A 20 años del tsunami del océano Índico, comunidades conmemoran a las víctimas mientras se reflexiona sobre la desigualdad frente a este tipo de eventos. La falta de preparación, la pobreza y una infraestructura inadecuada crearon el escenario perfecto para el desastre.
Jueves 26 de diciembre de 2024 09:31
El 26 de diciembre de 2004, el mundo fue testigo de uno de los desastres naturales más devastadores de la historia reciente. Un terremoto de magnitud 9.1, con epicentro frente a las costas de Sumatra, Indonesia, desencadenó un tsunami que impactó las costas de 15 países, llevándose la vida de más de 230,000 personas. La tragedia, conocida como el "tsunami del océano Índico" y sigue siendo un recordatorio de las profundas desigualdades que determinan quiénes son más afectados en estos eventos, así como en qué medida los desastres naturales pueden ser impedidos, alertados tempranamente o reducidos en su impacto, todo lo cual no ocurrió 20 años atrás.
Las cifras de la tragedia
Indonesia fue el país más golpeado, con más de 160,000 víctimas fatales. La provincia de Aceh quedó prácticamente destruida, dejando a miles de personas desplazadas y comunidades enteras en ruinas. En Sri Lanka, el tsunami cobró la vida de más de 35,000 personas, incluyendo alrededor de 1,000 pasajeros del tren Ocean Queen Express, que fue arrastrado por las olas. En Tailandia, las zonas turísticas del sur sufrieron un impacto severo, con más de 5,000 muertos, la mitad de ellos turistas extranjeros. Otros países, como India, Somalia, Maldivas y Malasia, también sufrieron consecuencias devastadoras, demostrando el alcance global del fenómeno.
Respuestas y conmemoraciones
A dos décadas del desastre, las comunidades afectadas han realizado actos conmemorativos para honrar la memoria de las víctimas. En Aceh, Indonesia, se llevaron a cabo ceremonias religiosas en la Gran Mezquita Baiturrahman, un símbolo de resistencia que sobrevivió a las olas. En Sri Lanka, un tren restaurado conmemoró el trágico viaje del Ocean Queen Express. En Tailandia, tanto actos oficiales como vigilias espontáneas recordaron a los que perdieron la vida.
La falta de preparación creó el escenario perfecto para el desastre
Como señala un reciente artículo de National Geographic: Los tsunamis o maremotos ocurren cuando un cambio geológico altera el océano, causando una serie de grandes olas que se elevan hacia la tierra. Por lo general, los terremotos bajo el fondo del océano son los culpables, pero eventos como deslizamientos de tierra y erupciones volcánicas también pueden desencadenarlos.
El llamado "Anillo de Fuego" del océano Pacífico, un área con alta actividad sísmica, es donde se producen el 80 por ciento de los tsunamis del mundo.
Aunque los seres humanos no pueden prevenir los tsunamis, pueden mitigar los peores efectos del desastre preparándose para ellos. El primer esfuerzo para rastrear tsunamis comenzó en 1941, cuando las autoridades de Japón establecieron el Observatorio Meteorológico Local de Sendai. Cuando observaron señales de tsunamis, utilizaron las estaciones de radio locales para emitir advertencias.
Hoy, los sistemas de detección gestionados internacionalmente miden los niveles de agua y hacen sonar la alarma en todo el Océano Pacífico, dando tiempo a las autoridades para evacuar las zonas costeras cuando se acerca un tsunami.
Pero en 2004, no existía un sistema de este tipo para proteger a los 1500 millones de personas que vivían en pequeños pueblos y ciudades costeras alrededor del océano Índico, la tercera cuenca más grande del mundo. Los tsunamis no son parte de la vida cotidiana en la región, y rara vez son fatales. Entre 1852 y 2002, sólo siete de los 50 tsunamis registrados en el Océano Índico provocaron la pérdida de vidas y el total combinado de víctimas durante este período de 150 años fue de menos de 50 000 fallecidos.
Debido a esto, las respuestas a los tsunamis no se implementaron alrededor del Océano Índico como lo han hecho en lugares como Japón, donde los estudiantes se someten regularmente a simulacros de evacuación por tsunamis y los edificios se construyen para resistir los terremotos que preceden a los tsunamis.
Una reflexión sobre la preparación y la desigualdad
Desde aquel desastre, se han implementado sistemas de alerta temprana en el océano Índico. Sin embargo, persisten deficiencias en la preparación y educación de las comunidades en riesgo. Este hecho subraya la necesidad de políticas públicas que prioricen la seguridad de las personas, especialmente en regiones donde la pobreza y la desigualdad amplifican las secuelas de los desastres naturales. La lógica capitalista, que fomenta el desarrollo sin planificación y la explotación de los recursos naturales, continúa exponiendo a las comunidades más vulnerables a riesgos innecesarios.
En este aniversario, es crucial recordar las vidas perdidas y reflexionar sobre cómo construir un futuro donde la protección de las personas y el medio ambiente sean una prioridad. La memoria del tsunami del océano Índico debe servir no solo como un homenaje a quienes ya no están, sino como un llamado a la acción para evitar tragedias evitables en el futuro.
Fuente: Efe, The Guardian, ChatPTS