Se cumplen 10 años del asesinato de Mariano a manos de la patota armada por miembros de la Unión Ferroviaria, y las empresas estatales y privadas que manejaban el negocio de la tercerización contra el que peleábamos ese 20 de octubre de 2010, y desde comienzos de aquel año.
Lunes 19 de octubre de 2020 23:53
Entonces y ahora, el régimen político, los empresarios, y la conducción burocrática de los sindicatos atacan ferozmente el legítimo reclamo de los precarizados, de quienes tienen muy poco para perder y se lanzan a pelear por lo que les corresponde.
Son las víctimas estructurales de este sistema cada vez más injusto, precario e incapaz de resolver problemas profundos mediante parches. La zona sur de la provincia de Buenos Aires, entonces y ahora, como escenario principal de esos reclamos desesperados. Desde el PTS y sus agrupaciones, entonces y ahora, nos mueve un fin estratégico: la unidad al interior de la clase trabajadora, entre los efectivos, los tercerizados, los informales, los desocupados expulsados a lo más profundo de la miseria, como es tan patente ahora en Guernica.
Muchos de los miles que reclamaban en 2010, eran trabajadores precarizados de la UOCRA, que alternaban entre la tercerización, períodos de cartoneo, y los movimientos sociales donde percibían algún plan de miseria al estar desocupados.
En cualquier variante, vivían como podían. No les alcanzaba para nada. Al conquistar el pase a planta y un sueldo estable, muchos de ellos, que laburaban en el sector de "Vía y Obra" pudieron acceder a un terreno en el tercer cordón del conurbano, entre Almirante Brown y Presidente Perón. Sí, por ejemplo en Guernica. Gran parte de ese municipio recién se estaba loteando hace 10 años. A muchos hasta les eran cedidos los terrenos, si tenían a alguien más o menos conocido en la municipalidad, y con esfuerzo y tiempo, levantaban luego sus viviendas. Lo que ahora es demonizado y criminalizado por el gobierno, pese a la brutal crisis social y económica que mantiene en la pobreza a la mitad de la población al día de hoy.
También entonces, los reclamos de las y los precarios, eras deslegitimados por el Estado y sus funcionarios con gordos sueldos, que intentaban desmovilizarlos con promesas. Afirmaban que estaban manejados por la izquierda, y que se buscaba un muerto para “tirarle” al gobierno. Cada lucha álgida, que expone demandas estructurales de la población, encuentra a la izquierda apoyando, y al Estado del otro lado que como nada ofrece, se tensan los conflictos al extremo. La única salida que contempla el régimen es la represión, y por ello prepara el camino con el perverso discurso de que “la izquierda busca un muerto”. Se lo oye en Guernica, se oyó antes de los asesinatos de Darío y Maxi en Avellaneda, se oyó en el Indoamericano, y por supuesto se lo oyó antes del 20 de octubre de 2010. No se atreven a decir que el reclamo es ilegítimo, o exagerado, pero… no lo solucionan y atacan a quienes reclaman.
La pelea, en contrario a lo que planteaba el gobierno de aquel entonces, no era de la "ultraizquierda" con fines desestabilizadores, sino un reclamo genuino contra los despidos y la precarización laboral. El asesinato de Mariano se cometió contra los trabajadores, la izquierda y ese reclamo. Y fue a manos de la mafia empresaria y sindical, al amparo del gobierno con el que se repartían los negocios. Actuaron asociados a la policía. Ese 20 de octubre nos reprimieron juntos. La patota ferroviaria atacaba desde el terraplén de la estación Yrigoyen, en Barracas. Y la policía nos disparaba desde atrás a quienes veníamos marchando con los tercerizados desde Avellaneda. Mas tarde, liberarían la zona para permitir el ataque final de la patota.
Entre Guernica y aquel conflicto, no solamente coincide el discurso contra la izquierda por parte del gobierno. También se repite la búsqueda estatal de dividir al movimiento que reclama, ofreciendo algunos parches para alguno de los sectores, enfriar el reclamo con promesas vagas para “más adelante”, de forma que el reclamo quede reducido a la menor expresión posible y entonces atacar frontalmente. En Guernica el episodio aún esta abierto, pero es una de las opciones con las que amenaza el gobierno, tras afirmar que son pocas las familias que mantienen el reclamo en el predio ocupado.
La lucha del Roca había comenzado a principios de ese año. Un gran registro de todo el proceso puede encontrarse en el documental Rieles de Rebeldía. Comenzaban a agruparse algunas decenas de despedidos en el local del PTS de Lomas de Zamora, en la calle Boedo al 700 junto a los ferroviarios efectivos de la entonces Lista Bordó del Roca (actualmente Naranja Nacional). Se juntaba dinero para que pudieran aguantar en la pelea por la reincorporación y el pase a planta permanente. Como represalia a esa organización embrionaria, comenzaron los despidos y traslados en Ecocred, la tercerizada de limpieza vinculada al segundo de Pedraza, el Gallego Fernández, condenado con aquel a 18 años de prisión por el homicidio de Mariano.
El pleno legal, supeditado a la lucha de clases
Varios abogados/as del CeProDH (Centro de Profesionales por los Derechos Humanos) tuvimos el orgullo de acompañar la lucha desde el primer momento. Más allá de encarar legalmente el rechazo a los traslados persecutorios, fue muy poco lo que se dirimió en el plano estrictamente legal, sino que más bien se discutían y refrendaban actas en el Ministerio de Trabajo de la Nación, o la Secretaría de Transporte, que expresaban la fuerza de la cual gozaba el movimiento de tercerizados en cada momento.
Tras las primeras concentraciones y bloqueo de boleterías en el hall de Plaza Constitución, presentamos una denuncia ante el Ministerio de Trabajo, dando cuenta de las condiciones desiguales de labor, de estabilidad y de salario que separaban a quienes debían estar unidos: los ferroviarios efectivos y los tercerizados. No podían ignorarlo, obviamente. El entonces ministro de Trabajo Carlos Tomada era amigo de Pedraza y ex abogado de su sindicato.Los audios de conversaciones entre ellos que trascendieron en la investigación del homicidio de Mariano, son categóricos. En ellos, conspiraban para “hacerles la cabeza” a los tercerizados que habían logrado el ingreso a la planta permanente, porque “no todos eran del PTS”.
Acompañamos al proceso desde comienzos de 2010 por más de un año. A mediados de 2011 terminaron de efectivizar a la totalidad de los mil quinientos ex tercerizados del Roca, y otros casi dos mil entre las líneas Belgrano Sur, San Martín y Belgrano Norte.
Para que se concretaran esos ingresos, los tercerizados debieron mantenerse en lucha por meses, con cortes de vías en Chacarita, en Pompeya, o nuevamente en Avellaneda ya que la intención del gobierno era que ingresaran apenas 600 del Roca y muchos menos aún de las otras líneas. Querían dejar afuera a todos los del sector de brigadistas.
La organización de la lucha
En la pelea del Roca, tuvimos no pocos debates con otras organizaciones políticas que se fueron sumando a las asambleas y planteaban que había que ir ya mismo a cortar las vías, aunque fuera con pocos ferroviarios pero supliendo con militantes de las organizaciones que apoyábamos la lucha. Otros planteábamos que había que seguir recorriendo los ramales, llegar a organizar la mayor cantidad de los tercerizados (había 1500 en el Roca) y preparar una enorme medida que gozara de legitimidad y que fuera imposible de desconocer por las autoridades.
Afortunadamente se impuso esta última lógica, y el 21 de julio, una vez pasado el Mundial de Fútbol de 2010 que se comía la atención de la opinión pública, acompañamos en las vías de Avellaneda un corte de unos 500 ferroviarios tercerizados, que duró desde las 11 de la mañana a las 7 de la tarde. El reclamo se instaló ante los ojos del país. Le arrancamos a los funcionarios de la Secretaría de Transporte, de origen sindical, el compromiso de abrir un proceso de negociación sobre los reclamos más sentidos: “Ningún despido. Todos a planta permanente”.
Para poder hacer ese corte de vías de manera exitosa, se votó en las asambleas previas que haríamos un nuevo acto frente a las boleterías de la estación Constitución, presentando ante UGOFE (la administradora que gestionaba el Roca, el San Martín y el Belgrano Sur tras la caída de la concesión desastrosa de Sergio Taselli) las demandas de los tercerizados, las cuales fueron ignoradas abiertamente. Ello, sumado a la denuncia desatendida en el Ministerio de Trabajo, daban legitimidad a los trabajadores para ir a las vías a arrancar esas demandas desoídas. Se anunció que la acción sería días después del 21 de julio, para no tener que enfrentar la militarización de la estación Avellaneda ese día.
Antes de las 11 de la mañana del 21 de julio, numerosos grupos de tercerizados fueron llegando a los alrededores de la estación Avellaneda (rebautizada ya entonces como “Darío y Maxi”). Una delegación de la Policía Federal fue advertida de los movimientos “inusuales” y vino a consultarnos sobre las intenciones de los allí presentes y la oferta de un canal de diálogo, para intentar ganar tiempo y cerrarnos el paso. Ya era tarde: sin dudarlo, las vías fueron copadas por más de quinientos ferroviarios tercerizados durante toda la jornada y las organizaciones políticas y sociales que acompañaban.
Más allá de amenazas de represión que no lograron sacar de las vías a los ferroviarios, la negociación que se abrió entonces, arrojó el logro parcial de un aumento salarial en algunas de las empresas tercerizadas. También se abrieron audiencias por empresa para evaluar reincorporaciones de los despedidos. Esto era planteado en un marco más amplio por el gobierno, y la secretaría de transporte de Juan Pablo Schiavi y Guillermo Luna (funcionario proveniente del gremio de maquinistas La Fraternidad. Su hijo fue visto entre la patota asesina el 20 de octubre). Exigían en esa propuesta de acuerdo, que el movimiento de los tercerizados se comprometiera a la "paz social" durante los meses que duraran esas mesas de negociación, sin siquiera una promesa concreta de reconocer el pase a planta de los ferroviarios que hace años trabajaban tercerizados.
Se realizó una asamblea en el local de ATE Sur para evaluar esa propuesta, y un sector en ese momento mayoritario, influenciado por sectores peronistas y el cuerpo de delegados del Sarmiento, votó que se acepte esa propuesta a libro cerrado. Al momento de firmar esa acta en el Ministerio de Transporte, Andres Padellaro, representante por los tercerizados de limpieza de la empresa Ecocred y militante del PTS, planteó ante Luna que era inaceptable incluso por una cuestión de principios aceptar la desmovilización. Luna desesperó y tras algunos llamados, aceptó quitar dicha cláusula. Se demostraba que el movimiento podía arrancarle más al gobierno que un aumento para sólo una parte de los tercerizados.
La maniobra del gobierno, no obstante, era separar a los despedidos (siempre más dispuestos a radicalizarse) de los 1.500 tercerizados aún en funciones. Al cabo de semanas, sólo 10 despedidos de la contratista Herso, entre más de cien despedidos, eran reinstalados en las tercerizadas. Durante dicho lapso, la mayoría de la asamblea influenciada por los sectores mencionados antes, eligieron no llevar a cabo medidas. Del pase a planta, además, ni noticias, ni una reunión. Solo ese aumento para algunos, buscando que se olvidaran del reclamo.
Por ello, la lucha volvió a escalar tras algunas semanas, primero con una nueva protesta en Constitución el 6 de septiembre, votada por mayoría en asamblea, pero el sector que se oponía a las medidas, y las corrientes de izquierda, con excepción de los ferroviarios del PTS, no se hicieron presentes a acompañar a los tercerizados.
El acto fue atacado y disuelto por la patota de Pedraza, la Policía, y algunos barrabravas luego partícipes del crimen de Mariano, como Cristian Favale. Ese día, se dio un didáctico “debate” en vivo a empujones ante las cámaras de TV. Tercerizados de la Cooperativa Unión del Mercosur -propiedad de Pedraza- reclamaban y mostraban sus carnets de afiliados a la Unión Ferroviaria. Pablo Díaz, el tercero en jerarquía de la Unión Ferroviaria en el Roca, condenado por el homicidio en 2013 también a 18 años en el juicio, les decía que eran como albañiles que iban a pintar una casa y pretendían quedarse a vivir. El detalle es que esos “albañiles” hacía años que realizaban tareas normales y habituales, de modo sistemático, propias del convenio colectivo ferroviario, pero por un tercio del salario. El resto, se lo quedaban esos empresarios y “sindicalistas”.
Nos sacaron a golpes y empujones ese día del hall de la estación, entre la policía y la patota. Era claro que el movimiento había sido dividido momentáneamente, y se encontraba mas débil. Mientras tanto seguían sumándose a las asambleas nuevos tercerizados de empresas fantasmas, desconocidas hasta el momento. Para ese entonces ya se conocían 14 tercerizadas en la Línea Roca,. Algunos eran contratados para refaccionar una lejana estación, y luego los hacían trabajar (pagados por el Ferrocarril) en las quintas y viviendas particulares de los funcionarios de UGOFE, o de Transporte.
La justeza de la causa que acompañábamos, y la fuerza de la asamblea nos reafirmaba en la pelea, y en los momentos de reflujo, organizábamos actividades de “fondo de lucha” para los que seguían despedidos. Así como el movimiento se amplió y al poco tiempo de iniciado se decidió que las reuniones y asambleas pasaran del local del PTS al de ATE Sur de modo de no limitar la dirección de la lucha a una organización, también se admitió que otras corrientes políticas sumaran sus abogados. Luego la asamblea de tercerizados, tras el crimen de Mariano, votaría la expulsión de esos nuevos abogados que junto a la organización a la que pertenecía Mariano, habían firmado actas sin consulta a la asamblea, en las cuales se reconocía el ingreso a planta permanente de sólo unas decenas de compañeros despedidos.
Claramente estaba planteado que ingresaran los 1.500, como sucedió finalmente. Ya se habían visto imágenes muy fuertes, con muchos tercerizados llorando en las puertas del Ministerio de Trabajo el 21 de octubre de 2010, cuando el Ministerio de Trabajo tuvo que recibirnos por primera vez tras el multitudinario repudio por el crimen de Mariano, y se intentaba firmar un acta similar que marginaba a casi todos. No querían volver al día siguiente a las tercerizadas bajo regimen de la UOCRA, de donde se habían retirado en masa ese día contra las amenazas de la UOCRA, para marchar por Mariano y el pase a planta permanente.
Los ataques a la izquierda
La lucha de 2010 y el crimen de Mariano Ferreyra tuvieron lugar entre el fin de las concesionarias menemistas allá por 2006 en las líneas Roca, San Martín, y Belgrano Sur, y la masacre de Once en 2012, con el grupo empresario Cirigliano que manejaba un FFCC Sarmiento cada vez mas tétrico mientras desviaba los subsidios para alimentar las líneas de colectivos que hacían el mismo recorrido que el ferrocarril, mientras éste se interrumpía o demoraba a diario.
Aún luego de asesinado Mariano, se siguió demonizando a la izquierda, se detuvo o abrió causas a quienes protagonizaban distintos cortes para terminar de arrancarle lo que correspondía al gobierno. Hasta vivimos una conferencia de Nilda Garré a fines de diciembre de 2010, en la que acusaba a ferroviarios identificados con el PTS y el PO de generar incidentes en las estaciones por la cancelación del servicio. Señalaron a compañeros que estaban de vacaciones fuera de Buenos Aires, o en cualquier otro lado menos allí.
En ese momento no reparamos que esa "base de datos" de militantes con la que contaba la ministra para revolear acusaciones sin sustento, era quizás producto del luego famoso Proyecto X que un año después saldría a la luz denunciado por Myriam Bregman y el CEPRODH, por las causas que armaban a activistas obreros, sociales y políticos. Una de esas tantas causas contra los delegados gremiales de Kraft Terrabusi, se abrió el propio 21 de octubre de 2010, en repudio al crimen de Mariano cometido el día anterior, también armada gracias a la base de datos del Proyecto X que vinculaba a la comisión interna de Kraft y otras fábricas de la zona norte industrial, con toda protesta que tenía lugar sobre la Panamericana.
Los precarizadxs de 2010 y de hoy
Logrado el pase a planta, continuábamos construyendo nuestra agrupación sindical entre centenares de esos compañeros ex tercerizados ahora efectivos. Pasaron a cobrar un salario entre dos y tres veces mayor al tercerizado. Ese era ni mas ni menos que el negocio que defendían a sangre y fuego Pedraza, los empresarios de UGOFE y los sindicatos. Cada semana comíamos o tomábamos mate con algunas de esas familias ferroviarias, en Glew, Alejandro Korn, Guernica, La Yaya, o en Barrio Lindo. Charlábamos sobre cómo enfrentar a esa burocracia asesina, y sobre la construcción de un partido político que expresaba esas luchas. El cambio en las condiciones materiales de vida de 3.300 trabajadores mediante la lucha apoyada por una organización con una estrategia clara, lo corroboraba. Decenas de ellos hoy son orgullosamente parte del PTS o de la agrupación sindical que impulsa.
Con el salario fijo, más alto, y estable, comenzaron a levantarse sus casas de material, con paciencia. Venían de laburar en la UOCRA y podían encararlo con sus manos. Hoy terrenos como esos son directamente inaccesibles. Los mismos sectores precarizados, no pueden ni pagar el alquiler de una habitación. Los barrios construidos próximos a la toma, se levantaron por esos años. Y fueron productos de tomas de tierras ociosas también, por el 2009, algunas más acá, otras antes.
Son los precarizados que luchaban por el pase a planta hace 10 años. Son las y los precarizados eternos, cada vez más profundamente precarios. Ni en esos años de bonanza económica los gobiernos resolvieron las carencias de millones. ¿Qué les queda ahora en esta crisis bestial? Son muy pocos las y los asalariados que actualmente pueden acceder a la compra de un terreno.
Hay patrones comunes: problemas estructurales irresolutos por parte de este régimen. El ataque y la deslegitimación de la lucha y de quienes la acompañan, con promesas, mentiras, palos y patotas si es necesario, como ya vimos en varias tomas del conurbano en las últimas semanas.
Y sobre todo, la lección tallada en piedra que dejó aquella lucha de hace 10 años: la conquista de los derechos se le arranca al Estado y a los gobiernos con la organización y la lucha, como decíamos en aquel 2010 en las asambleas del local del PTS y luego de ATE Sur, y como retumba ahora en la Toma de Guernica, en La Bibiana de Moreno, en Los Ceibos, en el Hotelito de la 31, en La Plata, en González Catán, o en Rafael Castillo.
A diez años del crimen de Mariano, militante del Partido Obrero, a manos de una patota dirigida desde el Estado, vale redoblar esas lecciones. Honramos su memoria luchando junto al pueblo precarizado de hoy.