Ponemos a disposición de nuestros lectores algunas ideas que escribieron Karl Marx, Rosa Luxemburgo, Walter Benjamin. Incluimos también dos referencias de los surrealistas André Breton y Antonin Artaud.
La Batalla por Tenochtitlán fue, definitivamente, uno de los acontecimientos más importantes de la historia moderna. Inició uno de los genocidios más crueles dentro de la historia del capitalismo: el de la población indígena.
El 13 de agosto de 1521 fue derrotado el altépetl de Tenochtitlán en mano del ejército invasor español y sus aliados tlaxcaltecas, totonacas y cholultecas. El 13 de agosto debería ser una fecha de rememoración de la historia rebelde indígena en México.
A propósito de este acontecimiento realizamos esta miscelánea. Sobre el tema se ha escrito infinidad de textos y artículos, aquí pretendemos poner al público de a pie –y que no está especializado en la historiografía– lo que pensaban los marxistas del siglo XX y los surrealistas. Estas tesis o ideas aportaron en el desarrollo de la historiografía moderna de autores como Miguel León Portilla, Eduardo Matos Moctezuma, Enrique Semo o Friedrich Katz.
Sobre los sucesos de 1521, ¿qué dijeron Karl Marx, Rosa Luxemburgo y Walter Benjamin? ¿Qué escribieron André Breton y Antonin Artaud?
Karl Marx: la caída de Tenochtitlán
Fue Karl Marx el que escribió en El capital que la conquista de América era el núcleo central de la acumulación originaria y detalló que “los descubrimientos de los yacimientos de oro y plata en América, la cruzada de exterminio, la esclavización de las poblaciones indígenas, forzadas a trabajar en el interior de las minas, el comienzo de la conquista y del saqueo de las indias, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros, son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista (...) Las riquezas apresadas fuera de Europa por el pillaje, la esclavización y la masacre refluían hacia la metrópolis donde se transformaban en capital”. [1]
La caída de Tenochtitlán –que fue el inicio de un largo proceso de guerra de exterminio contra los pueblos indígenas y fue un acontecimiento decisivo para el triunfo del capitalismo como sistema mundial– fue uno de los motores de la acumulación originaria del capital. Así surgió una división colonial del sistema mundo capitalista: la creación del centro de acumulación y la periferia. Por tanto, el colonialismo y el racismo están en el ADN inicial del capitalismo.
Rosa Luxemburgo y sus lecturas de la Real Audiencia de México
La revolucionaria polaca, que hablaba ruso, alemán, yiddish y con los pájaros cuando se encontraba en prisión por oponerse a la guerra mundial escribió sobre los aztecas. En su tesis llamada la Acumulación del capital –en el que quiere discutir las tesis de Karl Marx– sostuvo una teoría sobre aquellos pueblos.
Ahí asevera que leyó a Alonso Zurita, auditor de México durante la colonia y que, con base a ese informe, Maxim Kovalevski llegó a la conclusión, que ella respaldaba, de que el imperio azteca era “una estructura agraria comunista”. [2] En esta aseveración se expresaba que, para Luxemburgo, en el capitalismo y en el sistema mundial conviven modos de producción y de vida que se mezclan y que no podían ser integrados a la lógica del Capital que en algún momento consideró abstracto.
Sorprende que Rosa Luxemburgo se preocupara por leer sobre los pueblos indígenas, en medio de una revolución y una guerra. Esta idea, equivocada sobre el modo de producción indígena azteca, pues el férreo control despótico contra todos los pueblos del Anáhuac permite explicar la alianza de Cortés con los pueblos antimexicas y con ello la caída de Tenochtitlán, nos ayuda a imaginar a una Luxemburgo insólita: una revolucionaria defensora de la causa indígena, eso sí romantizando el pasado.
Walter Benjamin y Fray Bartolomé de las Casas
Walter Benjamin asistió a clases en Múnich (1915) con el americanista Walter Lehmann, quien abordaba la cultura indígena de Mesoamérica. En el curso se examinaban los códices americanos, se estudiaba náhuatl y se analizaban los mitos indígenas. Según Gershom Scholem, amigo de Benjamin, la fascinación de Benjamin por los mitos y pueblos indios generó que el segundo comenzara a estudiar náhuatl. Escribió que la conquista de América convirtió al mundo en una sala de torturas.
Sobre la caída de Tenochtitlán, a propósito de una lectura de un libro sobre Bernardino de Sahagún, escribió ’“La historia colonialista de los pueblos europeos comienza por el acontecimiento violento de la conquista de América que transformó el mundo nuevamente en una nueva sala de torturas. Los telescopios de la soldadesca española dirigidos a los enormes depósitos de oro y dinero de América han producido un estado espiritual en el que nadie puede pensar sin estremecerse de horror. Nada es más preocupante y más sorprendente que ver a estos hombres, descritos por el libro de Brion, haciendo del ser aislado el defensor heroico de una posición desesperada”. [3]
André Breton: hijo de Coatlicue
Los surrealistas fueron algo así como los pioneros de la antropología en América Latina. Intentaron conocer de viva voz la historia de los pueblos indígenas. André Bretón, el padre del surrealismo, fue uno de ellos cuando viajó a México a conocer a León Trotsky, pudo mirar lo que hoy es la sala del posclásico tardío en el Museo Nacional de Antropología.
Breton se fascinó por todas las historias de la mitología indígena y escribió un bello relato de Coatlicue. Breton entonces, en una charla en México mientras estaba custodiado por obreros de la construcción que encomendó Trotsky para que no le sucediera ningún atentado, declaró su fascinación por nuestra madre Tonatzin: “México, mal despertado de su pasado mitológico sigue evolucionando bajo la protección de Xochipilli, dios de las flores y de la poesía lírica, y de Coatlicue, diosa de la tierra y de la muerte violenta, cuyas efigies, dominando en patetismo y en intensidad a todas las otras, intercambian de punta a punta del museo nacional, por encima de las cabezas de los campesinos indios que son sus visitantes más numerosos y más recogidos, palabras aladas y gritos roncos. Este poder de conciliación de la vida y la muerte es sin lugar a dudas el principal atractivo de que dispone México. A este respecto mantiene abierto un registro inagotable de sensaciones, desde las más benignas, hasta las más insidiosas”. [4]
Antonin Artaud: Moctezuma como héroe trágico para el destino y la historia
Artaud decidió viajar a México e instalarse en la Sierra Tarahumara a su modo anticipó el trabajo etnológico para conocer a los pueblos indígenas de México. Su texto México y viaje al país de los Tarahumaras es un libro pionero de la etnología.
El poeta se vio fascinado por la historia de Moctezuma. Insistió a su amigo André Rolland, en París (1933), que su “teatro de la crueldad” –el cual se convirtió en la génesis de la idea del cuerpo sin órganos de Deleuze y , que debía tomar como ejemplo los sucesos de Moctezuma.
Artaud sugiere que “Moctezuma es dos personajes: el que obedece, casi de forma santa las órdenes del destino y el que casi de forma pasiva ve cumplir sus presagios con los astros. El de la rebelión y confrontación de su sumisión”. [5]
En el texto de Antonin Artaud existe una visión romántica, crítica y anticapitalista de la conquista de América, una valoración de Moctezuma como figura trágica y dramática de la historia total y sus presagios representan una concepción predigistadora, adivinadora y profética. En el Moctezuma de Artaud hay profetismo, avistamiento catastrófico, de las revueltas permanentes de los pueblos contra la dominación occidental y el capitalismo.
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