Los partidos de gobierno y de Chile Vamos sellaron un pacto antidemocrático para un nuevo proceso constituyente. El órgano que se llamará "Consejo Constitucional", será controlado por la elite política del país y tecnócratas designados por el actual Congreso. Se trata de una fórmula que había ya propuesto RN y que ahora el gobierno de Boric y todos los partidos que lo respaldan, firmarán junto con la derecha. El acuerdo fue cuidadosamente diseñado para blindar el Chile neoliberal y para no tocar nada fundamental de la herencia de la dictadura.
Lunes 12 de diciembre de 2022
Después de 3 meses de negociaciones a espaldas al pueblo, los partidos de gobierno y de Chile Vamos sellaron un pacto para un nuevo proceso constituyente. Si el Acuerdo de 15N de 2019 fue una verdadera cocina para asegurar la impunidad de Piñera y los represores, este acuerdo es un cocina recargada y hecho a la medida de los grandes empresarios y sus políticos.
Sin ningún pudor, desde el Partido Comunista hasta la UDI acordaron entre cuatro paredes los "bordes" que no se podrán cruzar en las discusiones, así como también los "árbitros" y los tecnócratas designados por el Congreso que elaborarán un anteproyecto vinculante. Todos mecanismos para eliminar cualquier posibilidad de un mínima discusión. El objetivo es que la discusión constitucional se limite a hacer un cambio de nombre y fecha de la constitución, manteniendo los aspectos fundamentales de la Constitución de la dictadura.
El órgano estaría compuesto por 50 personas electas (es decir, lo mismo que el actual Senado oligárquico) y 24 tecnócratas designados por el Congreso: 12 los nombra el Senado y 12 la Cámara de Diputados.
Según los trascendidos, el nuevo órgano constituyente funcionará en tres etapas. En la primera, el comité compuesto por los 24 mal llamados "expertos" realizarán un anteproyecto constitucional el que será presentado a los integrantes del órgano que deberán evaluarlo. Luego de esto, los representantes podrán modificar nuevos elementos al texto. Su quórum general de trabajo será de tres quintos. Finalmente, existirá un espacio entre los tecnócratas designados y el órgano electo, con las mismas atribuciones, para zanjar controversias y entregar un proyecto de nueva Constitución.
El Partido Comunista, que siempre trató de posar como contrario a las cocinas, hoy firmará el acuerdo para blindar al Chile neoliberal.
Ninguna de las demandas urgentes de las y los trabajadores y el pueblo serán discutidas ni resultas por este nuevo fraude constitucional. No se pueden esperar cambios favorables en pensiones, salud, educación. Mucho menos cuestiones estructurales como el saqueo de los recursos estratégicos, la subordinación a las multinacionales y el imperialismo (reforzados por la aprobación del TPP11), el derecho a la autodeterminación de los pueblos originarios.
El pueblo debe rechazar este nuevo fraude y enfrentarlo. No podemos depositar confianzas en que con este cambio constitucional se resolverán las demandas que puso en la agenda la rebelión de octubre. Es necesario que sea la clase trabajadora la que irrumpa en el escenario nacional con un programa de emergencia para que la crisis la paguen los capitalistas y poner la agenda obrera y popular en el centro, el cual sólo podrá conquistarse con independencia y en oposición de este gobierno y del pacto constituyente. Esto es indispensable para retomar el camino de la movilización e imponer mediante la huelga general una Asamblea Constituyente Libre y Soberana.