Central Ballester, de José León Suárez, estrena camiseta en el torneo de Primera D. La casaca tiene un homenaje a los fusilados de la “Operación Masacre” de 1956, investigada por Rodolfo Walsh.
Sábado 5 de marzo de 2016
Foto: Cuenta oficial de Twitter de Central Ballester
“De un lado la calle tiene una hilera de eucaliptus, que se recortan altos y tristes contra el cielo estrellado. Del otro, a la izquierda, se extiende un amplio baldío, un depósito de escorias, el siniestro basural de José León Suárez, cortado de zanjas anegadas en invierno, pestilente de mosquitos y bichos insepultos en verano, corroído de latas y chatarra. Por el borde del baldío hacen caminar a los detenidos. Los vigilantes los empujan con los cañones de los fusiles. La camioneta entra en la calle y les alumbra las espaldas con los faros. Ha llegado el momento...”
Central Ballester es un equipo que milita en la categoría D del torneo de AFA del fútbol argentino. Cuando juega de local lo hace en la cancha de J.J. Urquiza porque su estadio todavía está en construcción. Su última cancha quedaba en el barrio La Cárcova de José León Suárez, pero el predio fue ocupado y loteado en el año 1996 por los vecinos para construir sus casas.
Hace algunos días varios medios escribieron el nombre de este club, desconocido para quienes no son habitués del deporte más lindo del planeta.
Una actitud
El martes 1° de marzo, en un bar de la localidad de Boulogne, el presidente de Ballester y algunos jugadores narraron el fragmento del libro Operación Masacre con el que comienza esta nota. La referencia a esa investigación del periodista y escritor desaparecido por la dictadura militar Rodolfo Walsh fue la excusa para presentar la nueva camiseta del equipo, que en el pecho tiene un dibujo alegórico a una famosa pintura del español Francisco de Goya, que ilustra los fusilamientos de las tropas francesas de Napoleón a los españoles sublevados por la ocupación de 1808. La pintura que fue utilizada como tapa de Operación Masacre, editado en 1957, después de que se publicara en relatos por entregas en el diario Mayoría.
Tapa del libro "Operación Masacre" de Rodolfo Walsh (Ed. de La Flor)
“Quería hacer algo que genere pertenencia con la localidad, con el barrio, una actitud”, dijo Ezequiel Rodríguez, jefe de prensa de Central Ballester al diario Tiempo Argentino. Y agrega: “También tiene que ver con que esa pintura se resignificó. Agarré la tapa de ¡Bang! ¡Bang! Estás liquidado, el disco de los Redonditos de Ricota, en la que los que fusilan son de la Cruz Roja. Los Redondos tienen esas letras, esos códigos que muchos a veces no se entienden, pero que un pibe de la villa sabe decodificar. Eso es increíble”.
Como parte de la movida de homanaje La Izquierda Diario supo a través de representantes del club que en el mes de julio planean entregarle una placa a familiares de las víctimas y sobrevivientes de aquella masacre ejecutada a manos de la “Revolución Fusiladora”.
Memoria de ayer, memoria de hoy
Es 3 de febrero de 2011. Un lindo día, soleado y caluroso. Un tren que carga alimentos y autopartes descarrila en las vías que cruzan “villa La Cárcova”, cerca del basural de la Ceamse, en José León Suárez. Una de las zonas más pobres de la Provincia de Buenos Aires.
El basural, con diferentes colores y olores, no difiere mucho de aquel donde fueron fusilados varios hombres en 1956, en la “Operación Masacre”.
Franco “El Gordo” Almirón, de 16 años, y Mauricio “El Pela” Ramos, de 17 , pedalean hacia el lugar donde siempre van a “cirujear” para conseguir algo de comer o alguna cosa que se pueda vender.
Al pasar en la bici por las vías ven a un grupo de personas junto a un tren parado. “Esta es la nuestra, hoy comemos a lo grande”, habrán pensado el Gordo y el Pela, casi emocionados.
Un rato más tarde, la “Maldita Policía” bonaerense de Daniel Scioli y de su ministro de Justicia y Seguridad Ricardo Casal, llegó al lugar a “proteger” la formación. Y lo hicieron como saben. Desataron una feroz represión a los vecinos que se habían acercado al tren. El saldo fue de dos muertos.
Los vecinos contarían después que no había amenaza alguna como para que lleguen en masa las fuerzas a reprimir. Y agregarían que al Gordo y al Pela los extrañarían por siempre, porque “eran la alegría del barrio”.
Como en el ´56, en estos fusilamientos también hubo un sobreviviente. Joaquín Romero, quien recibió tantos balazos como los dos chicos fallecidos, pero sobrevivió después de estar días en terapia intensiva. Él vive para contar esa historia y para desmentir las versiones de la Policía. “Dicen que al tren lo descarrilaron, ¡mentira! Yo salí a la vereda y con los pibes estábamos mirando nomás, de chusmas. Y por allá la gente los empezó a agarrar a piedrazos y la Policía empezó a tirar con balas de verdad”, relata una y mil veces “Joaco” , como lo conocen en el barrio, en una entrevista a la revista La Garganta Poderosa.
Mucho más que once
El próximo lunes Central Ballester juega su primer partido de local, en la cancha de J.J. Urquiza. Si su adversario, Atlético Lugano, decide jugar con colores parecidos a la camiseta titular del “Canalla”, se usará la casaca suplente, esa que lleva en el pecho la figura que simbolizó a lo largo de la historia a tantos fusilados.
Si finalmente esa camiseta puebla el verde césped, ese día serán mucho más que once los que salgan a la cancha a disputar 90 minutos de juego apasionado.
Si no fuera por las balas del gatillo fácil policial, este lunes posiblemente el Gordo y el Pela estarían tras el alambrado alentando al “Canalla” (así le dicen al equipo de José León Suárez por su parecido con Rosario Central). Y también, posiblemente, alguna vez se hubieran comprado la camiseta con la alegoría de la pintura de Goya en el pecho.
Por ellos, por los del ´56 y por Rodolfo Walsh, seguramente este lunes Central Ballester crezca en hinchada como nunca se imaginaron sus socios. Y bien merecido lo tiene.