La controversia de la miniserie documental de Netflix que provoca, al menos, curiosidad.
Sábado 9 de enero de 2021 15:12
En estas épocas de redes sociales donde confluyen opiniones tan autorizadas, como desvalorizadas e irrelevantes, la controversia en torno a la miniserie documental presentada por Netflix, “Rompan Todo. La Historia del Rock en América Latina”, que incluyen demasiadas ironías sobre el ego de uno de sus productores, el argentino Gustavo Santaolalla, provocan, al menos, curiosidad hacia la serie. Tratar de condensar casi siete décadas de historia de la evolución del rock en el continente, en menos de seis horas, no es tarea fácil. Por tal razón, la dinámica del relato tiene algunas omisiones imperdonables, en mi caso, las descubro en el rock argentino, pero es posible que a los fanáticos de otros países les ocurra algo parecido.
Es valida, buscando los orígenes, la mención a los grupos de covers mejicanos, como Enrique Guzmán y sus Teen Tops, que si bien no tenían la esencia del rock en su estilo, pusieron en castellano los clásicos americanos de Jerry Lee Lewis o Little Richard entre otros. Algo similar ocurre con Sandro en Argentina. Pero la mirada histórica, es amplia por demás al rescatar como pioneros del rock argentino a las figuras del Club del Clan, como Palito Ortega. El documental, refleja en esta primera parte, la influencia del sonido del rock, cuando aún no tomaba un espíritu contestatario, y se limitaba a un mero producto comercial e inofensivo, pensado para un mercado joven. Todos los entrevistados coinciden en que el impacto transformador en el continente, fue la aparición de Los Beatles, lo que derivó en que Los Shakers uruguayos, tomaran la posta, y dieran forma al sonido beat, que comenzó a manifestarse con sus propias letras en español, con Argentina como pionero, con la trilogía de Los Gatos, Manal y Almendra, a la que forzadamente, Santaolalla intenta sumar a Vox Dei, y a su banda Arco Iris, que llegaron algo más tarde a ese rock en castellano de la primera hora.
Para fines de los 60s, con la llegada de los movimientos hippies, el documental muestra su mayor acierto, que es mostrar la historia de América Latina como una unidad, poniendo en relieve al rock, como expresión contracultural de la juventud que daba respuesta en los distintos países, a una realidad política, social y económica, que, con matices, era la misma en todo el continente. Enfoca muy bien la seguidilla de dictaduras militares que fue dominando cada país, y las repuestas de bandas como El Tri en México, Los Jaivas en Chile, Los Saicos en Perú, y Pescado Rabioso, León Gieco, o Pappo’s Blues, en Argentina, y es aquí donde hace ruido la omisión de nombres como el de Miguel Cantilo con Pedro y Pablo, o de Raúl Porchetto. Y en los 70s, hay un silencio absoluto sobre las bandas del Rock Progresivo argentino, como Crucis, Alas, Espíritu o La Máquina de Hacer Pájaros.
Para los 80s, cuando se comienzan a renovar el aire en algunos países de Sudamérica, la historia ya escrita marca la llegada del New Wave, que desembarca en Argentina, de la mano de dos álbums claves, ambos concebidos en el extranjero, “A dondequiera que voy” (1980), de Miguel Cantilo y Punch, traído desde España, y “Santaolalla” (1982), que venía de USA, en plena Guerra de Malvinas. En el documental, otra vez, no hay mención para Cantilo. El New Wave, refrescó el sonido y la imagen de rock, que comenzó a incorporar el humor y la ironía, un lujo que podía permitirse porque las democracias latinas transmitían esperanzas, a excepción de Chile, aún en dictadura, en donde Los Prisioneros, con un sonido pop, decían lo que la Juventud no podía. Justamente Chile, y México, en donde aparecían grupos como Botellita de Jerez, abrieron sus puertas, al mercado español y argentino sobre todo, y bandas como Soda Stereo, marcaron el camino de América Latina toda, a otras bandas como Zas, Los Enanitos Verdes, o a históricos como Charly García.
La decepción se apoderó de todo el continente a fines de los 80’s y principios de los 90’s, las democracias no hicieron más que exhibir que, con el neoliberalismo, detrás del poder político seguían los mismos poderes económicos, y la línea narrativa de Rompan Todo lo expone muy bien, resaltando como más descarnada en esa época, a la protesta del rock mexicano, que comienza a incorporar elementos autóctonos al rock, dándole una identidad a las letras contestatarias, de la mano de Maldita Vecindad o Café Tacuba, mientras que en Argentina, todo ese proceso fue liderado por bandas como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y más tarde la Bersuit, o Los Piojos, entrando al nuevo milenio con estallidos sociales como los de Argentina en 2001, debacles económicas como las consecuencias sociales del efecto Tequila en México, o la reacción contra la Guerra de clanes narcos y el gobierno colombiano, que encontró su respuesta en el metal de Medellín. Para las primeras décadas del nuevo siglo, el documental, pone en relieve la incorporación al rock, de la tecnología, las computadoras, samples, etc, incorporados como un instrumento más de los músicos, como así también, ya es una expresión consolidada el hip hop o el rap, que había comenzado años antes, con Control Machete de México, o Illya kuryaki and the Valderramas en Argentina, resaltando a los portorriqueños de Calle 13.
Otro punto a favor del documental, es mostrar las reacciones provocadas por tragedias como el terremoto de México de 1985, y la solidaridad del ambiente rockero. O la herida abierta en Argentina a partir de la tragedia de Cromagnon de 2004, en donde todos los entrevistados, en especial el Zorrito Von Quintiero, apuntan a la corrupción del Estado en los controles de seguridad. Por otro lado, la participación femenina es una constante en todo el documental, con menciones y entrevistas a distintas mujeres que han sido parte de toda la construcción y transformación de este género en Sudamérica, pero destacan, por su conciencia, los aportes de Andrea Echeverri, de los colombianos de Aterciopelados, que dan paso a las firmes posiciones de la chilena Mon Laferte, o la mexicana Julieta Venegas. A pesar de esto, parece forzada, para no desentonar con los tiempos que corren, la definición de que el futuro del rock es femenino, cuando aún no hay una gran predisposición al respecto dentro de este ambiente, y no aparecen ni siquiera en una mención la banda Eruca Sativa.
Santaolalla es un capítulo aparte en sí mismo. Nadie puede negar que el músico argentino juega en primera desde hace muchos años. Que su prestigio como productor discográfico está ampliamente ganado en buena ley. Y además, se dio el lujo de ganar una par de estatuillas de Hollywood por sus bandas sonoras para diversos films. Quizás no era necesaria su participación en el relato, ya que su rol de productor, sumado a sus narraciones, y a que las mayorías de las bandas que aparecen fueron producidas por él, le dan un carácter omnipresente que le juega en contra, (a él, no al documental). “Rompan Todo: La Historia del Rock en América Latina”, es un cúmulo de información muy bien ordenada para ser transmitida con mucha dinámica, pero tiene una mirada sesgada por momentos, y demasiado amplia en otras ocasiones, lo que hace que el relato lineal, efectuado a toda prisa, caiga periódicamente en lo superficial, y pase por alto algunos aportes de músicos y personas fundamentales. Con todos estos claros y oscuros, no deja de ser un documento interesante para tener una mirada parcial, o inicial, de la historia de rock latino, una especie de punto de partida que debería alentar al espectador a profundizar sobre los hechos, y buscar un panorama más completo.