Este 3 de mayo se cumplieron nueve años de la muerte de Rodrigo Cisterna Fernández, obrero forestal de 26 años, asesinado por la policía en un contexto de huelga de los trabajadores de la Planta Celulosa Horcones, propiedad del grupo Angelini.
Miércoles 4 de mayo de 2016
Hace exactamente nueve años, Rodrigo Alexis Cisterna Fernández, de 26 años, fue acribillado por la policía en el marco de la huelga de los trabajadores forestales de la Planta Celulosa Horcones, ubicada en la localidad de Laraquete, Región del Biobío, a 60 kilómetros de Concepción. La muerte de Cisterna se dio durante el primer gobierno de Michelle Bachelet y su asesino es el carabinero Luis Mellado Jacque, quien no recibió ningún tipo de condena.
Su muerte se dio en el contexto de una importante movilización que llevaron a cabo obreros forestales subcontratados que trabajaban para la Planta Celulosa Horcones de Bosques Arauco, empresa cuyo propietario, en ese entonces, era Anacleto Angelini. Los trabajadores exigían mejores condiciones laborales y la igualdad entre trabajadores de planta y subcontratados, pues es conocida la brutal división, entre los obreros, que es impulsada con mayor fuerza en empresas estratégicas de la economía como son los casos de la minería, puertos y forestales.
Llevaban más de tres meses intentando negociar con la empresa, mientras que lo único que recibían era intransigencia, indiferencia y represión. Así fue como en la madrugada del 3 de mayo de 2007, los trabajadores forestales decidieron salir a protestar, recibiendo la brutal violencia de Carabineros que arremetió contra los obreros, destruyendo automóviles que estaban en el lugar. Ante esto, Rodrigo decidió subirse a una retroexcavadora para hacer retroceder a los vehículos policiales, volcó a varios de estos, y la policía disparó 25 veces contra el joven, siendo asesinado producto del impacto de tres balas, mientras que otros cinco trabajadores resultaron heridos de gravedad.
A los funerales de Rodrigo asistieron más de 25 mil personas de distintas partes. Luego de esto, la movilización de los trabajadores forestales llegó a su fin, logrando los 23 puntos del petitorio sindical, que buscaban equiparar las condiciones entre los trabajadores. Pese al término de la lucha, el crimen de Cisterna abrió una oleada de protestas y huelgas de trabajadores subcontratados durante el año 2007, comenzando por los de CODELCO y continuando con los de ENAP.
La impunidad del Gobierno y la policía
“Él (Rodrigo), en ese tiempo, tenía mucha fe en los movimientos sindicales (…) yo creo que en vista de eso bueno, él estuvo casi todos los días en el paro, que fue largo, creo que empezó un lunes y pasó el jueves, cuatro días estuvo en el paro. Él como persona era súper inteligente, esforzado, tenía hartas cualidades y muchas ganas de salir adelante”, contó su hermano mayor, Héctor Cisterna, a La Izquierda Diario hace un año.
Según Héctor, el primer gobierno de Bachelet no entregó mayores respuestas ante este crimen y la represión policial “porque había harta plata ahí, Bosque Arauco (donde trabajaba Rodrigo) era una empresa monopolio en la provincia…. Habría que ver de dónde sacó las platas para hacer campaña la Presidenta. El perro no puede morder la mano del amo”, denunció, aprovechando también de negar las versiones que hicieron alusión a que los familiares de Rodrigo, luego de su muerte, recibieron cifras millonarias: “A mi cuñada creo que sí, pero aún no le entregan ningún peso, creo que está en proceso todavía el asunto (…) Muchos creen que nosotros estamos forrados en plata por el asunto, pero resulta que nunca ha pasado nada. Lo que ha ganado mi cuñada ha sido más bien algunas cosas que le ha entregado la empresa como un “tapa boca”, aseguró en el año 2015.
Rodrigo no ha sido el único trabajador asesinado en democracia, también lo fue Matías Catrileo, y ahora más reciente, el obrero minero, Nelson Quichillao, muerto el año pasado en pleno proceso de movilización de los trabajadores, también durante un gobierno de Michelle Bachelet.
Cuando le preguntamos al hermano de Cisterna, qué siente al conocer nuevos casos de trabajadores asesinados, nos comenta al respecto: “Sentimientos encontrados, se nota que hay una intención de represión, reprimir y que no se alce la voz, que seamos corderitos, eso es lo que están tratando de decirnos con el tratamiento que se le está dando a la gente”.
El asesinato de Rodrigo Cisterna, como el de Matías Catrileo y Nelson Quichillao, demuestra el carácter represivo y criminal del Estado actual, una institución de clase, que representa los intereses de la burguesía, los políticos patronales y de quienes dirigen el país. Para los gobiernos que defienden los intereses de la clase dominante, las muertes de trabajadores, estudiantes, mapuche, mujeres, diversidad sexual, entre otros sectores oprimidos, no tienen ningún peso y, por lo tanto, merecen quedar en la impunidad como tantos otros casos.