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Red Internacional
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Declaración. A organizar un gran movimiento por la reducción de la jornada laboral y contra el engaño de la flexibilidad del gobierno

La discusión sobre la reducción de la jornada laboral llegó para quedarse. La aplastante mayoría de la clase trabajadora apoya la propuesta y se ha abierto un enorme debate sobre las condiciones de trabajo del Chile actual. Los guardianes del empresariado, comenzando por el propio presidente, han puesto el grito en el cielo anunciando que harán “todo lo que esté en sus manos” para frenar la aprobación de la reducción de jornada o, a lo sumo, que se vote con una jugosa “compensación” para los empresarios como es la flexibilidad laboral. Debemos prepararnos para derrotar estos intentos, transformando el apoyo popular que hay hacia las "40 horas" en un masivo movimiento por la reducción de la jornada laboral y contra el engaño de la flexibilidad laboral, que no es otra cosa que precarización.

Martes 10 de septiembre de 2019

El debate de la reducción de la jornada se instaló con fuerza en la situación política. No es casual: Chile es uno de los países donde más tiempo se trabaja, lo que se combina con largos trayectos, sumado a que muchas veces debemos recurrir a otros trabajos, o quedarnos más tiempo para llegar a fin de mes por los bajos salarios.

La enorme simpatía de masas que generó el proyecto de reducir de 45 a 40 horas la jornada de trabajo de Camila Vallejo (PC) descolocó al gran empresariado, quienes vienen empeñados en pasar la reforma tributaria, previsional y laboral contra la clase trabajadora. Alfonso Sweet, presidente del gremio empresarial más importante del país, hipócritamente se declaró en "shock". Lo acompañó Piñera diciendo que se trata de un proyecto inconstitucional y que hará todo lo que esté en sus manos para frenarlo. Los insólitos argumentos que dio el ministro Monckeberg o el diputado Melero y que hicieron reír a todo Chile, dejaron al desnudo que oponerse a reducir la jornada no tiene otra racionalidad que defender las ganancias de una minoría.

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Desde el oficialismo, pasando por el gran empresariado, se preparan para rechazar el proyecto, apelando incluso al Tribunal Constitucional para que un puñado de jueces que nadie eligió decida sobre la mayoría, o cuestiones tan anti democráticas como es el veto presidencial. Cuando hablan de reducción, es para meter el gol de la flexibilidad laboral.

Quieren hacer como en el 2005, cuando rebajaron la jornada laboral de 48 a 45 horas, pero reglamentaron la subcontratación sobre cerca de 1 millón de trabajadoras y trabajadores que tienen sueldos más precarios, peores condiciones, menos estabilidad y más obstáculos para organizarse sindicalmente. Referentes de la Democracia Cristiana ya han dicho que es urgente incorporar la flexibilidad. Incluso personajes como Andrés Zaldívar dijeron que el proyecto era inconstitucional y desde su partido afirmaron que agregarían más indicaciones, además de la gradualidad de cinco años para las pymes.

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La razón del espanto empresarial es que ven afectadas sus millonarias ganancias. Y es que es iluso pensar que se podrá llegar a un acuerdo que beneficie a empresarios y trabajadores por igual. ¿Quién paga los costos de la reducción de la jornada? Se transforma en una pregunta de máxima importancia. O los pagan los empresarios a costa de sus jugosas ganancias, o los pagarán las y los trabajadores con la llamada “flexibilidad” (precariedad).

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En este escenario, la necesidad de conformar un gran movimiento por la reducción de la jornada laboral se transforma en una enorme necesidad para detener los intentos del gobierno y los empresarios. Para esto, la CUT, la Coordinadora No+AFP, las organizaciones estudiantiles y sociales agrupadas en la mesa de "unidad social", deben impulsar coordinadoras abiertas en todas las ciudades. Instancias como las coordinadoras por las 40 horas, no pueden reducirse a ser instancias de comunicación con los parlamentarios de la "bancada transversal", sino apuntar a convocatorias abiertas a sindicatos, organizaciones estudiantiles, sociales, del movimiento de mujeres y de la izquierda para debatir esta perspectiva.

¡Reducción de la jornada laboral ahora!

¡No al engaño de la flexibilidad laboral de Piñera. Flexibilidad es precariedad!

¡Que la CUT, No+AFP, organizaciones estudiantiles y sindicales convoquen coordinadoras y comités abiertos para organizar un plan de movilizaciones!

¡Sueldo mínimo igual a la canasta familiar de 450 mil pesos!

¡Fin al trabajo precario, no más subcontrato!

¡Reparto de las horas de trabajo para que todas y todos podamos trabajar!

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¿Por qué la flexibilidad es igual a precariedad?

Uno de los grandes argumentos empresariales es que la flexibilidad traería una supuesta libertad de elección de las y los trabajadores, sin embargo en la realidad los cambios flexibilizadores solo han redundado en mayor precarización de las y los trabajadores con especial énfasis en las mujeres y la juventud.

Según el estudio de la Fundación Sol “Los verdaderos sueldos de Chile” se da cuenta que las y los trabajadores bajo el subcontrato, que fue una medida clave “flexibilizadora” para compensar la última reducción de la jornada laboral (de 48 a 45 horas), reciben salarios en promedio 12,5% menores a los trabajadores que están contratados y en sectores como Minería, Administración Pública y Actividades Financieras, entre otras, esa brecha supera el 70%.

Lo cierto es que la llamada flexibilidad solo beneficiará al gran empresariado que podrá contar con mayores márgenes de explotación para imponer jornadas mayores a las actuales y precarizar aún más las condiciones de trabajo.

Trabajar menos para que todos trabajen

Las y los empresarios quieren que vivamos para trabajar en función de sus multimillonarias ganancias. Los avances de la tecnología y la ciencia no están al servicio de mejorar las condiciones de vida de amplios sectores, ya que están puestas en función del lucro capitalista, y por eso se transforman en argumentos contra el pueblo trabajador. Por ejemplo, la automatización es ocupada por los empresarios para decir que tienen que despedir en masa o imponer la polifuncionalidad.

Para no dejar la vida en el trabajo, hay que imponer la reducción de la jornada laboral y luchar para que todas y todos podamos trabajar. Si se repartieran las horas de trabajo entre trabajadores empleados y sin empleo, con un sueldo igual a la canasta familiar de $450.000, se podría terminar con la cesantía y la pobreza.

Y sería muy claro que esa reducción podría ser mucho más que bajar a 40 horas, terminando con la irracionalidad de este sistema que mientras mantiene jornadas de trabajo semi esclavo para algunos sectores con turnos por sobre las 12 o 14 horas; por otra parte, cientos de miles de trabajadores no tienen para llegar a fin de mes por no poder encontrar trabajo.

Está claro que ante una discusión así, los empresarios, sus representantes y políticos se opondrían con todas su fuerzas, lo que muestra que la única vía seria para conquistar una demanda así es si se afectaran las ganancias de los más ricos. Para eso es necesario organizar una gran fuerza de la clase trabajadora para imponer la reducción de la jornada y que todas y todos podamos trabajar.

“La actuación del Gobierno tras la aprobación del proyecto de las 40 horas, amenazando con recurrir al Tribunal Constitucional o vetar la iniciativa, demuestra con claridad que la derecha y el gran empresariado defenderán con uñas y dientes cualquier avance, por mínimo que sea, que beneficie a las y los trabajadores, aunque la gran mayoría del país así lo quiera, porque no están dispuestos a ceder en nada, ni a que se toquen sus intereses”.
Dauno Totoro, dirigente Partido de Trabajadores Revolucionarios

“La flexibilidad laboral es un conjunto de estrategias empresariales para aumentar sus riquezas y perjudicar a quienes trabajamos, al mismo tiempo que afirman que una reducción de la jornada implicaría bajar la productividad. Dijeron lo mismo cuando se redujo la jornada de 48 a 45 horas, ¿y qué hicieron? Implementaron el subcontrato, abriendo un nuevo nicho de ganancias en base a precarización, donde las mujeres somos notoriamente las más afectadas. A esto se suma que vivimos una doble explotación, en el trabajo y luego haciéndonos cargo de las tareas domésticas, recibiendo peores salarios, un 30% menos que los hombres, y nos enfrentamos a trabajos mucho más inestables e informales. La precariedad laboral tiene rostro de mujer".
Joseffe Cáceres, dirigente funcionarios Ex Pedagógico

“¿Quiénes pagarán ese costo si se reduce la jornada? Nosotros creemos que deben ser los empresarios en su totalidad, partiendo por toda la riqueza de la que se han apropiado durante décadas en base a explotación y precarización laboral, reflejada en los sueldos miserables que recibe la mayoría de las y los trabajadores, mientras ellos acumulan ganancias exorbitantes. Es momento de poner al centro las necesidades de las grandes mayorías”.
Nicolás Bustamante, dirigente del PTR Antofagasta