Las primeras manifestaciones por el impeachment de la presidenta Dilma Rousseff luego de que tuviera lugar el pedido en la Cámara de Diputados registraron una adhesión mucho menor que las otras tres protestas de 2015.
Martes 15 de diciembre de 2015
Diputados y senadores de la bancada del PT llegaron a la reunión del partido este lunes celebrando el vaciamiento de las manifestaciones de este domingo (13) que pedían el impeachment (destitución parlamentaria) de la presidenta Dilma Rousseff. Las manifestaciones en las calles podrían ser uno de los factores decisivos en el desarrollo del proceso, pero con la pérdida de fuerza de los actos, en lugar de intensificar las condiciones para el impeachment pueden haber creado condiciones más favorables para la actuación del gobierno.
Según datos divulgados por la Policía Militar, en los Estados en los que hubo manifestaciones la cantidad de participates ascendió a 73.000 en todo el país. Según la Secretaría de Seguridad Pública de San Pablo, donde ocurrió la mayor protesta, 30.000 personas fueron a la Avenida Paulista.
Con base en fotos aereas registradas a las 15:30h, la agencia Estadão Dados calculó en 28,5 mil las personas en la Paulista en el pico de la protesta. Datafolha estimó en 40.000 el público circulante en la avenida a lo largo de la protesta. Para los organizadores, fueron 100.000.
Los números son muy inferiores a los de las manifestaciones anteriores. La mayor, ocurrida en marzo, reunió a 1 millón de personas solo en la Avenida Paulista, según la Policía Militar. En abril, la cantidad bajó a 275.000 y en agosto subió a 350.000.
Una investigación de Datafolha trazó el perfil de los manifestantes que fueron a la Avenida Paulista. Según el relevamiento, las protestas en San Pablo reunieron a un público mayoritariamente de clase media, con una edad promedio de 48 años, y el 44% de ellas con un ingreso superior o igual a 10 salario mínimos.
El mismo domingo (13), grupos como Vem Pra Rua y Movimento Brasil Livre anunciaron manifestaciones por el impeachment para el 13 de marzo. Parlamentarios del PSDB, DEM y otros partidos rivales de Dilma y el PT apoyaron la iniciativa. "Fue importante que le hayan puesto fecha a nuevas manifestaciones. Eso ayuda a mantener la movilización y deja el gobierno bajo presión", dijo el diputado Bruno Araújo (PSDB de Pernambuco), líder de la minoría en la Cámara, que estuvo en el acto de Recife. Es decir, la única posibilidad de discurso de la derecha frente al fracaso de los actos fue apoyarse en próximas convocatorias.
Opinión
Las marchas eran una de las acciones que potencialmente más importantes para los sectores a favor del impeachment. En el juego de fuerzas entre el gobierno y la oposición en las alturas, con una serie de acciones y maniobras, una acción callejera podría haber sido un factor que incline la balanza, pero demostró cierta debilidad de la capacidad de la derecha para movilizar a la sociedad civil alrededor de la bandera del impeachment.
La realidad es que, según la investigación de DataFolha, al menos la mitad de la composición de los actos eran de sectores de clase media alta o incluso ligados a las clases dominantes, lo que demuestra desde el punto de vista de clase de la derecha que no ha logrado movilizar masivamente a sectores de los trabajadores y la juventud.
Uno de los principales factores que inciden en esa ecuación es el enorme cuestionamiento al articulador del impeachment, el diputado y presidente de la Cámara Eduardo Cunha (PMDB). Los escándalos de corrupción de cuentas en Suiza y de la operación Lava-Jato que investiga la corrupción en Petrobrás, debilita mucho cualquier pedido de impeachment que venga de un diputado completamente enlodado en la corrupción.
Por otro lado, el gobierno todavía no logró articular las fuerzas para la caída de Cunha, o su intención inicial de articular las votaciones rápidamente en el mes de diciembre, incluyendo la pérdida del receso parlamentario, para que aprovechando el momento un poco más favorable pudiese recomponer las fuerzas del gobierno y preparar una mayor concentración para el ajuste fiscal contra los trabajadores, que ha sido la principal orientación política del gobierno.
El escenario más probable, por lo tanto, es que siga el juego político en las alturas, sin que el gobierno tenga fuerza para recomponerse o la derecha para imponer el impeachment, un juego que cuanto más se extiende en el tiempo, más aumenta el desgaste del gobierno.
Con la crisis de la presidencia, pero también el fuerte cuestionamiento de Cunha -y por consiguiente del parlamento-, aumenta sin embargo no solo el desgaste, sino la crisis de representatividad.
Frente a este escentario, cualquier respuesta que solo cambie al personal político pero que mantenga el sistema político, esta democracia bastante degradada, sería insuficiente. Es necesaria una asamblea constituyente libre y soberana, para tirar abajo este sistema político de corrupción y ajuste fiscal, comenzando por medidas como que todo político gane como una maestra y que sean revocables. A partir de ahí, plantear respuestas estructurales a los problemas latentes del país, como la necesidad de reestatizar empresas como Vale, controlada por los trabajadores, liberándose del juego del capital financiero nacional e internacional. Además, sería necesario imponer el cancelamiento de la deuda pública, una radical reforma agraria y ruptura de los acuerdos de subordinación con el imperialismo, además de garantizar inversiones macizas en educación, salud, transporte y vivienda.