En una importante demostración de fuerza, el mandatario llenó el zócalo capitalino conmemorando la expropiación petrolera. ¿Qué alcances puede tener este acto en el marco de la polarización política en el país?
Miércoles 22 de marzo de 2023
El pasado 18 de marzo, el presidente López Obrador y su partido Morena, convocaron a un acto en el Zócalo de la Ciudad de México al que asistieron miles de simpatizantes. Morena desplegó su aparato demostrando una vez más una importante capacidad de convocatoria.
En la manifestación se podían observar adultos y adultos mayores, aunque participaron jóvenes, ciertamente eran una minoría entre los asistentes. Muchos de estos fueron movilizados desde alcaldías donde Morena gobierna o como condición al ser beneficiarios de programas sociales (como Pilares), sin embargo muchos otros fueron conscientemente a apoyar a un gobierno que busca presentarse como algo distinto a sus antecesores.
La disputa por la calle
Los partidos de la derecha habían movilizado recientemente en “defensa del INE” mostrando también una importante capacidad de convocatoria en el marco de la discusión del “Plan B” de reforma electoral en la cual han intervenido los partidos neoliberales tradicionales como el PRI y el PAN, pero también organizaciones “civiles” con empresarios como Claudio X Gonzales al frente y otros sectores conservadores.
Pareciera que ambos sectores, Morena en el oficialismo y la oposición derechista, tienen clara la importancia de ganar la calle, salir a marchar o movilizarse con decenas y cientos de miles de partidarios. Esto en el marco de la disputa electoral que se abre el año entrante y donde Morena se juega la posibilidad de darle continuidad a la “Cuarta Transformación” que encabeza AMLO.
Soberanía en el discurso, contrastes y realidades
La expropiación petrolera y la figura de Lázaro Cárdenas se mantienen en el imaginario popular como hitos de la soberanía nacional de cara a la explotación de las potencias imperialistas, algo que AMLO y Morena han intentado explotar como una suerte de “continuadores” de este legado.
No obstante, es importante considerar que la política de la 4T, con todo y su retórica nacionalista ha estado muy lejos de presentar una confrontación al capital trasnacional, algo que se refleja en distintos ámbitos como el no recuperar la explotación minera de manos de trasnacionales que explotan nuestros recursos sin dejar a su paso más que miseria y destrucción ambiental, de la misma manera que no ha buscado renacionalizar los sectores de la industria petrolera que fueron entregados al capital imperialista en los sexenios anteriores.
La subordinación al imperialismo estadounidense es estructural al capitalismo mexicano y se refuerza con tratados como el T-MEC, donde la condición de México continúa siendo la de ser receptor de inversión que saca provecho de la mano de obra y de los recursos naturales, exporta manufactura con poco valor agregado y se convierte en una pieza importante para sostener el lugar del imperialismo estadounidense en el concierto internacional.
Las elecciones que vienen
En el discurso presidencial ocupó una parte de este para intentar presentar a un Morena unido de cara a la elección de candidato y mandar una señal a sus opositores de la hegemonía relativa que el gobierno mantiene en la población. Sin embargo, Gerardo Fernández Noroña no fue invitado al palco de honor, mientras que Ricardo Monreal hizo un ridículo acto a las afueras del Senado fingiendo que participaría del evento.
La trampa del mal menor
La polarización política entre obradoristas y “conservadores”, impide ver los puntos de conexión entre las políticas de los sexenios neoliberales y la 4T. Ambas son dos caras de un mismo régimen de explotación y de expoliación de los recursos. Mientras AMLO garantiza estabilidad política para los negocios capitalistas y planes sociales para las masas empobrecidas sin cuestionar las ganancias de los magnates al tiempo que mantiene la precarización laboral y la militarización, los neoliberales que entregaron los recursos del país a las trasnacionales se presentan como los defensores del mercado y la propiedad privada.
No obstante, en México sigue existiendo una profunda desigualdad y niveles elevados de pobreza que no desaparecen con las “ayudas económicas” del gobierno y mayor gasto público. La clase trabajadora en este país trabaja jornadas extenuantes por bajos salarios y pocas o nulas prestaciones.
En el marco de una economía global que atraviesa distintas crisis de envergadura, es fundamental construir una alternativa política abiertamente de izquierda, anticapitalista, que se posicione del lado de la clase trabajadora. Solo la organización desde abajo e independiente de los partidos del congreso, de los empresarios y de la burocracia sindical, puede terminar con la subordinación al imperialismo estadounidense y conquistar la verdadera soberanía, el desarrollo del país en favor de las mayorías y un futuro igualitario sin explotación ni opresión.