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Red Internacional
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Columna de opinión. A propósito de Marcianeke y Los Beatles: ¿Quiénes tienen más acceso a la cultura, la música, las artes y el ocio?

Es preciso indicar que la mayor parte de la población no tiene acceso a las expresiones artísticas más elevadas producidas por y para la clase dominante.

Martes 28 de marzo de 2023

Desde hace unos días que se viralizó un video en redes sociales sobre una entrevista que le hicieron al famoso reggaetonero “Marcianeke” en el canal 24 Horas (de TVN), en donde los periodistas le preguntaron si es que le gustan “Los Beatles”, en el contexto en que Marcianeke está hablando de sus influencias musicales tales como Ñengo Flow o Bad Bunny.

“Yo feliz si llego a compartir un día con ellos”, respondió confundido Matías Muñoz -su nombre real- dando entender que no tenía claridad acerca del grupo anglosajón que se disolvió en 1970. Ante esto, los periodistas Davor Gjuranovic y Pablo Márquez se ríen incómodamente y cambian de tema.

Esto encendió las redes sociales con diferentes puntos de vista, en los que hay algunas personas que creen inverosímil que un famoso cantante no conozca al revés y al derecho a “Los Beatles”, y otros que criticaron la actitud de los periodistas, ya que consideraron que éstos intentaban burlarse de Marcianeke.

Más allá de si los periodistas querían burlarse o no -cosa que más tarde desmintieron- cabe preguntarse, ¿por qué los pobres no conocen a Los Beatles? Es decir, muchas de las personas catalogadas como “flaites”, que no tienen el capital cultural de quienes tienen acceso a buenos colegios y universidades, no tienen acceso a conocer sobre más estilos musicales que los que “se escuchan en la calle”.

Obviamente hay excepciones y existen personas, que a pesar de ser pobres, tuvieron la suerte de nacer con familias que escuchan música, como por ejemplo de Los Beatles, u otros estilos musicales. Sin embargo la mayoría nacimos en familias en donde lo máximo de la cultura que podíamos acceder cuando niños era la televisión, en donde nuestros familiares escuchaban la música que ponían en el Morandé con Compañía.

¿Para quiénes existe un total acceso para el arte, la cultura y el ocio, dentro de este sistema capitalista? Pues para quienes tienen la posibilidad de ir a colegios privados, en donde en primero básico les hacen elegir qué instrumento les gustaría tocar. Para quiénes estudian en liceos públicos y precarios, donde con suerte hay profesores y las salas se llueven en invierno, ¿cuántas posibilidades de acceder a más música y arte? Si con suerte había algunas flautas, como mucho.

Por otro lado, en los sectores populares sí existen variadas expresiones culturales y también influencias musicales, según el contexto, tales como lo son Ñengo Flow y Bad Bunny para Marcianeke. Sin embargo para los medios de comunicación hegemónicos y para quienes tienen acceso a las expresiones artísticas “más elevadas”, estas influencias no son válidas, como sí lo son, por ejemplo, Los Beatles. Además, desde este punto de vista, se le cuestiona a alguien que es famoso por realizar una música que es de raigambre popular, debido a que no cumple con el “mandato social” que otorga cierto “status” a los artistas, que es el hecho de conocer a las expresiones más elevadas del arte de la cual pueden disfrutar plenamente las clases altas.

Si bien, el objetivo de esta columna de opinión no es enaltecer la ignorancia, es preciso indicar que la mayoría de la población -la clase obrera y los sectores populares- no tenemos acceso real a la mayor parte de los terrenos del arte y la cultura, y por más que haya ciertos lugares a los que se puede ir, a veces de forma gratuita… ¿Con qué tiempo? Si la mayor parte del tiempo se está trabajando y siendo explotado por algún capitalista que probablemente sí esté escuchando música o viendo alguna obra de teatro.

La pelea por nuestro propio tiempo de ocio, para poder disfrutar plenamente del arte, la música, la cultura, la ciencia, el estudio y los conocimientos, es parte de la lucha revolucionaria, pues el acceso a estos terrenos está profundamente atravesado por el aspecto de clase.


Benjamín Vidal

Periodista - Universidad de Chile