En plena transición de gobierno, como si nada mal le pudiera salir al futuro gobierno de AMLO, un grupo de jóvenes del bachillerato de la UNAM decidieron desafiar al régimen universitario, al frente Enrique Graue probó que se enfrentaba a una generación que no estaba dispuesta a asumir sus planes sin resistencia.
Jueves 3 de septiembre de 2020
A dos años de la movilización contra los cobros ilegales en los planteles del CCH y contra la antidemocracia y el autoritarismo de las autoridades, recordamos el cobarde ataque porril en las inmediaciones de Rectoría, que desató un proceso organizativo con decenas de paros en diferentes facultades y escuelas de la UNAM y asambleas interuniversitarias de miles
Desde la Agrupación Juvenil Anticapitalista intervenimos en todas las asambleas de las escuelas en las que estábamos -FCPyS, FFyL, F. Economía, Prepa 9, Prepa 5, CCH Sur, CCH Naucalpan y la FES Acatlán-, buscando preservar la tradición democrática, combativa e independiente del movimiento estudiantil de 1968 y de 1999, así como las lecciones de #YoSoy132 y el movimiento de Ayotzinapa.
El movimiento del 2018, que el 5 de septiembre, llegó a juntar a cerca de 100 mil estudiantes, profesores, trabajadores y padres de familia que repudiaron el ataque porril orquestado por las autoridades de la UNAM -siendo la marcha más grande en la universidad desde la huelga del 99-; pasó rápidamente a cuestionar no sólo el uso histórico de los grupos porriles por parte de las autoridades priistas, sino la propia estructura antidemocrática de la universidad y los ataques al carácter público y gratuito de la misma.
Era una muestra enorme de las expectativas de cambio que tenía la juventud y la enorme potencialidad de la misma, no sólo para esperar sentados a que ese cambio llegara, si no para organizarse y luchar por el mismo.
Representaban un enorme peligro para un régimen político que a nivel nacional se apostaba por tener una transición de partido tersa y sin mayores conflictos. Desde el inicio vimos la complicidad de Graue y AMLO con las declaraciones del segundo depositado toda su confianza en el rector priista, que meses antes ya había expresado su apoyo al representante de la Cuarta Transformación.
El pacto fue por “arriba”, pero notorio, los cuadros príistas de la UNAM y los de la 4T se unieron en santa alianza, como actualmente lo hicieron en la Cámara de Diputados, para buscar erradicar la efervescencia y encausar institucionalmente las demandas de miles de estudiantes, peleando férreamente contra la consigna de #FueraGraue y básicamente contra cualquier cosa que cuestionara el virreinal régimen universitario.
Se encargaron de lanzar una feroz campaña de calumnias contra las organizaciones de izquierda e independientes dentro del movimiento y buscaron acabar con la masividad de las asambleas.
Es cierto, una joven generación tenía que resolver los problemas que a la heroica generación del CGH le costó al menos 12 años de derrotas y traiciones, sin embargo, aun es momento se poder aprender de este icónico movimiento, que dejó tras de sí y sembró la idea de que luchando las cosas pueden ser distintas.
Las lecciones para el futuro
El #FueraPorrosDeLaUNAM dejó como aprendizaje que las autoridades universitarias, se vistan de progresistas, sean abiertamente de derecha o incluso se digan preocupadas por nosotros, no son nuestras aliadas.
Es urgente abolir la rectoría como modo de gobierno, primer llamando a elecciones generales para elegir al rector, después construyendo un gobierno tripartito, de trabajadores estudiantes y académicos, que decida qué, cómo y porqué se gasta le presupuesto, construyendo una universidad al servicio de las grandes mayorías
Que es necesario refundar al movimiento estudiantil, con una perspectiva democrática, honesta, frontal y fraternal, que permita que todas las tendencias de pensamiento se expresen y discutan, sin calumnias ni persecuciones por deferencias, los estudiantes no somos policías, no hacemos mentiras para acabar con los contrincantes, apelamos a la conciencia y a la participación masiva.
La necesidad de tener una política combativa e independiente, que no confíe en los “cantos de sirena” del gobierno, la rectoría y el consejo universitario, que jamás han estado de nuestro lado y que lo único que buscan es preservar sus privilegios de casta, dejando a miles sin educación y elitizando nuestra universidad.
Y sobre todo que tenemos que prepararnos para los momentos de lucha, construyendo potentes organizaciones que confíen en el trabajo de base, es decir, en las propias fuerzas del estudiantado y que vean aliados en les docentes y administratives. Esta es la propuesta que desde la agrupación Juvenil Anticapitalista sostenemos y a la que te invitamos a sumarte