El verdadero peligro para Piñera, para el régimen heredado de la dictadura, para los partidos tradicionales y los empresarios era la entrada de lleno en escena de sectores estratégicos de la clase trabajadora, como los portuarios- que ya habían realizado manifestaciones y paralización parciales, como sectores de la minería, donde en lugares como Escondida habían protestado con “viandazos” y amenazado con paralizar en todo el país, además de las tomas de plantas salmoneras; pudiendo generarse así una alianza potente, y letal para el Gobierno, entre trabajadores de distintos sectores productivos, con jóvenes, profesionales precarizados, pueblo mapuche.
Jueves 12 de noviembre de 2020
Casi un mes llevaba la rebelión popular en Chile cuando se desarrolló en todo el país el llamado a “huelga general” convocado por la Mesa de Unidad Social- que agrupó a centrales sindicales, estudiantiles y de jubilados, dirigidas en su mayoría por el Partido Comunista y el Frente Amplio-, el 12 de noviembre. A la fecha ya habían ocurrido 24 muertes en contexto de protestas sociales, de 33 registradas hasta marzo de 2020 por las autoridades de Gobierno. Chadwick ya había renunciado a su cargo- el 28 de octubre-, asumiendo Gonzalo Blumel el ministerio del Interior, quien, en ese entonces, era ministro de la Secretaría General de la Presidencia.
El país atravesaba potentes jornadas de movilizaciones, iniciadas y protagonizadas por cientos de miles de jóvenes estudiantes, trabajadores, de poblaciones y comunas populares, quienes “pasaron la posta” a millones de personas que salieron a las calles. Piñera se encontraba tambaleando y era repudiado profundamente por la aplastante mayoría (hasta el día de hoy). En todas las manifestaciones y protestas se escuchaban gritos y se veían carteles con “fuera Piñera”, “asamblea constituyente”, el cese de la represión, y terminar con toda la herencia de la dictadura; una democracia para los ricos, que gobernó más de 30 años, hundiendo la salud y la educación del pueblo, mercantilizando los derechos sociales y garantizando el saqueo, la depredación, la explotación, el abuso y la impunidad para los capitalistas.
Pero, el verdadero peligro para Piñera, para el régimen heredado de la dictadura, para los partidos tradicionales y los empresarios era la entrada de lleno en escena de sectores estratégicos de la clase trabajadora, como los portuarios- que ya habían realizado manifestaciones y paralización de jornadas-, los mineros- que en lugares como Escondida habían protestado con “viandazos” y amenazado con paralizar en todo el país-, los sectores energéticos, del transporte, los aeropuertos, salmoneros y forestales; pudiendo generarse así una alianza revolucionaria contra el Gobierno, entre trabajadores de distintos sectores productivos, profesionales precarizados, la juventud, el pueblo pobre, junto al pueblo mapuche.
No obstante, al mismo tiempo que crecían las movilizaciones y se instalaba la perspectiva de la huelga general y afectar la economía, en los círculos del Gobierno y la oposición se preparaba la maniobra y se apuraba la idea de “una convención constituyente” para sacar al pueblo de las calles.
¿Cómo se vivió la huelga general a nivel nacional y, especialmente, en regiones del norte como Antofagasta? ¿Qué rol cumplieron las burocracias sindicales en frenar el avance de la huelga y en el desvío posterior del régimen? ¿Cuál es la importancia de extraer las lecciones de la huelga del 12N?
La jornada de lucha obrera y popular más importante desde la dictadura militar
El martes 12 de noviembre de 2019 amaneció con distintos puntos de protestas, barricadas y cortes de ruta en todo el país. En Santiago, trabajadores, estudiantes y pobladores cortaron Gran Avenida, como parte de la convocatoria de las y los funcionarios del Hospital Barros Luco que, en ese entonces, llevaban más de tres semanas en paro; también hubo manifestaciones de docentes, estudiantes, en poblaciones y comunas populares de la capital; en Calama mineros y trabajadores de otros sectores cortaron ruta en la subida hacia Chuquicamata; en Chañaral hubo corte de ruta en apoyo a la consigna de “asamblea constituyente”; Concepción, San Pedro de la Paz, Coronel y Hualpén amanecieron con barricadas en las principales avenidas; lo mismo ocurrió en Valparaíso, Temuco, Puerto Montt y Puerto Aysén, donde hubo corte en el emblemático puente Presidente Ibáñez, que se hizo conocido en el 2012 durante la revuelta en Aysén, entre muchas otras ciudades de Chile.
En Santiago, durante la tarde de aquel martes, estudiantes del Instituto Nacional ocuparon el establecimiento y se sumaron a las tomas del Liceo 7 y 4 de Santiago, Liceo 7 de Providencia, Liceo Portal La Cisterna, Instituto Nacional Barros Borgoño, Liceo Parroquial de San Miguel, Liceo 112 Ciencia y Tecnología, Nuestra Señora de las Mercedes de Puente Alto, Liceo A5 de Macul, Colegio Santa Cruz, Liceo Andrés Bello de San Miguel, y más.
No se había visto una jornada obrera y popular de esa envergadura desde la dictadura militar en Chile. Confluyó la acción de huelga de sectores de la clase trabajadora con protestas y cortes de calle organizados desde poblaciones, con las y los jóvenes “ni-ni”, “sin futuro”, con profesionales precarizados que años atrás fueron protagonistas de movilizaciones estudiantiles como las del 2006 y 2011.
La convocatoria del 12N significó un gran frente único que involucró a distintas organizaciones, desde la CUT, la Unión Portuaria y cerca de 120 organizaciones sindicales y sociales que unieron la fuerza del movimiento obrero, la juventud y el pueblo pobre. El llamado fue seguido por cientos de miles de trabajadores organizados y no sindicalizados, junto a amplios sectores de masas. Fue un paro productivo, parcial, donde los portuarios fueron el sector más resuelto con la paralización del 95% de los puertos- con un paro efectivo en 25 de los 27 puertos más importantes del país-, arrastrando consigo a sectores mineros, y siendo acompañados por la paralización casi total del sector salud, educación y trabajadores públicos y municipales, que pararon en un 90%; también se sumaron desde las industrias del sector privado, con una interrupción de todo el sector comercio, y sectores de transporte que se vieron paralizados por las enormes movilizaciones que tuvieron en las principales rutas, avenidas y ciudades del país.
En la minería donde, al parecer, más se desarrolló la acción de paralización fue en minera Los Bronces, deteniéndose el 100% de la producción, al igual que en Mina Invierno en Punta Arenas y en El Peñón. En la ciudad y campamento minero de El Salvador se movilizaron con marchas, en Antofagasta pararon los mineros de Guanaco, y la planta de Litio de Albemarle, en Los Andes también se movilizaron con cortes en Andina, en Rancagua, y en minera Escondida y Codelco hubo cortes y bloqueos, pero sin garantizar el paro total de la producción.
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No obstante la fuerza demostrada, la acción obrera no logró ser un paro total, principalmente producto de las cúpulas burocráticas que no se la jugaron por paralizar completamente en áreas estratégicas del transporte público, aeropuertos, industrias o pasos fronterizos, ni en áreas forestales. Y es que esto no fue casualidad, días previos al 12N partidos de la “oposición” ya venían esbozando la idea de “nueva constitución”- como el diputado Boric, personajes del PPD como Jaime Quintana, y del PS-, empalmando con el llamado a una “nueva constitución” realizado por el Gobierno, que tuvo buena acogida por parte de los partidos de la ex Concertación. Sobre este punto volveremos más adelante.
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El rol del Comité de Emergencia y Resguardo en la organización y preparación de la huelga general en la región de Antofagasta
En la capital minera de Antofagasta, surgió el Comité de Emergencia y Resguardo (CER), surgió el 21 de octubre, como un organismo de coordinación y auto organización, que fue impulsado por las y los trabajadores de la educación, quienes abrieron la puerta de la sede comunal del Colegio de Profesores de Antofagasta, permitiendo extender la organización y coordinación de distintos sectores de trabajadores, públicos, privados, sindicalizados y no sindicalizados, articulándose con la juventud, las agrupaciones barriales, de artistas y profesionales, con el objetivo de coordinar la movilización en la comuna y la región; poniendo en pie asambleas generales, coordinando brigadas de salud, centro de primeros auxilios, comisiones de organización y agrupaciones de DDHH con abogados volcados día y noche en las comisarías.
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El CER sobre la base del método de la asamblea general fijó un programa político de emergencia de tres puntos: 1) Fuera Piñera, la policía y los milicos de las calles; 2) huelga general indefinida, 3) para imponer una asamblea constituyente libre y soberana, donde el pueblo trabajador decida.
Y de cara al llamado de paro nacional, la tarde del 9 de noviembre, en una sede de calle Bolívar, tuvo lugar un encuentro de coordinación de los distintos sectores en lucha que sumó a más de 500 personas, donde se expresaron diversos sectores en lucha, como pobladores de la Cachimba del Agua, Playa Blanca, Nicolás Tirado y Miramar, sumando a delegaciones de organizaciones del arte y la cultura, agrupaciones de estudiantes secundarios y universitarios, organizaciones sociales, de Derechos Humanos y movimientos como No+AFP Antofagasta, junto a cientos de trabajadores del retail, la industria, y el sector público, donde destacan el sindicato y el Colegio de Profesores, la ASENF y FENPRUS por parte de la salud, y sindicatos de la industria como el de la fábrica de explosivos de Orica, dirigentes mineros de mantos blanco y lomas baya, y la unión portuaria de Antofagasta.
Una de las principales discusiones giró en torno al llamado a huelga general del martes 12N. En ese entonces se votó organizar en cada lugar de trabajo la huelga general activa, discutiendo la necesidad de sobrepasar “el día de movilización”, poniéndola al centro como el método que permita la paralización de los sectores productivos hasta la caída del Gobierno, incluyendo un llamado a la MUS (quienes se restaron de la asamblea) a abrir los comités de huelga a todos los trabajadores de base para deliberar cómo organizar la huelga general y sacar a Piñera. Algo que, claramente, no impulsaron las dirigencias.
Es así como el 12N en la capital minera se transformó en una gran jornada de paro general y lucha popular, con un importante acatamiento en el sector público, cierre del comercio, paro total en las faenas portuarias, la paralización de los mineros del Litio en las plantas de Albemarle, inaugurando la jornada con cortes de ruta en las principales entradas de la ciudad. Todas estas acciones antecedieron los llamados a marchar hacia Plaza de la Revolución, donde finalmente se realizó un acto político al mediodía, organizado por el CER, en el que confluyeron los dirigentes y organizaciones de la CUT y la MUS en Antofagasta, reuniendo a decenas de miles de personas.
Fue una jornada marcada por la represión, donde el Gobierno y el aparato policial se jugó por impedir que la unidad de las y los trabajadores y las poblaciones se mantuviera en las calles, con un salvaje operativo en la población Bonilla, para evitar que la marcha familiar de las y los pobladores lograra llegar al centro de la ciudad. Pese a esto, el 12N se transformó en una fecha de lucha y organización obrera y popular, que en el caso del norte del país tuvo a Antofagasta como centro.
¿Huelga general para echar a Piñera y conquistar una Asamblea Constituyente o los viejos métodos de presión para conseguir pactos y alianzas con el régimen?
La unión de la clase trabajadora, la juventud y las poblaciones ganando las calles y bajando las palancas de la producción puso a Piñera y a los empresarios tras las cuerdas, sembrando el miedo en la clase dominante, de que la fuerza del paro nacional se extendiera y rompiera la regimentación de la burocracia sindical, abriendo la posibilidad de derrocar el Gobierno y, con ello, dar paso a un cuestionamiento más profundo y letal del régimen de la dictadura.
El espanto apuró a los partidos del régimen que ya empezaban a llegar a acuerdos por abajo sobre cómo poder desviar las movilización y salvarle la cabeza a Piñera. Figuras dirigentes del PS participaron en una reunión “privada” con miembros de RN el viernes 8 de noviembre en el Congreso. Personeros como Miguel Crispi de RD y Boric por CS-FA se reunieron ese fin de semana con el ministro Blumel. La DC y Heraldo Muñoz (PPD) propusieron una salida rápida y política: una “convención” para sacar al pueblo de las calles. Todo mientras el Gobierno continuaba asesinando manifestantes y les arrancaba los ojos al pueblo. Así se gestó el “Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución”, pactado el 15 de noviembre, desde la UDI al FA, y del cual, en los hechos, el PC se terminó sumando.
Las burocracias sindicales- dirigidas principalmente por el PC y el FA- se encargaron de apagar el impulso de la huelga en todo el país. La burocracia sindical minera, tanto la FMC- que agrupa a 15 sindicatos de la minería privada con 8 mil trabajadores- y la FTC- que agrupa a los sindicatos de CODELCO- ratificaron su apoyo al movimiento, pero sin asambleas de base, plantearon que “cada sindicato base tiene libertad para definir y coordinar sus acciones específicas”, abriendo paso a la dispersión, sin garantizar el paro efectivo, ni mucho menos la continuidad de este. Peor fue en el sector de la aviación comercial, donde los grandes sindicatos aeronáuticos actuaron de rompehuelgas y mantuvieron completa operatividad.
Lo mismo sucedió en el Metro de Santiago, donde los sindicatos llamaron a marchar, pero sin garantizar la paralización del sector, es decir, sin asegurar que las y los trabajadores pudieran movilizarse. En el caso de los sindicatos grandes como SIL o Walmart, no llamaron a paralizar, y en ENAP (petróleo)- donde uno de quienes dirige es el DC Nolberto Díaz- paralizaron áreas administrativas en Concón y Concepción, pero trabajaron las áreas de taller y mantención.
A pesar de que el llamado a “huelga general” de MUS ha sido de los pronunciamientos más importantes del último tiempo, el objetivo de la Mesa de Unidad Social- dirigida por el PC, el FA y la ex Concertación- fue utilizar el paro para un “diálogo social sin exclusiones”, eliminando de los petitorios el “Fuera Piñera”, contra la voluntad del pueblo movilizado.
Fue una estrategia concertada “por arriba” entre la burocracia sindical y el bloque de oposición, para “descomprimir” la rabia popular, y presionar para un acuerdo con el régimen, abortando la perspectiva de tirar abajo al gobierno de Piñera y, sobre la base de un gobierno provisorio de las organizaciones del pueblo trabajador, garantizar una verdadera asamblea constituyente libre y soberana.
Tan solo tres días después, en la madrugada del 15 de noviembre, todo el arco político desde la UDI al FA salvaron a Piñera, y pactaron el plebiscito del 25O y el inicio de un “proceso constituyente” lleno de trampas y letra chica, sellando en la impunidad todas las violaciones a los DDHH, las mutilaciones, los asesinatos de militares y carabineros, procesando a más de 2500 personas y encarcelando a más de 600 personas, incluyendo a menores en sedes del Sename.
Por su parte, el PC, a su estilo, se unió a la operación de desvío, con una “pata afuera y una pata adentro”, sin firmar el pacto, ya que este “no incluía” a las organizaciones sociales, como la MUS, y afirmando que dedicarían sus esfuerzos a legislar para que el “proceso constituyente” sea democrático. Esto lo hicieron desmovilizando a la CUT y los sindicatos donde actúan, lo que vemos hoy en día, y muy claramente, al dejar pasar cientos de miles de despidos en plena pandemia y aceptar miserias del Gobierno y empresarios como el aumento de $6.000 en el sueldo mínimo. Con Bárbara Figueroa a la cabeza, la central sindical ha mantenido una tregua criminal con Piñera, votándole leyes antitrabajadores como la "ley de protección al empleo", que le permitió realizar a los empresarios despidos masivos y suspensiones sin pago de sueldos.
Hoy en dia son estas mismas cúpulas burocráticas de los sindicatos mayoritarios afiliados en la MUS- como Mario Aguilar a la cabeza del CdP- las que repiten la secuencia y estrategia de conciliación, buscando alianzas con partidos golpistas y de la vieja Concertación, responsables de administrar la miseria por más de 30 años, como son la DC, el PS, que junto al FA y el PC pretenden “armar listas unitarias” en las elecciones de convencionales, llamando al pueblo trabajador a confiar en los partidos de los “30 años”.
A un año del 12N, hay que extraer las lecciones para vencer
A un año del 12N, desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios creemos que la posibilidad de derrotar al gobierno de Piñera estuvo planteada con la alianza revolucionaria que se desarrolló por la base entre trabajadores, jóvenes y pobladores, la que tenía el potencial de echar abajo al Gobierno actual y poner en pie un gobierno provisorio del pueblo trabajador, basado en sus organizaciones sociales, sindicales, así como de todos los espacios de autoorganización que creó el movimiento de masas en plena revuelta. Y, de esta forma, garantizar una verdadera Asamblea Constituyente Libre y Soberana, como también la conquista de las demandas de la rebelión, como fin de las AFP y pensiones y sueldos dignos; educación, salud y vivienda garantizadas para la población; fin del trabajo precario y la subcontratación; la renacionalización de nuestros recursos naturales estratégicos bajo control de trabajadores y comunidades; los derechos de las mujeres y las disidencias sexuales; el derecho a la autodeterminación del pueblo mapuche y la revolución de sus tierras, entre otras reivindicaciones.
La división entre el pueblo movilizado y “la no entrada” de los sectores estratégicos es responsabilidad de la burocracia sindical y política, que evitó que el movimiento obrero se radicalizara y mientras al pueblo le sacaban los ojos, mantuvo la paz social en los sectores estratégicos de la economía, abortando la perspectiva de la huelga general y de voltear a este Gobierno criminal.
Para unir todo lo que el régimen divide, para derrotar a la burocracia sindical en todos los lugares de trabajo, para revolucionar los sindicatos, desde el PTR insistimos en la necesidad de que los trabajadores, la juventud de la primera línea y los grandes organizadores de la revuelta popular, de las asambleas y coordinadoras, de las brigadas y los comités, necesitan levantar su propio partido; un partido revolucionario que se plantee la perspectiva de organizar la fuerza de las y los explotados, contra los explotadores, que se plantee intervenir en la convención constitucional desde una política independiente de todo partido empresarial, y que tenga como propósito utilizar todas las tribunas parlamentarias de los convencionales para re organizar la movilización del pueblo trabajado por un programa para que la crisis la paguen los capitalistas. Esto mediante un plan de lucha nacional que por medio de la huelga general pueda ser capaz de echar a Piñera y barrer con toda la herencia de la dictadura, garantizando una verdadera asamblea constituyente libre y soberana, en perspectivas de un gobierno de las y los trabajadores. A un año del paro nacional más importante desde la dictadura, esta es la perspectiva que defendemos las y los trotskistas del PTR.