La paralización de las escuelas públicas en Antofagasta tras el suicidio de la profesora Katherine Yoma, acosada laboralmente, revela una crisis profunda en la educación pública. Este caso expone las fallas de un sistema educativo neoliberal que, lejos de mejorar, se ha precarizado bajo el control de corporaciones municipales y políticas de mercado. La movilización abre el debate sobre cómo unificar a estudiantes, apoderados y docentes para enfrentar este modelo excluyente y luchar por una educación realmente al servicio del pueblo trabajador.
Por Domingo Lara, Profesor y Biólogo Ambiental
La paralización de prácticamente la totalidad de las escuelas y liceos públicos el día 8 de marzo que se extendió por más de un mes en Antofagasta, luego de que la profesora de inglés, activista feminista y de la causa palestina, Katherine Yoma, se quitase la vida es expresión de una crisis profunda y estructural del sistema educativo.
Katherine Yoma sufrió permanente acoso laboral por parte del equipo directivo de su establecimiento y de la CMDS (Corporación Municipal de Desarrollo Social), organismo que dirige la educación pública municipal en Antofagasta. Fue hostigada y perseguida por denunciar su situación, y luego fue removida de su escuela con una disminución considerable de horas y del salario.
Pero esto que se podría entender como un caso particular —está lejos de serlo— es expresión de una profunda crisis social y educativa, que está enraizada en los pilares de esta educación de mercado de la cual se pueden extraer lecciones fundamentales sobre las estrategias que se pusieron en juego para enfrentar esta movilización, que más allá de la lucha en particular son una escuela para futuros combates.
Una crisis social y educativa
El sistema educativo neoliberal impuesto en dictadura de establecimientos educativos como los municipales, particulares subvencionados y particulares (no subvencionados), es ya hace unos años un punto de crisis sucesivas y casi permanentes, cuestionado tanto por los trabajadores de la educación, apoderados y estudiantes, pero no fue “derrotado”. Cada lucha fue desviada, como el 2006 en la revolución pingüina o traicionada por sus propios dirigentes, en este caso, por el Partido Comunista como en la rebelión de las bases de los docentes el 2014.Los diversos gobiernos, lejos de dar una salida a esta crisis que significase mejorar las condiciones de la educación pública, la fueron degradando, así la ex-Concertación han sostenido con reformas que no tocasen lo medular del modelo. Así fue con la LGE o luego con la ley de inclusión.
Por otro lado, la derecha, en su línea de fortalecer la educación particular, se aprovechó de esta crisis como una forma de ampliar el negocio educativo, en complicidad con la ex-Concertación, pero también la crisis tenía una dimensión en la cual las municipalidades mantuvieron deudas enormes con la educación. Un botón de muestra es que solo la deuda previsional de los docentes el 2022 alcanzó los 100 mil millones de pesos. Con municipalidades como la de Tiltil que prácticamente se declaró en quiebra el año pasado y amenazó con el cierre de la mayoría de los establecimientos educativos de la comuna.
La matrícula de los establecimientos educativos particulares subvencionados superó la matrícula de los municipales el año 2007 justamente, para hacerse una idea.
Para el año 2004, la educación municipal era el 50% de toda la matrícula y hoy es entre municipales y servicios locales aproximadamente un 36%, donde el grueso fue absorbido por los particulares subvencionados que llegan al 55% y en menor medida los particulares que alcanzan un 9%.
En Antofagasta, esta crisis se expresa, por ejemplo, en que desde el 2012 no se construyen establecimientos educativos públicos y, en los últimos años, ha habido una tendencia al aumento de familias que buscaron matrícula en los establecimientos públicos, lo que ha dejado a más de mil estudiantes sin posibilidad de estudiar. Esto sucede al mismo tiempo en que crecen los campamentos y hay un avance en la pobreza multidimensional (que considera factores como educación, salud, trabajo y vivienda, entre otros). Según la encuesta CASEN, esta pasó de 17,5% en 2017 a un 34,6% en 2022.
Es así que la estructura educativa pública es una caja de resonancia de la precariedad y miseria, que lejos de responder a las demandas y constantes impulsos por parte de los trabajadores de la educación para enfrentar esta crisis exigiendo mejoras para la educación pública, la respuesta que obtienen es la contraria. persecuciones, más precarización y decisiones autoritarias.
Así se entiende que la estructura de jerarquía es totalmente autoritaria, y ve en los reclamos mínimos de las y los docentes el riesgo de ser cuestionados, momento en el que aparece el peso del disciplinamiento, las amenazas de despido, reubicación y rebaja de horas.
Este mismo mecanismo autoritario se utiliza contra los estudiantes a través de la expulsión utilizando “Aula Segura”. Es el alcalde y el gobierno actual, que lejos de buscar soluciones a esta crisis solo repiten las recetas neoliberales con sus “reformas”, como es el traspaso a los servicios locales de educación, lo que profundiza la crisis como mostró la paralización del Servicio Local de Atacama. Desde esta crisis social es que se puede entender el origen de la violencia en las salas de clase, expresando las contradicciones de la propia sociedad.
En la movilización de Antofagasta se pusieron a prueba dos estrategias fundamentales: una tradicional sindical, de demandas mínimas que no estaban a la altura de la crisis abierta y otra que impulsamos quienes somos parte de la agrupación Nuestra Clase que, junto a diversos docentes, estudiantes y apoderados, impulsamos un polo antiburocrático, que luchó por la unidad desde la base para vencer. Profundicemos en ambas estrategias a continuación:
La estrategia corporativa y sin unir a la comunidad educativa y de demandas mínimas
Esta consiste en una lucha estrictamente de los docentes, con asambleas cerradas a la base, donde si bien en un momento se solicitó un petitorio a las escuelas, se redujeron las demandas mínimas a la renuncia de cuatro personas de CMDS (Corporación Municipal de Antofagasta), junto con la salida del equipo de gestión de la escuela José Papic Rendic (Escuela donde fue acosada la profesora Katherine Yoma) demandas que posterior a la movilización, no terminaron haciéndose del todo efectivas. Si bien estas demandas son sentidas, estaban lejos de responder a las demandas fundamentales que escuelas y liceos manifestaron, también es una estrategia que dejó fuera a los apoderados y estudiantes. Esta estrategia se encarna en dirigentes dentro del directorio del Colegio de Profesores que son parte del actual gobierno, principalmente del Partido Comunista, lo que generó un proceso de desgaste en el que se abandonó confianza en la fuerza de la movilización para ponerla en las negociaciones con CMDS y SEREMI. Esta división también la representó Mario Aguilar, al negarse a impulsar un paro nacional y dejar aislada la lucha de Antofagasta, así como antes quedó aislada la lucha contra el SLEP en Atacama.
Estos hechos llevaron a que la movilización se alejara de la unidad y se acercará a responder a los intereses del alcalde, quien buscó permanentemente oponer apoderados a profesores; y de la Seremi, lo que nos llevó a un callejón sin salida, mientras el gobierno aumenta el hacinamiento en los liceos.
Una estrategia para poder unir a apoderados, estudiantes y trabajadores de la educación.
Esta estrategia busca unificar a toda la comunidad educativa y generar un pliego unificado. Ssi bien esta forma de actuar es minoritaria en cuanto a los dirigentes del Colegio de Profesores, ha sido defendida por Carla Ramírez, dirigenta del Colegio de Profesores, y Daniela Avilés, dirigenta del Sindicato, también por múltiples delegados, quienes desde sus establecimientos impulsaron el encuentro educativo votado por más del 80% de las y los colegas, que reunió alrededor de 200 personas y contó con apoderados y estudiantes representantes que votaron mociones para avanzar hacia un pliego unificado. Otra expresión de esto fue el festival de la plaza Nicolas Tirado, en el que participaron cientos de trabajadores de la educación, y en el que se pronunciaron apoderados, estudiantes y trabajadores de la educación, que plantearon la importancia de esta unidad.
En conclusión
Hoy la lucha por la educación ya no puede seguir el camino del aislamiento gremial y sindical ni en la confianza en el parlamento, el cual hoy intenta canalizar el problema de la violencia con una ley de Convivencia escolar que solo termina dividiendo a la comunidad educativa, y dejando una vez más intactos los pilares de la crisis educacional y social. Por el contrario, se trata de unificar apoderados, estudiantes y trabajadores de la educación, para cuestionar este sistema educativo precario al servicio del mercado, que se basa en formar mano de obra barata para las grandes empresas al mismo tiempo que fomenta el negocio de los particulares y particular subvencionados. Por esto es que hoy es necesario unirnos para luchar por una educación que esté al servicio del pueblo trabajador, que cuestione todas las miserias, como la alimentación, el acceso a la vivienda, la defensa del medio ambiente y el conjunto de las condiciones de vida en la actualidad.
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