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Red Internacional
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PARADA MILITAR. A propósito de la parada militar: ¿de qué gloria se jactan?

Hoy se desarrolla una nueva versión de la parada militar, donde las diversas ramas de las fuerzas armadas y de la policía le desfilan a las autoridades y sostenedores del régimen, en honor a las “glorias del ejército”. ¿Se puede sentir orgullo por este día?

Jueves 19 de septiembre de 2019

La actual Parada Militar tiene su origen en la conquista de la “Independencia nacional” con posterioridad a la Batalla de Chacabuco y la creación de la Academia Militar por Bernardo O’Higgins en 1817, donde civiles y militares se encontraban en el Campo de Marte, hoy Parque O’Higgins, a celebrar los hechos ya antes mencionados. Desde 1915, por mandanto del presidente Barros Luco, se instauró el desfile que conocemos ahora, en que cada 19 de septiembre intentan mostrar “lo mejor” de las ramas militares de seguridad y orden, en un epopéyico y forzado relato intentan conservar el espíritu patrio y de orgullo de los militares.

Este respeto y orgullo hacia las Fuerzas Armadas es algo que nos introducen desde pequeños, en clases de historia nos relatan heroicas batallas donde el ejército aplastó a sus oponentes y se consiguió independencia de la Corona Española. Pero nos relatan poco sobre cómo “los valientes soldados” han sido los protagonistas de las principales masacres que han manchado la historia de la clase trabajadora de nuestro país. Que lejos de defender sus slogans fundacionales, los cuales prometen preservar la paz, garantizar la soberanía nacional, mantener la integridad territorial y proteger a la población, instituciones y recursos vitales del país, frente a cualquier amenaza o agresión externa, han sido serviciales a los intereses de unos pocos sujetos que se hacen de todo lo que pueden. Son literalmente “los dueños del país”, los cuales poseen las playas, del mar y del agua, de los bosques y ríos, de las minas y riquezas naturales del país, pero esto no se dio de forma “natural” o a base esfuerzo, sino a punta de saqueo y la explotación, cómplices de la dictadura que los vistió como terratenientes de una constitución que los hizo poderosos.

Estos sujetos defenderán su aberración, justificando el derecho a la propiedad privada a todo costo, cargando sus barrigas llenas de codicia y explotación sobre los hombros de la clase trabajadora, la cual vive las miserias día con día, para que estos pocos capitalistas mantengan sus privilegios.

Acá repasamos algunos de los hechos marcados en sangre y pólvora contra el pueblo trabajador y pobre, que lejos de honrar su existencia nos hace cuestionarnos si los necesitamos.

Batalla de Lircay

De acuerdo a la historia oficial, el 17 de abril de 1830 un enfrentamiento en la ribera del río Lircay dio fin a la guerra civil que selló el triunfo de las fuerzas conservadoras de Diego Portales por sobre los liberales. Las bases de la República de Chile, con un estado autoritario, se cimentaron con más de 200 muertos a su haber.

Para Salazar, se trataba de “un ejército mercenario improvisado por el patriciado mercantil santiaguino”, que derrotó y descuartizó a hachazos al “ejército ciudadano que había ganado la guerra de la Independencia”.

“Pacificación” de La Araucanía

Desde 1860, los intereses económicos, militares y políticos obligaban al Estado chileno a dominar definitivamente los territorios mapuche, que mantenían su independencia, defendida por más de tres siglos, por medio de la fuerza y por sucesivos tratados.

Es “una de las páginas más negras de la historia de Chile”, en palabras del historiador y antropólogo José Bengoa. El ejército chileno usó los métodos más bárbaros de la guerra: mataron mujeres y niños, quemaron sus casas y robaron miles de cabezas de ganado. En 1869, los diarios de la época ya hablaban de una “guerra de exterminio”.

Si bien solo se quedaron como testigos los adornados partes militares, se calculan en varios miles los mapuche masacrados y muchos más murieron como consecuencia del exterminio, desplazados, empobrecidos y hambrientos, según relata Bengoa en sus libros.

Masacres obreras a inicios del siglo XX

En aquella época, el joven movimiento obrero crecía, sus acciones eran cada vez más masivas y, por consiguiente, la represión era aún más dura. Así quedó demostrado con “la huelga de la carne” en 1905, cuando trabajadores y consumidores salieron a las calles de Santiago a reclamar por el encarecimiento. La respuesta militar dejó cerca de 250 muertos.

Dos años antes, una huelga de portuarios en Valparaíso terminó con 50 muertos; luego, en 1906, las fuerzas armadas frenaron una huelga en ferrocarriles de Antofagasta, matando a trabajadores en una cifra que oscila entre los 50 y 300, según distintas versiones.

Matanza en la Escuela Santa María de Iquique

Las versiones más moderadas hablan de unos 2.200 muertos. Otros aseguran que las víctimas superaron las 3.600. Todos coinciden en que fue la más cruel matanza de trabajadores en la historia de Chile, a manos de ejército.

Miles de trabajadores del salitre y sus familias marcharon a Iquique en diciembre de 1907 exigiendo al gobierno apoyar sus urgentes demandas. Cuando la huelga ya superaba los 20 mil paralizados, el gobierno ordenó al ejército desalojar a los manifestantes que se instalaron en la Escuela Domingo Santa María y ante su negativa, comenzó la masacre. Hombres, mujeres y niños fueron acribillados en las salas, pasillos y en el exterior del establecimiento.

De Tarapacá a Puerto Montt: el reguero de sangre continuó

Los siguientes decenios siguen siendo testigos de violencia militar. Entre 1921 y 1925, cientos de obreros fueron asesinados en oficinas salitreras de Antofagasta, en episodios conocidos como San Gregorio, Marusia y La Coruña. Una época en que el oro blanco ya entraba en crisis, la cesantía comenzaba a golpear y los trabajadores aún exigían terminar con las fichas y recibir su pago en dinero.

Más al sur y en 1934, entre 100 y 200 campesinos, trabajadores y mapuche murieron cuando marchaban armados a Temuco, en lo que se llamó la “Masacre de Ránquil”. También se recuerda la muerte de 10 pobladores en Puerto Montt -una niña de 9 meses entre ellos-, en marzo de 1969, cuando el gobierno ordenó a Carabineros el desalojo de una toma de terrenos en el sector Pampa Irigoin.

Dictadura Cívico Militar de 1973

En cifras, cerca de 35 mil personas fueron víctimas de violaciones a sus derechos fundamentales. De ellas, 28 mil fueron torturadas, 2.279 ejecutados y 1.248 permanecen en situación de detenidos desaparecidos