En el día de ayer, en el que se conmemoró la expulsión de palestinos y palestinas de sus territorios invadidos por el Estado de Israel, la resistencia contra el genocidio, por la defensa de su pueblo y de sus tierras latió con fuerza en todo el mundo.
Jueves 16 de mayo de 2024 23:16
A pesar del bombardeo, el exterminio, el bloqueo, el apartheid, el colonialismo, la falta de medicamentos e insumos en hospitales, el desplazamiento de miles de familias de sus hogares y la ocupación del territorio; palestinos y palestinas combaten con dignidad, bajo un cielo que pronostica la invasión sistemática de las acciones de Israel, con apoyo de los EEUU, con las que pretenden aislarlos del resto del mundo.
El grito global no llega a despertar los oídos de quienes en Argentina defienden las políticas del gobierno de Javier Milei, que rápidamente teje acuerdos con Israel, que vuelven cómplice a este país del genocidio y da lugar a empresas extractivistas israelíes como Mekorot, a quien le abren el camino para saquear los bienes comunes de los territorios sin dejar un peso para el país y llevándose todo para financiar la guerra imperialista. Como es el caso del litio en Jujuy, el cual entregan a estas empresas y por el que las comunidades del norte están luchando, para así garantizar que no se venda el agua, que no se destruyan los salares, que no se despojen a las personas y se cuide la salud de las mismas.
Desde Argentina, el país del Nunca Más, se generaron articulaciones que se plantan en solidaridad con Palestina y muchas organizaciones sociales, colectivos feministas y partidos de izquierda se pronuncian contra los ataques en Gaza, las múltiples violaciones a los derechos humanos, el apartheid, los crímenes de lesa humanidad y la falta de derechos para la población. Sin embargo el grito sigue siendo todavía débil para detener al monstruo imperialista que aplasta a millones de palestinos/as.
Si bien se generan movilizaciones, conferencias de prensa, campañas mediáticas, imágenes, pintadas, canciones, concentraciones; no hay dudas de la necesidad de profundizar, unir y organizar las acciones para mostrarle al mundo que Palestina no está sola y que lo que alli se vive no puede ser visto con naturalidad. Que el imperialismo no podrá enfrentar la resistencia internacionalista, Plurinacional y Feminista que lucha desde Abya Yala hasta África, Palestina y Kurdistán contra las múltiples opresiones que atacan a los pueblos, destruyen e invaden los territorios, niegan las diversas identidades, obligan a la migración forzada, atentan contra la vida de las infancias.
Contra estas resistencias, el sionismo organizado en el poder político, las empresas privadas, las grandes burguesías, los medios hegemónicos de comunicación, se proponen garantizar el cerco mediático para que la información no se difunda y continuar con la criminalización y la persecución a quienes se manifiestan contra estos crímenes. Como fue el caso de colectivas Feministas y artivistas en Uruguay y Alemania.
En este contexto, en Argentina, el gobierno se dispone una y otra vez a la aprobación de una ley que dé vía libre para los acuerdos con las empresas extranjeras y políticas para la prohibición de la protesta. Esto se puede ver en la Ley Bases -que se sigue discutiendo en el Congreso-, específicamente en el RIGI (Régimen de incentivo a las grandes inversiones) al que el país estará atado y condenado durante 30 años en el caso de aprobarse, dando garantía para la entrega de los territorios y la naturaleza.
Contra las necropolíticas del poder mundial, desde Estados Unidos, Europa y los países del Abya Yala en el día de ayer se levantaron voces y banderas que denuncian la continuidad de la Nakba, exigiendo el fin del desplazamiento de la población y de su genocidio, gritando por Palestina Libre, por el fin a los ataques violentos y el colonialismo guerrero.
Los estudiantes norteamericanos encendieron la chispa de la desobediencia civil con acampes que se multiplican en las universidades europeas y en América Latina, resistiendo la represión y criminalización.
El fantasma de Vietnam vuelve a conmover al mundo y parece decirle a los genocidas que ya basta. La juventud, a la que creían adormecida por la maquinaria consumista, se sacude la indiferencia y se planta. De Norte a Sur, se siembran en los mismos territorios la rebelión y la rabia.