Los medios de los que se valió el Estado para reprimir la heroica huelga de la UNAM incluyeron la imposición de cargos a menores de edad por "asociación delictuosa" y "daño a la propiedad de la nación". Hasta 15 días permanecieron detenidos 75 menores miembros del CGH. Insurrectos, tras su liberación se sumaron a las marchas por la libertad de los demás huelguistas presos.
Martes 6 de febrero de 2018 13:04
Domingo 6 de febrero del 2000. Llevábamos 5 días presos 75 menores de edad que pertenecíamos al Consejo General de Huelga (CGH). Éramos 50 hombres y 25 mujeres a las que se habían llevado a la Casa Rosa de Coyoacán. Nos acusaron de delitos que no habíamos cometido como sabotaje, sedición, asociación delictuosa, motín, lesiones, daños a la propiedad privada, daños a la nación y robo.
En el tutelar de menores de Obrero Mundial era el primer día de visita desde nuestra detención. Íbamos a ver a nuestros familiares y había algo de emoción entre nosotros. Los meses anteriores los habíamos visto muy poco, pues nuestra vida se había convertido en la huelga de la UNAM y la defensa de la educación gratuita.
Recuerdo que mis padres estaban sentados en una silla con unas caras largas que no cambiaron cuando me pude acercar a ellos. La noticia se les veía en la cara y lo primero que me pudieron decir fue que la Policía Federal Preventiva había tomado las instalaciones de la UNAM, que el Estado se había armado de valor y que poco les importó la autonomía universitaria, la bota militar entraba por miles a las escuelas y ya sumaban por miles a los detenidos.
A mi alrededor los padres de mis compañeros de tumbas (nombre de las camas de cemento) le daban la misma noticia a sus hijos. Las lágrimas corrían por los rostros y el ánimo estaba por los suelos. Pasaron lentos los 30 minutos que teníamos para estar con nuestros familiares que intentaban darnos los detalles del operativo.
Un par de días después un custodio que nos visitaba cada tercer día y nos daba algo extra de cenar esas noches, nos llevó un periódico en donde nos enteramos de la marcha de cientos de miles de personas que exigían nuestra libertad.
Algunas noches nuestros compañeros y familiares nos gritaban consignas desde la calle y nosotros las respondíamos. Saber que había personas que seguían movilizándose en las calles nos daba aliento cada día.
Los menores de edad estuvimos detenidos 15 días, a pesar de ser inocentes de todo cargo. Cuando logramos salir, la mayoría de nosotros nos incorporamos a las movilizaciones por la libertad de nuestros compañeros y compañeras presas en el Reclusorio Norte, algunos tardaron meses en ser liberados, los últimos salieron cuatro meses y un día después de la toma militar de la universidad.
La huelga de la UNAM permitió que cientos de miles de jóvenes pudieran acceder a la mejor institución de estudios superiores en México de manera gratuita, aunque sabemos que la privatización y elitización ha avanzado por otras vías, con múltiples cobros ilegales y la permanencia de un examen de selección que excluye a miles cada año.
Esta lucha marcó a toda una generación de la que muchos nos mantenemos organizados, luchando por un mundo mejor para todas y todos.