El joven embarcador Sebastián Saavedra Carter (28 años), que trabajaba en la línea de frío de una empresa exportadora de frutas, falleció luego de que un camión le pasara por encima. Es el primer accidente fatal en los puertos del país en lo que va del año.
Martes 3 de marzo de 2015
La versión oficial
Según lo que ya ha sido instalado como la versión oficial de los hechos, el primer turno de este domingo 3 de Marzo Sebastián Saavedra habría estado usando su celular cuando, para buscar sombra, se metió debajo del remolque precisamente cuando el camionero iniciaba el movimiento de la máquina, la cual le pasó por encima. Por su propia iniciativa, operadores de grúas horquilla de alto tonelaje levantaron el camión para salvar al trabajador, que fue trasladado en la ambulancia del IST dispuesta en la entrada del puerto, falleciendo en el hospital Carlos Van Buren.
Las licitaciones y los accidentes
El año 2014 cerró con 5 fallecidos en los puertos: Wilber Quispe en Arica; Daniel Marambio, José Farías y Raúl Uribe San Antonio; y Enrique Petersen en Valparaíso. El 2013 había registrado la muerte de Mario Vásquez, en Antofagasta. Así las cosas, la tasa de mortalidad se multiplicó por 5 justamente cuando está en pleno desarrollo la segunda etapa y final de las privatizaciones de los frentes de atraque del país. En este caso concreto, este primer fallecimiento se da en medio del proceso estrella de este "plan modernizador": la licitación del Terminal 2 de Valparaíso a la española OHL, quienes prometieron invertir US$ 500 millones para duplicar la capacidad de transferencia de carga (recordemos que este proceso inició en el Gobierno de Frei el año 1999, y que en el caso de Valparaíso se tradujo en una lucha de resistencia conocida como "el puertazo", que sólo pudo se controlado por la vía policial y por la vía de platas que llegaron a manos de los dirigentes sindicales).
Por ello es que, posterior a este accidente, y con ocasión de que es el primer fallecimiento con la Ley Corta de Puertos en vigencia, los marinos se han dedicado turno a turno a fiscalizar cómo se realizan las faenas, instalándose como guardianes de los jefes desde la misma charla de seguridad y siendo así parte del discurso, repetido ahora más que nunca, de que el trabajador tiene la culpa. Mientras, la empresa saldrá libre de toda responsabilidad y no tendrá que responder ni pagar por nada.
Es decir, las privatizaciones no han demostrado ser ninguna garantía a la vida de los trabajadores sino, al contrario, una inmensa fuente de riqueza a las empresas.