembre de 1990 se realizó el V Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, en Argentina. En aquel espacio se llevó acabo un “Taller sobre el aborto” cuya conclusión fue sumar la lucha por este derecho a la agenda feminista, y establecer el 28 de septiembre como Día de la lucha por la despenalización del aborto en la región.
Desde aquel encuentro, e incluso en décadas previas, el reclamo por el derecho al aborto ha estado presente en las movilizaciones de mujeres. Pese a que la exigencia se expresa en las calles y generaciones tras generaciones se han movilizado por este derecho la mayoría de los Estados capitalistas y gobiernos en turno de la región continúan negándolo.
México también tiene una larga data en la lucha por el derecho al aborto. Desde la médica Ofelia Domínguez Navarro, quien presentó ante la Convención de Unificación del Código Penal, la ponencia titulada Aborto por causas sociales y económicas, impulsando por primera vez el aborto no punible en el país. Otro momento importante fueron las conferencias públicas entre 1972 y 1974, en las que planteaban que el derecho al aborto era un asunto de justicia social y salud pública, exigiendo una maternidad voluntaria; en ellas también incluían los reclamos del acceso a educación sexual y a anticonceptivos gratuitos para toda la población. Destaca también la Primer Jornada Nacional sobre el Aborto en 1976 convocada por el Movimiento Nacional de Mujeres.
A estos hechos le siguieron movilizaciones, jornadas de discusión y múltiples
publicaciones, impulsadas por organizaciones de mujeres y frentes feministas. Después de décadas, la lucha por el derecho al aborto vio su primer fruto en 2007, año en el que fue aprobado en la CDMX la despenalización del aborto; declarando el acceso a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) hasta las 12 semanas de gestación. Aunque era claro que la despenalización se había logrado a través de la lucha de las mujeres, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que gobernaba en ese momento la Ciudad, intentó adjudicarse ese logro.
Por otro lado, aunque en varios estados el aborto es permitido bajo ciertas causales (violación, riesgo en la salud de la mujer o malformación congénita grave), las autoridades estatales y sanitarias impiden que esto se efectúe.
13 años después
…
Tras la despenalización del aborto en la CDMX, la respuesta por parte de la iglesia y la derecha conservadora no se hizo esperar. El Estado y las Iglesias impulsaron una férrea campaña reaccionaria y clerical, acompañada de discursos de odio lgbt+. En diversos estados se aceleraron a aprobar leyes locales para “defender la vida desde la concepción”, que es un eufemismo para criminalizar a las mujeres por querer ejercer su derecho a decidir sobre sus cuerpos.
La gran mayoría de los estados votaron leyes que criminalizan el aborto. Encabezados por el derechista y conservador Partido Acción Nacional (PAN), tuvieron el aval del conjunto de los partidos capitalistas del régimen político. Esto de la mano de organizaciones eclesiásticas que, con un discurso de “derechos humanos” y “pro vida”, han impulsado la criminalización de las mujeres.
Fruto de esto se conformó, entre otras organizaciones, el Frente Nacional por la Familia, que no solo mantiene un discurso antiaborto, sino también discursos de odio contra la comunidad LGBT+. Estos sectores oscurantistas, también han desplegado campañas contra el derecho a la educación sexual.
Por otro lado, pese a que la despenalización del aborto en la CDMX fue una conquista en torno al derecho a decidir, lo cierto es que en 13 años se ha mostrado que es insuficiente, pues el Estado no garantiza que esta práctica sea segura y gratuita. Por un lado, actualmente son solo doce las clínicas y hospitales que brindan este servicio de forma gratuita, atendiendo de 15 a 20 personas por día, para una gran población que compone la CDMX.
Este servicio solo es gratuito para las habitantes de la CDMX, aquellas mujeres que asisten a las clínicas desde el interior de la república tienen que pagar por practicarse un aborto. No hay tampoco un seguimiento clínico, en la mayoría de los casos el procedimiento es por medicamento, ingieren una pastilla en la clínica y el resto del medicamento en casa, con el riesgo de tener complicaciones. Además de exponerse al hostigamiento de las organizaciones “provida” que se encuentran a las afueras de las clínicas y por parte del personal médico.
Pese a que esta situación se ha señalado, desde que se despenalizó el aborto en la CDMX las condiciones para ejercer este derecho no han cambiado. Incluso en los últimos años, la derecha no solo han votado leyes en contra de este derecho en el resto del país, sino que en la Ciudad la bancada del PAN ha intentado en múltiples ocasiones retrotraer la despenalización.
Después de 12 años de dicha situación en la CDMX, el 25 de septiembre de 2019 fue aprobada la despenalización del aborto en Oaxaca, que consistía en quitar del Código Penal la interrupción del embarazo hasta las 12 semanas de gestación. No es casual que esto se aprobó a pocos días de la convocatoria a una jornada nacional en el marco del 28S. La intención era mostrar una cara amable del régimen político para contener la marea verde, iniciada en Argentina, que había impactado de forma muy importante a México.
Hoy, a un año de la despenalización en Oaxaca, la situación para las mujeres en dicho estado no ha mejorado. Durante este periodo, se han registrado más denuncias penales contra mujeres que abortan, que ILEs. Aún hay mujeres presas por abortar y se ha denunciado que, pese a que ya no es un delito, no hay garantías para que las mujeres puedan acceder a este derecho de forma, libre, segura y gratuita.
Nuevamente, aunque la despenalización en Oaxaca, es el resultado de la lucha del movimiento de mujeres, queda claro que aún hay un largo camino que recorrer para que las mujeres puedan decidir libremente sobre sus cuerpos.
Las cifras de la clandestinidad
La situación del aborto en México es cada vez adversa para las mujeres. Esto se suma a la falta de acceso al sistema de salud en zonas rurales y de la periferia de las ciudades, los medicamentos para interrumpir un embarazo que esta alrededor de 600 pesos, es decir casi una semana con salario mínimo. A esto se suma la imposibilidad de realizar el procedimiento en casa si se convive con la familia, a la cual hay que ocultarle el aborto. Sumando a esto tener que ausentarse del trabajo para realizar el procedimiento y evitar secuelas. Es por ello que la clandestinidad del aborto afecta mayoritariamente a las trabajadoras más precarias.
Cada año son más las mujeres que mueren a causa de abortos clandestinos, mientras otras tantas siguen presas. Una situación que se profundizo en medio de la pandemia.
Previo a la crisis sanitaria se estimaba que al año se practican entre 750 mil y un millón de abortos clandestinos en México, lo que muestra que penalizarlo no lo impide, sino que impone que sea clandestino, exponiendo la vida de miles de mujeres. Para que dimensionemos la gravedad de la situación y lo insuficiente que es la despenalización en la CDMX, las cifras señalan que de 2007 a 2018 solo se han realizado 176,109 ILEs, esto representa una cifra mínima en comparación con los abortos clandestinos realizados anualmente.
Esta situación tiene como consecuencia que la cuarta causa de muerte materna en México son precisamente los abortos clandestinos. Aunque no hay certeza en la cifra exacta de mujeres que mueren a causa de esta práctica, según las cifras oficiales de 2002 a 2016, 614 mujeres murieron por abortos clandestinos. Por otro lado, México ocupa actualmente el primer lugar en embarazo adolescente a nivel internacional, mientras persiste un enorme déficit en el terreno de la educación sexual y el acceso de anticonceptivos gratuitos.
A esta compleja situación, se le suma las consecuencias que trajo la pandemia en materia de derechos sexuales y reproductivos. A nivel internacional la crisis sanitaria dejó un desabasto de anticonceptivos para millones de mujeres que acceden a ellos a través de la seguridad social. Especialistas han denunciado que esto significa una regresión de 40 años en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y que en América Latina más de 17 millones no pueden acceder a anticonceptivos en la pandemia. Esto debido a que el 60% de las mujeres los obtienen a través del sector público.
Tan solo en México el Consejo Nacional de Población (Conapo) estima que 1,172,152 mujeres sexualmente activas no podrán acceder a anticonceptivos en medio de la pandemia. A partir de esta grave situación, calculan que sumados a la cantidad de embarazos no planeados que ocurren año con año, habrá alrededor de 145 mil más, de esta cifra se estima que más de 21 mil embarazos no planeados se darán en jóvenes y niñas menores de 19 años.
Debido a lo difícil que se ha vuelto el acceder a un aborto seguro en medio de la pandemia, tanto por la falta de movilidad y recursos, así como por el desabasto de medicamentos como misoprostol en las clínicas de ILE, muchas mujeres se verán obligadas a continuar con sus embarazos o tendrán que practicarse abortos insalubres e inseguros, producto de la clandestinidad.
Esta situación afecta mayoritariamente a las mujeres trabajadoras y jóvenes precarizadas. Aquellas que no han tenido acceso a la educación, menos aún a educación sexual, o a anticonceptivos. Aquellas que no pueden pagarse abortos seguros en clínicas privadas o en el extranjero. Aquellas que por sus precarios contextos están más expuestas a la violencia patriarcal, abusos y violaciones que resultan en embarazos no deseados. Aquellas que sufren de abortos espontáneos en las líneas de producción a causa de las cargas laborales. Es por ello que afirmamos que sobrevivir a un aborto es un privilegio de clase.
La ofensiva de la derecha y oídos sordos en el gobierno
Con este telón de fondo, y en plena pandemia, la derecha aprovechó la ausencia del movimiento de mujeres en las calles para frenar los intentos de despenalizar el aborto.
Querétaro, San Luis Potosí y Guanajuato se sumaron a la lista de congresos locales que desecharon iniciativas para despenalizar el aborto, junto a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que, conformada por cinco personas, rechazó una iniciativa para quitar del código penal de Veracruz la interrupción del embarazo hasta la semana 12 de gestación. Esto después de que Hidalgo y otras entidades, previo a la pandemia, apuraran iniciativas que "defendían la vida desde la concepción", tras la despenalización del aborto en Oaxaca.
Por otro lado en nueve estados está pendiente la discusión en torno al PIN Parental, una iniciativa para coartar el derecho a la educación sexual, con la cual los padres o tutores tendrían derecho a veto sobre los contenidos educativos en torno a derechos sexuales y reproductivos impartidos en las escuelas.
Aunque esta ofensiva ha sido impulsada por el PAN, el PES y el PRI, el Morena también ha votado contra los derechos de las mujeres. Más allá de la retórica progresista de algunas de las figuras femeninas del partido en el gobierno, la discusión sobre la legalización del aborto parte aguas dentro de dicho partido.
Mientras la derecha avanza en los congresos locales, el Morena no ha hecho nada para frenarla pese a que tienen la mayoría en el congreso federal. Aunque hablan de enfrentar a los conservadores, no tienen ningún prurito en hacer alianzas con ellos cuando se trata de votar medidas reaccionarias como la implementación de la Guardia Nacional, que implica la extensión y profundización de la militarización.
El propio AMLO, ha pedido que no se discuta el tema del aborto, pues genera polémica, y son “más importantes” otros temas. Lo que oculta esto, es que más allá de las promesas de campaña de despenalizar el aborto, López Obrador no quiere introducir la discusión sobre este, pues no quiere confrontarse con la derecha ni con las iglesias. Ejemplo de esto es la alianza que sostuvo el morena con el PES en las elecciones que l e valieron la presidencia, misma que reimpulsó este partido vinculado a la iglesia evangelista, con una formación y orientación política profundamente reaccionaria.
Es muy claro que no se puede enfrentar a la derecha pactando con ella, y haciendo oídos sordos a la cruzada antiderechos que sostienen en los pocos estados en los que aún se mantienen en el poder.
Hasta que sea ley
Parece impensable que, en un momento de tal desarrollo en la ciencia y la medicina, y cuando el aborto es en sí una práctica segura, mujeres sigan muriendo año con año a causa de ello. Queda claro que la prohibición del aborto lo que hace es suprimir este derecho elemental a decidir sobre su propio cuerpo, y sujetarlo a condiciones inseguras e insalubres por practicarse de forma clandestina.
Por otro lado, y ante las propuestas de sectores del feminismo que apelan –como postura política– al acompañamiento individual de abortos caseros, creemos que no podemos concederle al Estado que no se haga cargo de garantizar el aborto legal y seguro en los hospitales, renunciando a levantar esta exigencia.
De ahí que no basta con la despenalización o que lo remuevan de los Códigos Penales. En tanto no esté garantizado el aborto, de forma segura y libre, en todas las clinicas y hospitales, –acompañado de educación sexual integral en todos los niveles educativos y acceso a anticonceptivos gratuitos– las mujeres trabajadoras y más pobres seguirán perdiendo la vida en abortos clandestinos, o no podrán acceder a ellos si no es gratuito.
A más de 100 años de la revolución rusa que dio grandes avances en el terreno de los derechos de la mujer entre ellos el aborto, mucho antes que en las democracias burguesas, y tras una larga trayectoria de lucha por la legalidad del aborto en todo el mundo, queda claro que la única forma de obtener nuestros derechos es con el impulso de un movimiento de mujeres independiente tanto de la derecha conservadora como del gobierno. Un movimiento que, en alianza con otros sectores, principalmente la clase trabajadora, conquiste este derecho como parte de la lucha por transformar revolucionariamente y desde la raíz la realidad y la sociedad .
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