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Red Internacional
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OPINIÓN. A 16 años de la muerte de Rodrigo: la yerba mala que nunca muere

Viernes 24 de junio de 2016

Hijo de un padre productor musical y de una madre compositora, ambos tenían a su vez el oficio del canillita. Rodrigo se crió dentro del ámbito del cuarteto cordobés. Apenas con dos años de vida y de la mano de su padre biológico y de su padre adoptivo La Mona Jiménez, el potro hizo su primera aparición pública en el programa “Fiesta de Cuarteto”.

Si bien durante sus primeros años de trayectoria se inclinó hacia el Rock –como delata su primer CD “La foto de tu cuerpo”- finalmente descartó este género que no le ofrecía mucho éxito para dedicarse exclusivamente al cuarteto.

En 1988 presentó en Buenos Aires el disco “Aprendiendo a vivir” en el Fantástico Bailable donde se consolidó como cantante reconocido entre la movida de la música popular. En 1996 firmó contrato con la compañía Magenta Discos, lanzando “Lo mejor del amor”, ejemplar que recorrió radios argentinas y boliches tropicales invitando a bailar en pareja, tararear los temas y de vez en cuando hacer el famoso ademán con las manos juntas que ideó la Mona.

En 1999 lanzó el albúm grabado en vivo en S’Combro Bailable “Cuarteto característico/ a 2000”, el cual dio lugar a la gira que inició en el Teatro Astral y culminó un año después con 13 conciertos consecutivos en el Luna Park a sala llena.

Los temas que compuso a lo largo de su carrera describieron situaciones que atravesaban los pibes pillos como él, de barrio, de la bailanta. La mayoría sobre romances donde alguna mujer se llevó de su vida lo mejor; algunas de infidelidades donde él dejaba a su esposa y ella a su marido para matarse en un cuarto de hotel.

Pero también fueron hitazos las letras que describían problemáticas que puede atravesar hoy en día cualquier joven, como aquella adolescente de 15 años que quedó embarazada y cuando se lo dijo al que sería el padre, éste voló y voló. O cuando relata la terrible historia del femicidio de una niña de 9 años y se pregunta reiteradas veces ¿Quién le puede explicar? ¿Quién le va a devolver la vida de su hija? O cuando representó en canción las desigualdades sociales y los prejuicios familiares de clase alta que no podían entender cómo una chica de estudios se enamore de un pibe de barrio que nunca tuvo un cospel.

Rodrigo logró ser el máximo exponente del cuarteto en el país durante los 90. Miles de jóvenes se identificaron con sus temas, los bailaron, cantaron y visitaron el santuario que familiares, amigos y fans hicieron en el lugar del accidente fatal. Hoy, luego de 16 años, los temas del Potro siguen sonando en las bailantas y boliches, en los festejos y festivales cordobeses. Su ritmo y simpatía invitan a bailar o, como mínimo, a tomarse un vino sin soda, porque así pega más.