Organizaciones No Gubernamentales de varios países de América Latina aseguran que ni México ni Guatemala ofrecen condiciones para ser países seguros para los inmigrantes centroamericanos.
Sábado 22 de junio de 2019
El concepto de Tercer país seguro proviene de una figura legal creada por el gobierno estadounidense para detener la inmigración hacia su territorio.
Formalmente se define como la nación al que el inmigrante llega y se instala sin que sea su destino original, sobre la base de un acuerdo o un tratado en el que dicho país de residencia se compromete a brindarle las condiciones necesarias para que ya no siga su viaje.
El ejemplo clásico desde hace unos años es Turquía, país que sirve de filtro para evitar que los inmigrantes de Medio Oriente puedan llegar a Europa, especialmente a Alemania.
Es una “opción” para el país al que inicialmente se tenía contemplado llegar, pero bajo supuesto de que dicho "tercer país" es un lugar suficientemente seguro para ofrecer un mínimo de protección los derechos humanos de quienes emigran.
Esto se lleva a cabo en el entendido de que aquel "tercer país" firma un acuerdo en el que acepta esas condiciones, por lo que recibe una cierta cantidad de recursos económicos para poder llevar a cabo dicha tarea. De esa manera se retira a las personas la posibilidad de seguir migrando hacia alguna de las metrópolis.
Básicamente la Unión Europea paga al "Tercer país seguro" para que retenga los flujos migratorios, por supuesto esos recursos no son para que quienes permanecen ahí vivan dignamente, sólo para retenerlos.
En esencia el concepto de "Tercer país seguro" se acuñó para que el imperialismo europeo no tenga que hacerse cargo de los inmigrantes que ellos mismos crearon, con sus políticas de expoliación y saqueo de los recursos naturales de los países pobres que se convierten así en exportadores de mano de obra migrante.
De la misma manera funciona y piensa el imperialismo estadounidense, y quiere aplicar a México estas medidas para convertir a nuestro país en el equivalente al muro que tanto ha deseado Trump.
¿Por qué México no es un país seguro?
En estos días el gobierno del gigante del norte ha impulsado esta política para convertir a México y a Guatemala en filtros que detengan a los inmigrantes centroamericanos. Con las posibles nuevas cláusulas legales estas personas ya no podrían solicitar asilo en EE.UU., violando tratados de movilidad que ellos mismos han firmado.
México hasta este momento se ha negado a aceptar este trato, pero la presión yanqui continúa y posiblemente vaya a ceder como cuando lanzó a la Guardia Nacional contra los inmigrantes en la frontera sur, ya que el gobierno de Morena no tiene una política humanitaria consecuente ni se encuentra dispuesto a enfrentar al imperialismo estadounidense.
México hasta este momento se ha negado a aceptar este trato, pero la presión yanqui continúa y posiblemente vaya a ceder como cuando lanzó a la Guardia Nacional contra los inmigrantes en la frontera sur, ya que el gobierno de Morena no tiene una política humanitaria consecuente ni se encuentra dispuesto a enfrentar al imperialismo estadounidense.
Organizaciones No Gubernamentales de distintos países de América Latina han señalado que ni México ni Guatemala son países seguros porque no son capaces de garantizar un mínimo de condiciones materiales y tampoco la atención de los derechos humanos para los inmigrantes. La realidad de nuestros países es de pobreza, violencia y saqueo imperialista.
Por ejemplo, el gobierno de la Cuarta Transformación ha aplicado una serie de recortes presupuestales que precarizan la vida de los trabajadores mexicanos, incluyendo a los que les correspondería el sistema de refugio; al principio del sexenio la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) había solicitado por lo menos cinco veces más recursos de los que tenía originalmente.
Sin embargo, la respuesta del gobierno de AMLO fue cercenar los recursos en vez de aumentarlos, cuando de por sí la Comar ya venía siendo liquidada por los recortes de los gobiernos neoliberales. Esto da como resultado que sea imposible considerar a nuestro país como seguro para la inmigración.
La Comar recibía 25.8 millones de pesos en 2018, para 2019 la cifra se redujo a 20.8 millones de pesos, cuando las solicitudes de asilo han aumentado en 195% según informó el propio organismo de apoyo a los refugiados.
Por su parte, EE.UU. se deslinda de la responsabilidad de hacerse cargo de aquellos que son desplazados de sus lugares de origen producto de su propia política imperialista, cuando durante décadas presumías de ser un país “democrático” responsable y por ello capaz de cumplir con el trabajo humanitario de recibir a los refugiados de cualquier país del mundo.
No es una cuestión de hipocresía que una gran potencia mundial que se hace llamar el “más democrático del mundo”, cierre sus fronteras a la mano de obra migrante que camina hasta su frontera demandando el trabajo y seguridad que ya no encuentran en sus países de origen luego de casi dos siglos de explotación y saqueo.
Ya son diez años post crisis y la gran potencia no se puede levantar de la "Gran Recesión" del 2008 y para el 2020 existe la posibilidad de un nuevo estancamiento recesivo.
Así, los flujos de mano de obra a EE.UU., para llevar a cabo los trabajos más precarios que los estadounidenses normalmente no quisieran hacer en la ciudad y en el campo, tienen que ser detenidos; reteniendo físicamente por fuera de sus fronteras a una gran parte de los millones de potenciales desempleados que agudizarían dicha crisis y que el Estado yanqui ya no puede mantener dentro de su territorio, por más que fueran una enorme fuente de plusvalía.
El enlentecimiento de la enorme planta productiva estadounidense aplasta así al eslabón más débil de su cadena productiva, los trabajadores de los países subordinados a ella.
El enlentecimiento de la enorme planta productiva estadounidense aplasta así al eslabón más débil de su cadena productiva, los trabajadores de los países subordinados a ella.
Esta realidad hace que estos gobiernos política y económicamente dependientes no puedan garantizar la defensa de los derechos humanos. Son gobiernos al servicio de los capitalistas, los de las grandes trasnacionales y la bolsa de Nueva York, y no les interesa ni pueden garantizar el bienestar de los trabajadores que tuvieron que abandonar sus lugares de origen para sobrevivir.
Conceptos como el "Tercer país seguro" son para los capitalistas estadounidenses una forma de disfrazar su incapacidad de absorber el excedente de mano de obra por ellos creado. Demuestran que lo único que pueden ofrecer tras la máscara del "tercer país" es una política de persecución y criminalización contra la movilización de los trabajadores migrantes que buscan nuevos horizontes ante las condiciones de saqueo y empobrecimientos de sus países.