Son seis ex prisioneros políticos que siguen en huelga de hambre seca en Santiago y otros tres en Concepción, reclamando por justicia y reparación.
Martes 14 de junio de 2016
Se trata de María Eugenia Briones, José Ortega Espinoza, Orlando Vásquez Ramírez, José Miguel Sánchez Jiménez, Carlos Valero Vargas y René Ulloa Márquez, quienes están en Santiago en la sede de la Central Unitaria de Jubilados, Pensionados y Montepiados (CUPEMCHI) en Barrio Brasil.
Los huelguistas han presentado varios problemas de salud, teniendo inclusive que ser internados durante algunas horas los días pasados. Mientras tanto, otros huelguistas se encuentran al costado de la Catedral de Concepción, en solidaridad y lucha por las mismas demandas.
Varias actividades de solidaridad se han realizado en apoyo a la huelga de hambre, tanto en el país como en el extranjero. Diversas organizaciones estudiantiles, políticas, de derechos humanos y sociales apoyan también las demandas.
Braulio González, presidente de la Coordinadora Nacional de Presos Políticos Salvador Allende, señaló que “El estado se niega a entregar la reparación a los torturados y los presos políticos”, por lo que una de las exigencias de los huelguistas, en representación de miles de ex prisioneros políticos y luchadores contra la dictadura, es verdadera reparación, para conseguir el aumento de pensiones e indemnización.
Según González, las demandas de los ex prisioneros se unen a otras demandas sociales, por lo que se busca “el termino del sistema porque nos aqueja a todos, este tema que nos tiene sin salud, que nos prohíbe la educación, que tiene con los derechos humanos todavía un tema no resuelto”.
Denuncian también la impunidad en los casos violación a los derechos humanos, no solo porque los torturadores están en su mayoría libres, sino además porque los testimonios que los denuncian y que fueron entregados a la Comisión Valech fueron guardados durante 50 años por una ley que instaló Ricardo Lagos.
La huelga de hambre en curso es una medida extrema que expresa la indignación y desesperación de miles de personas que lucharon contra la Dictadura, que enfrentaron la tortura, los golpes, la brutalidad de los militares y carabineros, que ven como la impunidad sigue reinando.
Lo cierto es que la Dictadura concluyó con los acuerdos entre la Concertación, la Derecha y los militares, que posibilitaron que gran parte de la herencia de la Dictadura quedara en pie, como la Ley de Amnistía, la educación y salud de mercado, el sistema de AFP, la libertad en la que murió Pinochet, entre otras cosas.
Hay que seguir luchando por justicia efectiva, con cárcel a todos los violadores de derechos humanos y sus cómplices, como también por verdadera reparación para quiénes sufrieron prisión política y tortura.