Susana Aranda ya lleva 6 días de huelga de hambre acompañada por vecinos en su acampe en la puerta de la fábrica que los envenena. Contra todos los estudios que indican que tiene que estar fuera del casco urbano, la empresa sigue contaminando ante la vista gorda de Espinoza y Kicillof.
José Muralla @murayeando
Martes 11 de agosto de 2020 00:00
Postales desde el acampe donde Susana realiza su huelga de hambre
Las Mercedes es un barrio donde todos sus habitantes son pacientes de riesgo ante el covid-19. Esto se debe a que la empresa Klaukol, ahora propiedad de la multinacional suiza Sika, viene contaminando impunemente todo el barrio desde hace más de una década. Si el virus llega al barrio, lo más seguro es que pase como en la italiana región de Lombardía, donde los cuerpos destruidos por décadas de respirar asbesto dieron una tasa de mortalidad violentamenta alta.
“Lo que vivimos acá en el barrio, es lo que está viviendo todo el mundo con la pandemia. Como las gotitas en las que viaja el virus que enferma y mata, igual circula el material particulado que emite Klaukol, llueve sobre nuestras casas”, dicen desde el acampe que montaron los vecinos Autoconvocados Contra la Contaminación de Klaukol en Virrey del Pino.
Susana Aranda, vecina del barrio y activista contra la contaminación de Klaukol, inició hace ya 6 días una nueva huelga de hambre en la puerta de la fábrica donde es acompañada por otros vecinos. No ingiere alimentos ni su medicación, solamente agua. Dice que no está haciendo trampa y lo empieza a notar en su salud. Todos los qué conocemos sus 11 años de coherencia, de presentar cada denuncia documentada, en cada uno de los organismos existentes, sus 11 años de lucha, podemos dar fe de que lo que dice, lo hace. Y repite “siempre dije que Klaukol no va a decidir cuando me voy a morir yo. Yo voy a elegir, total, respirando lo que respiramos, no es más que una cuestión de tiempo”.
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Algunos de sus seres queridos y vecinos intentaron que no haga la huelga de hambre. Le pidieron que no se flagele. Pero Susana se pregunta ¿qué es flagelarse?. Y también se responde: “Lo que yo hago, de hacer huelga de hambre y dejar de tomar medicación, viene a ser un detalle frente a lo que respiramos día a día los vecinos de Las Mercedes por culpa de la OPDS, por culpa de Acumar, por culpa del juez Rodriguez, el juez que tiene la cuenca matanza- riachuelo, por culpa de Fernando Espinoza, por culpa de todos los políticos curruptos, y jueces corruptos que hay en este bendito país. Aca tengo la toxicidad aguda y crónica [NdA: mientras sostiene un legajo] que nosotros respiramos dia a dia. Sin poder defendernos, sin poder evitarlo. Porque respirar tenemos que respirar, no hay otra salida.”
Dada la repercusión que tuvo el accionar de los vecinos, el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) se presentó en el lugar para hacer mediciones de contaminación en el aire. Colocaron una “recolectora”. Pero Susana ya conoce esas trampas, porque cada vez que van a medir, justo ese día Klaukol no produce o dejan solo una chimenea funcionando. Entonces la medición les da bien, y pueden seguir enfermando al barrio.
Tanto la empresa como el gobierno municipal provincial y todos los organismos intervinientes dan cuenta que no sólo no les importa la vida de los habitantes del barrio también se le ríen en la cara.
La impunidad tiene forma de ganancia capitalista
Cómo te informamos en las páginas de este diario son innumerables las denuncias e informes que los vecinos realizaron detallando los contaminantes que llueven sobre sus casas. En junio de este año la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar) íntimo a Klaukol a que dejara de contaminar. Pero como con cada “pedido” gubernamental a los empresarios, ellos hacen lo que quieren. Y el gobierno los deja. Porque si sos jóven de un barrio humilde y sospechan que violaste la cuarentena, podés morir de una bala policíal. Pero si sos un empresario que por acumular más ganancias enfermas o matás a un barrio entero, podés seguir haciéndolo.
Hablar con Susana es algo que conmueve hasta los huesos. Porque peleó. Porque sigue peleando. Porque la amenazaron. Porque unos matones le hicieron tragar dos baterías para que se calle, pero ella sigue peleando. Hasta el final.
Con la voz serena de los que dicen la verdad empieza a recitar los contaminantes que reinan en el aire de Las Mercedes: Cromo, Cobre, Zinc, Arsenico, Selenio, Cadmio, Antimonio, Telurio, Mercurio, Talo, Plomo. “Eso es lo que respiramos, eso es lo que respira mi familia, eso es lo que nos mata”.
“Ley no hay, aca el poder es totalmente monetario”, dice Susana. “De hecho tenemos dos monedas, la moneda del pobre que es el peso, y la moneda del rico que es el dólar. Y el dólar predomina. Nosotros cotizamos en peso, ellos cotizan en dólares.”
Y completa “Hoy es Sika, es mas poderoso, tienen mas dinero, es de bandera suiza. Pero nuestra vida, sigue siendo nuestra vida. Mi familia sigue siendo mi familia. Por eso no voy a tomar mis medicamentos, estoy ingeriendo liquidos. No voy a morir callada en mi cama en mi casa. No se todavía a donde voy a ir. Que me voy a llevar puesto a alguien, también. Porque esto no da para más. Es más humano una bala en la cabeza, y no sufrir, comparado con que te maten de a poco, respirando esto. Es mi decisión y mi determinación.”
Pero el problema no es sólo para los vecinos. También es para los trabajadores de la planta. Susana nos cuenta sobre Epifanio Gómez: “está ahí mendigando un saché de comida porque su garganta se le cerró. Fue obrero de klaukol. Ahora no tiene jubilación, no tiene nada. Lo descartan.” Y luego agrega que “para colmo no hay hospitales, y sólo te atienden si tenés Covid. Pero el Epifanio no tiene Covid, tiene un cáncer terminal. Y no lo atienden”. Para finalizar: “señor gobernador, no hay hospitales. Fernando Espinoza no hay hospitales. Ustedes nos enferman, ustedes nos matan”
Pasan los gobiernos, Klaukol queda. Y los vecinos siguen muriendo
Con Scioli, con Vidal, con Kicillof. Con Espinoza, con Magario y de nuevo con Espinoza. Con Cristina, con Macri y con Alberto. Pasan los gobiernos, los vecinos siguen protestando, y nadie los escucha. Y siguen muriendo.
“Les doy esta explicación para que me entiendan, cual es mi posición, donde vivo. Con que tamaña impunidad llevan esto adelante. Es un genocidio, porque ya no sé cómo llamarlo. Aca tengo un escrito, esta hecho en un juzgado, lo vio un juez. Y no hicieron nada!” dice Susana.
La de Virrey del Pino es planta madre de Klaukol en toda latinoamérica. Según los informes de la OPDS la fábrica entra en la categoría 3, porque contiene y emana químicos letales. Debido a esa categoría no podría estar siquiera en un parque industrial. Debería estar en una zona rural apartada de todo. Pero no. Está en medio de un barrio, a 10 metros de donde comienzan las casas.
Los vecinos piden que de manera urgente cese la producción, hasta que se compruebe que no contamina. Pero Susana cuenta que hasta el momento lo único que reconoció la “justicia” es un reciente recurso de amparo en el que obligó a Klaukol a pagar el alquiler en otro barrio de una familia con un niño enfermo.
Benjamín nació prematuro con 23 semanas de gestación. Estuvo internado en Figueroa paredes un año y después le dieron el alta con respirador y oxígeno, teniendo que continuar un tratamiento que requiere ir quitándole el oxigeno de a poco. Pero las pericias determinaron que ese tratamiento no lo puede hacer en su barrio por la constante caída de sílice. Su familia vive a 100 metros de la tolva que expulsa el material particulado constantemente.
Los empresarios y gobiernos defienden la ganancia. Los trabajadores, la vida
Lo que cuenta Susana es elocuente. Lo que pasa en La Matanza también. Porque Matanza avanza, hacia la destrucción del medio ambiente. Klaukol, la Ceamse, Mercedes Benz, el riachuelo que es un vertedero, la reserva ecológica arrasada para que estacionen sus autos quienes van a las celebraciones de las iglesias evángelicas amigas del peronismo gobernante. Todo con la impunidad más absoluta.
Le consultamos si en estos seis días había tenido alguna respuesta de las autoridades. Y nos responde que “no se acercó ninguna autoridad como correspondería. Porque nosotros no estamos pidiendo nada, no queremos que nos den un plan o algo. Queremos que se haga cumplir la ley que ellos mismos dicen: el artículo 41 de la Constitución nacional y las leyes de protección ambiental que dicen que una industria de categoría 3 no puede estar en el casco urbano. Y sin embargo está en nuestro barrio”.
Desde La Izquierda Diario elegimos contar el testimonio de Susana, intentando amplificar su voz. Y en la de ella, la de todos los vecinos de Las Mercedes. Porque estamos de su lado de la vida.
Porque también denunciamos a los empresarios que incumplen los protocolos ante el Covid, mientras los gobiernos miran para otro lado.
Porque en todos los casos es el pueblo trabajador el que muere. Por lo tanto es el único interesado en que esto deje de ocurrir.
Por eso junto con Susana decimos: ¡Las vidas trabajadoras importan!
José Muralla
Nació en Arenales (BA) en 1984. Es licenciado y profesor en Ciencia Política (UBA). Trabaja como docente de nivel medio en CABA y La Matanza. Desde 2007 milita en el PTS. Vive en Lomas del mirador y es parte del staff de La Izquierda Diario de la Zona Oeste del GBA.