Desde la semana pasada se viene desatando una durísima campaña mediática impulsada por la patronal de Acindar. Están buscando disciplinar a través del miedo, amenazando con llevarse el 30% de la producción a Brasil.
Jueves 14 de mayo de 2020 17:43
En 1991, con el método del lock out, la patronal de Acindar logró imponer la multiplicidad de tareas, después de un conflicto de magnitud del que participó la comunidad de Villa Constitución de conjunto, y que terminó, no sin lucha, con un saldo de 3600 familias en la calle, entre despidos y “retiros voluntarios”. Ahora busca establecer nuevamente las reglas de juego: o aceptan la reforma laboral, o nos llevamos el 30% de la producción a otra parte.
La presión de las patronales para consolidar un nuevo Pacto Social que les permita seguir ajustando no es nuevo, ya lo veníamos viendo antes de la pandemia. En 2017, el intento de impulsar la Ley de reforma laboral fue frenado gracias a la enorme movilización que rechazó la reforma previsional, poniéndole un límite a Macri. La burocracia sindical tomó nota, y a partir de ese momento la reforma se comenzó a aplicar sobre los convenios colectivos de trabajo. Acindar está buscando imponer un nuevo “acuerdo marco”, que les permita lo que no pudieron imponer en su momento: rebajas salariales y mayor flexibilidad laboral. Para eso, al igual que otras grandes patronales como el grupo Techint de Paolo Rocca, utilizan el método de la extorsión.
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Todos vimos la campaña contra los trabajadores de Villa que lanzaron en los medios: quieren instalar con fuerza la idea de que si Acindar se lleva o no su producción a otro país, depende de la voluntad de los trabajadores: si no luchan y aceptan las condiciones que quiere imponer la patronal, no hay nada de qué temer. Conocemos el argumento de sobra, porque es el mismo que escuchamos cuando fue la lucha contra el cierre de Paraná Metal.
La situación abierta con el Covid19 profundizó este malestar patronal, y abrió al mismo tiempo nuevas posibilidades de aplicación de medidas para atacar conquistas obreras. En el caso de Acindar, no alcanza con el acuerdo de suspensiones que implica rebaja salarial para el conjunto de la fábrica y que pone en peligro parte de los puestos de trabajo. La patronal va por más, y se dirige al conjunto de la población de la combativa Villa Constitución para, a través de la amenaza de llevarse la producción a otra parte, disciplinar al conjunto de los trabajadores.
La ciudad de conjunto se mantuvo alerta, durante varios días, siguiendo la fuertísima campaña mediática que lanzó Acindar. Se comentó en todas las casas, barrios, almacenes, y dentro de la fábrica. No es para menos, se trata de la fuente de trabajo de una gran parte de la población de Villa y de la zona.
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Esta campaña no sólo apunta a sembrar el miedo a la pérdida de la mayor fuente de trabajo de la zona sino, también, a dividir a los trabajadores del resto de la sociedad. En una ciudad marcada por el desempleo y la precarización en los talleres, empresas contratistas, empleados de comercio, gastronómicos (la misma Acindar contrata mes a mes a una porción muy importante de su plantilla), quieren convencernos de que las conquistas obreras que costaron grandes luchas, son en realidad privilegios. Buscan borrar de un plumazo que hubo muertos en la fábrica producto de la flexibilidad creciente, que hay enfermos o rotos por los ritmos de producción y que, producto de la desidia, Acindar es una enorme fuente de contaminación ambiental. Por ninguna de esas cuestiones, ni el gobierno provincial ni el municipal hizo el más mínimo ruido. Cuando la patronal aprieta con sus necesidades, hay voces desde todos los sectores. No solo Berti apareció en todos los medios, sino que el Ministro de Trabajo de la provincia, Roberto Sukerman, al visitar la ciudad, habló de aislamiento y protocolo, amenazando con sanciones a las empresas que no cumplieran con el mismo. Como no podía faltar, responsabilizó a la población por el peligro de contagio: “nada de besos, nada de abrazos, nada de compartir el vaso o el tenedor”. Dejó en claro, también, que el Estado está muy presente, “ayudando” con medidas económicas de todo tipo a las empresas que dicen estar en crisis. Acindar, en particular, ya se benefició -además de las rebajas salariales- del 95% de quita en los aportes patronales, y de subsidios del ATP.
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Hay algo en lo que las patronales, los gobiernos y los sindicatos están de acuerdo: “tenemos que tirar todos juntos para el mismo lado”, pero ¿cuál es ese lado? Está claro que no es el de los trabajadores.
Hoy, jóvenes trabajadores precarizados en diferentes ciudades del país se manifestaron para reclamar por sus derechos. En el país, son millones los que trabajan en negro, en pésimas condiciones laborales y sin representación de ningún tipo. Ellas y ellos, y trabajadores en lucha como los de Penta o Fate nos están mostrando el camino.
Frente a las patronales que en medio de la crisis no paran de amenazar y pretenden avanzar aún más sobre nuestros derechos, es necesario que todas las representaciones políticas y sindicales se pongan en el camino de la defensa de las conquistas obreras, abandonando el camino de la mesa de negociación, que sabemos que nunca trae nada bueno para los trabajadores.
Giorgina Lo Giudici
Nació en Rosario, provincia de Santa Fe, en 1985; vive en la ciudad bonaerense de San Nicolás. Es militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y profesora de Historia. Fue coordinadora del equipo de traductores y traductoras del libro de Harold Walter Nelson titulado León Trotsky y el arte de la insurrección (1905-1917), Ediciones IPS-CEIP.