Las declaraciones del presidente de México sobre hacer una “pausa” en las relaciones diplomáticas con España han generado una fuerte reacción en la opinión pública, en esta nota desarrollamos la visión de los socialistas al respecto.
Viernes 11 de febrero de 2022
En la conferencia mañanera, López Obrador se ha referido a la necesidad de hacer una pausa de las relaciones diplomáticas con el imperialismo español. El presidente declaró: “no queremos que nos roben”, en alusión a la operación de las grandes empresas energéticas y bancarias que provienen de capital español.
La declaración de Obrador continuó señalando a Iberdrola, Repsol y OHL como empresas beneficiadas por los expresidentes Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto en los cuales se llevaron adelante millonarios contratos con estas empresas.
Los medios de comunicación de derecha y los políticos de la oposición conservadora rápidamente salieron a acusar al presidente de querer “romper” las relaciones con el Estado español criticando las declaraciones del ejecutivo.
De declaraciones y realidades en la retórica soberanista
No es un secreto que los bancos de capital español ganan en México mucho más que en sus casas matrices. En nuestro país, a BBVA y a Santander, se les permite cobrar muchas más comisiones, así como una tasa de interés más elevadas que en su país de origen.
En otras áreas estratégicas de la economía como las telecomunicaciones, también el imperialismo español está pendiente en México, en particular la Telefónica Movistar es el segundo operador del país con más del 20% de las líneas móviles de acceso a internet, solo por detrás de Telcel del magnate Carlos Slim. En el sector energético grandes empresas como Iberdrola, Gas Natural Fenosa o Repsol, representan importantes intereses capitalistas en el país, mientras que en otras áreas como el turismo también es importante el peso del capital español.
De esta forma, el Estado español es la segunda nación que cuenta con grandes trasnacionales que más invierten en el país, solo después del imperialismo estadounidense. Saqueando los recursos energéticos para obtener ganancias millonarias, ofreciendo servicios financieros que les generan enormes rendimientos y ofreciendo trabajo precario en grandes hoteles de lujo, la dependencia de México con respecto a este país es palpable en distintas ramas de la economía.
Para AMLO, durante los sexenios anteriores hubo autoridades y empresas ibéricas acostumbradas al “contubernio” y "la promiscuidad”. Sin embargo, más allá de que es claro que se llevaron actos de corrupción entre políticos y empresarios españoles en los gobiernos predecesores, el problema es que la explotación del país y sus recursos por parte de trasnacionales españolas continua.
Por su parte, el gobierno "progresista" del Estado español rápidamente ha salido a responder las declaraciones de AMLO y a defender a sus empresas, declarando que "rechaza tajantemente" los dichos del ejecutivo mexicano.
La colonización que nunca se fue
AMLO llama al imperialismo español a “respetar” a nuestro país y dejar de verlo como un territorio de conquista, apelando a impedir el robo y el saqueo. Sin embargo, es claro que no busca confrontar con los capitalistas de este u otro país que tenga inversiones en México, la “pausa” de las relaciones es más bien una declaración que busca golpear a la oposición de derecha a la par que apela a negociar cordialmente con el capital y el gobierno español condiciones de inversión. Lo que no busca el presidente mexicano, es trastocar de raíz la expoliación del país, siendo que si realmente quisiera hacerlo, estaría planteada la expropiación sin indemnizaciones (dada la enorme riqueza que de por si ya han saqueado) de estas empresas trasnacionales, es decir que, en lugar de limitarse a declaraciones que planteen elementos ciertos respecto a lo que estas empresas hacen, pensar realmente la soberanía nacional va necesariamente de la mano tomar acciones de fondo contra la expoliación imperialista.
La ilusión de un capitalismo sin corrupción, donde “todos ganen”, es algo que subyace en su visión de que “siendo claro” con las empresas, se lograría un círculo vicioso tanto para inversionistas como para los trabajadores o usuarios.
La realidad por otro lado, es que los capitalistas buscan maximizar el rendimiento de sus inversiones al tiempo que intentan minimizar los costos, sean salariales o ambientales. Así, el capital español, como lo puede ser el canadiense que se apropia de los minerales en el país o el estadounidense que saca provecho del agua, etc., no se tienta el corazón si de explotar y generar ganancias se trata.
El hecho de que el Estado español sea la segunda nación con mayores inversiones en el país, no se entiende sin el pasado colonial de nuestra nación, durante siglos México fue saqueado y explotado por el imperialismo español. La independencia lograda luego de la guerra que va de 1810 a 1821, logró formalmente constituir una nación, pero continúo dependiendo del poder de grandes potencias económicas, pasando a Estados Unidos el lugar del principal “gendarme” pero, sin dejar de darle un peso específico a los intereses del Estado español y de otros países europeos.
Para lograr una verdadera independencia la soberanía económica del país, hay que cuestionar en primer lugar la propiedad de los recursos naturales y el funcionamiento de los sectores estratégicos de la economía. La explotación de estos recursos, lejos de favorecer a grandes empresas que se llevan toda la ganancia, debe ser aprovechada por el pueblo trabajador, pensando en cómo la riqueza producida por el trabajo de millones de trabajadores permite por ejemplo invertir en industrializar distintas ramas de la economía, rompiendo con la dependencia de los países imperialistas.
Otra medida fundamental de autodefensa nacional para lograr soberanía es la nacionalización del sector financiero, de la banca. Una banca pública bajo control de sus trabajadores funcionando como parte de un plan racional de desarrollo económico, permitiría reorientar la economía y volcar recursos a resolver grandes problemas sociales como la vivienda para la población.
Estas medidas, que tienen un carácter anticapitalista, es lo que está ausente de las declaraciones de AMLO, que hacen énfasis en la corrupción, pero no dicen nada de la explotación. Una explotación que, desde la época de la colonia española, no ha parado.