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Red Internacional
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Historia. A 80 años de que México protestara contra el Anschluss

En medio de las pretensiones expansionistas de Hitler, su propaganda nacionalista y a las puertas del conflicto más destructivo de la historia humana, México protestó en marzo de 1938 contra las ambiciones del nazismo de anexar Austria.

Óscar Fernández

Óscar Fernández @OscarFdz94

Jueves 29 de marzo de 2018 15:35

En 1938, Hitler estaba enfatizando cada vez más la anexión de los diversos pueblos germanoparlantes. Como parte de su idea de “espacio vital” (lebensraum), argumentaba que todos los pueblos debían conformar un Gran Reich (imperio) Alemán, y para ello había puesto toda la propaganda de su gobierno para hacer efectiva su visión a través de mecanismos como el plebiscito, como ocurrió con el Sarre en 1935.

A ello le siguió la remilitarización de Renania en 1936 en directa violación al Tratado de Versalles que estipulaba que la zona entre la frontera occidental alemana y el río Rin debía estar desmilitarizada. Sin embargo, las ambiciones imperialistas de Hitler no vinieron de la nada, sino que eran consecuencia del nacionalismo alemán del siglo XIX.

Entrada de las fuerzas alemanas a Renania, 7 de marzo de 1936

Recordemos que Alemania se encontraba dividida entre Prusia, Austria y diversos estados que conformaban la Confederación Germana como consecuencia del Congreso de Viena, un congreso reunido en esa ciudad para desmantelar el orden europeo impuesto por Napoleón y reinstaurar el viejo orden monárquico que la Revolución Francesa había derrocado. Hacia el siglo XIX, diversos nacionalismos como el alemán y el italiano proponían la unificación de sus territorios sobre la base de la cultura común y el idioma.

Congreso de Viena

Producto de este debate es que surgieron dos posturas: la de la Gran Solución Alemana, propuesta por Austria, que proponía la unificación de Prusia, la Confederación Germana y el Imperio Austro- Húngaro, y la de la Pequeña Solución Alemana, que solamente buscaba unificar los territorios del norte de Alemania y Prusia sin Austria. La visión de Hitler era la de concretar un único estado alemán con todos los germanoparlantes dispersos en Europa bajo su dominio.

Boleta del plebiscito del 10 de abril de 1938 sobre la anexión de Austria

En marzo de 1938 fue inaugurada una nueva etapa de expansionismo comenzando por la anexión de Austria en lo que se conoce con su nombre en alemán: Anschluss (que también puede significar “unión”). A ello le siguieron la anexión de los Sudetes en Checoslovaquia y en 1939 la región de Kláipeda en Lituania. Aunado a ello, el nombre del país fue cambiado: de Austria (en alemán Östrreich, reino del este o imperio del este) pasó a llamarse Ostmark (marca del este, ya que era parte del imperio alemán de Hitler y por ende un territorio menor más).

México protesta

Inmediatamente después de la anexión México protestó formalmente ante la Liga de las Naciones por la violación de la autodeterminación de una nación soberana. No era la primera vez que México protestaba contra el expansionismo fascista y sus políticas imperialistas: ya en 1935 el gobierno de Lázaro Cárdenas había hecho lo mismo tras la invasión italiana a Etiopía, razón que le valió el reconocimiento años más tarde del gobierno etíope con la inauguración de la glorieta donde hoy está la estación del Metro de la Línea 3.

El gobierno cardenista venía implementando una política bonapartista en distintos ámbitos: ese mismo mes había expropiado el petróleo que se encontraba en manos de compañías extranjeras, así como también había reprimido la huelga de ferrocarrileros en 1936. Ya sea por la represión o el consenso, el gobierno cardenista pretendía ser el árbitro de las expresiones políticas en México, razón por la cual Trotsky lo definía en su exilio como un “bonapartismo sui géneris".

Genaro Estrada, autor de la doctrina que lleva su nombre
Decimos bonapartismo porque es una definición del marxismo que hace referencia al gobierno de Napoleón III que, mientras fracasaba su aventura militar en nuestro país, instauraba un gobierno personalista basado en el apoyo de grandes masas que apoyaban su programa burgués y permitían que arbitrara en los conflictos entre las clases. Marx analizaría este período en su obra El 18 Brumario de Luis Bonaparte.

Pero en la época del capitalismo imperialista y en un país semicolonial como México, era necesario reactualizar estas categorías. Por ello Trotsky añade que, frente al capital financiero, el bonapartista sui géneris intentaría mantener su independencia en la medida de lo posible “entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado”. Añade:

En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capital extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación con los capitalistas extranjeros- [1]

En el período de entreguerras, justamente esta era la intención de Cárdenas para mantener la legitimidad del régimen posrevolucionario, a lo que la correlación de fuerzas de la geopolítica internacional en aquel entonces le daba la ventana de oportunidad para tener cierto margen de maniobra frente a los principales países capitalistas. Para ello era necesaria una postura en el ámbito de la diplomacia y las relaciones internacionales.

La Secretaría de Relaciones Exteriores impulsaría lo que se conocería como la Doctrina Estrada, doctrina creada en 1930 y cuyo objetivo era mantener la relativa (y a veces supuesta) neutralidad de México en la arena internacional subrayando la importancia de la libre autodeterminación de los pueblos y que resultó perfecta para poner hacia afuera la postura mexicana en la Liga de las Naciones. Congruente con este planteo, la Doctrina Estrada fue la razón de la protesta mexicana frente la anexión a Austria, donde México fue la única voz disidente igual que frente a la invasión italiana a Etiopía.

La protesta de México no pasó desapercibida y el gobierno austriaco creó una plaza en su honor, la Plaza de México en Viena, donde un monumento de piedra con el escudo mexicano conmemora la acción del gobierno cardenista con la leyenda: “En marzo de 1938, México fue el único país que protestó oficialmente ante la Sociedad de Naciones por la violenta anexión de Austria a la Alemania Nacionalsocialista. En homenaje a ese acto, la ciudad de Viena dio el nombre de México a esta plaza".


        

Óscar Fernández

Politólogo - Universidad Iberoamericana

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