El último día del mes de noviembre fue testigo de la primera audiencia pública desde que gobierna Cambiemos sobre la limpieza del Riachuelo. Sólo con preguntas, la Corte Suprema expuso la desidia de los gobiernos nacional, provincial y porteño. Hoy son sus trabajadores quienes opinan sobre lo que pasó y cuál es la situación de la ACUMAR.
Viernes 2 de diciembre de 2016
Como publicó La Izquierda Diario y medios de todo el país; en la audiencia pública convocada por la Corte Suprema de Justicia para que se rindan cuentas sobre el fallo que ordena a los estados nacional, bonaerense y porteño a limpiar el Riachuelo, la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar) no pasó la prueba. Hoy son sus trabajadores quienes opinan sobre lo que pasó y cuál es la situación de la ACUMAR. Dado las represalias que sus trabajadores podrían tener, resultado de expresar sus opiniones, las publicamos con nombres que no son reales.
Marcela
Como trabajadora de la ACUMAR la respuesta de nuestras autoridades en la audiencia pública fue vergonzosa. No sólo trabajamos todos los días poniéndole el cuerpo, poniéndole el pensamiento, poniendo el esfuerzo a un organismo que tiene que trabajar por la población de la cuenca sino que además vivimos sufriendo los debacles que comenten las distintas gestiones que han pasado por el organismo y también la presión de ser trabajadores precarizados.
La ACUMAR es una institución tan inestable que por ejemplo en la Dirección de Salud las autoridades como máximo vienen durando 6 meses. Cada nueva autoridad que aparece reinicia los procesos de trabajo, desconociendo y desmereciendo el trabajo que se hizo previamente. Eso no es sólo perjudicial para los trabajadores sino que no da una línea de continuidad en el trabajo con la población más vulnerable de la cuenca. Y la salud tendría que ser un eje transversal de trabajo en toda la ACUMAR como una de las principales causas que hay en este momento en la disminución de la calidad de vida de los ciudadanos.
Además como trabajadora viendo la mirada y la respuesta atónita que tenían los funcionarios, me sentí completamente desvalorizada, sentí que nuestro trabajo no tenía ningún valor. No pudieron dar respuestas que inclusive se encuentran en los informes que nosotros mismos les entregamos para que ellos firmen y presenten a la Corte, o sea que no los han leído. No pudieron dar cuenta de la situación epidemiológica actual de la Cuenca Matanza-Riachuelo que es algo que se viene trabajando y actualizando día a día. Entonces nuestro trabajo es desvalorizado y desconocido. Este tipo de funcionarios que se mostraron perplejos ante preguntas que tendrían que poder responder “de pe a pa” nos muestra la escasa política que existe en la ACUMAR y cómo la ACUMAR termina siendo una caja chica para el Estado Nacional.
No hay políticas públicas serias en este momento para el trabajo con la población más vulnerable de la Cuenca. Y es la población la que siempre termina perjudicada. Parece que los funcionarios se olvidaran que no importa en el rango que se encuentren -sean de primera, segunda o última línea- sus sueldos los pagan los ciudadanos de este país y es a ellos a quienes tienen que rendir cuenta. Y la respuesta que se dio ayer fue una falta de respeto para nuestros conciudadanos.
Marisela
En principio los trabajadores de ACUMAR no entendemos cómo sucedió lo del miércoles. El Juez no hizo más que hacer las mismas preguntas que había hecho en las Audiencias anteriores, pero pareciera que la idea de esta gestión es hacer borrón y cuenta nueva con el camino recorrido por este organismo desde el 2008.
Somos conscientes de que no nos hemos acercado a las metas propuestas. Sin embargo, también sabemos por qué, y sobre la base de lo hecho somos capaces de ver los errores y la manera de corregirlos. Esto se debe a que en ACUMAR, los trabajadores no sólo nos hemos formado por la propia experiencia sino que nos hemos involucrado en la cuestión ambiental de la Cuenca. Contamos con un gran equipo de más de 800 trabajadores, muy comprometidos y con mucha capacidad técnica y profesional.
Lo que está sucediendo nos duele. Nosotros venimos día a día a cumplir con nuestras tareas, y nos esforzamos por ello teniendo en cuenta que si nuestra labor sale bien, redunda en mejoras para la población. Muy a pesar de esto, nuestra voluntad y capacidades profesionales no son ni reconocidas ni consideradas para planear estratégicamente los pasos a seguir. Nadie nos consulta ni nos involucra. Se trajeron más de cien personas nuevas a ocupar puestos jerárquicos y a tomar decisiones de las cuales no entienden, como quedó demostrado ayer.
A la vez, en ACUMAR existen trabajadores de primera, de segunda y de tercera. Los de primera son quienes integran la planta permanente pero cuyos derechos establecidos en el Convenio Colectivo no se cumplen. Los de segunda, son los trabajadores monotributistas de la Dirección de Salud Ambiental y de la Dirección de Ordenamiento Territorial. Por último, están quienes hacen la tarea más difícil y riesgosa: los cooperativistas que se ocupan de la limpieza de los márgenes del Riachuelo y de los pasillos de las villas. De más está explicitar cuáles son los derechos que se les niega a los monotributistas del Organismo, que también trabajan por una Cuenca mejor.
Celeste
Estos son días de mucha deliberación entre los trabajadores de ACUMAR al ver la audiencia de la Corte y el bochornoso papel de los funcionarios de la gestión.
Los trabajadores nos sentimos convidados de piedra porque con nuestro trabajo diario va el compromiso de aportar al mejoramiento de la situación de la Cuenca que es grave pero no tenemos voz. Cientos de trabajadores de Salud –por ejemplo– que por otra parte tienen contratos precarizados desde 2011, integraron los equipos y años de trabajo de campo y la asistencia en las zonas y población más vulnerables, en particular para embarazadas y niños menores de seis años. Lo mismo pasa en relación al problema de vivienda, basurales, agua y aire, reconversión industrial –donde se clausura a las empresas más pequeñas y cooperativas y se hace la vista gorda con las grandes–. Las políticas efectivas nunca llegan. Y los trabajadores –entre los que hay ambientalistas, médicos, sociólogos, geólogos, geógrafos, personal especializado de salud, promotores, administrativos– vivimos con impotencia esta situación.
Las distintas gestiones siempre tienen intereses políticos ajenos a los intereses de la población de la Cuenca. Lamentablemente los sindicatos no son un ámbito para poder deliberar entre los trabajadores para presentar un plan alternativo de parte de los únicos interesados –junto a los propios afectados– del saneamiento y para paliar las consecuencias de la contaminación.
Juan
Desde el 2008 al presente año se vinieron manipulando indicadores de estado de agua y aire con la sola finalidad de distraer y alargar verdades tan simples como describir el estado ambiental de la Cuenca Matanza-Riachuelo. Funcionarios y obsecuentes ayudaron a transformar el organismo en una caja de la política. Se alzaron voces porque veían mejoras en el estado de agua haciendo escuela con los más jóvenes y desprestigiando a quienes traían pruebas del crecimiento de basurales efluentes clandestinos y población en riesgo. Así asistimos a un cambio de gestión con nuevos aires que al cabo de un tiempo nos fuimos dando cuenta que es más de lo mismo.
En todo este tiempo perdido y millones de dólares desviados a quién sabe qué caja, lo cierto es que universidades y distintas instituciones recibieron dinero a cambio de estudios que ya estaban hechos y escasas rendiciones de cuentas. Para esto último, sólo basta ver los informes de la Auditoría General de la Nación.