Con más de 45 días de huelga renovable, un funcionamiento autoorganizado, una alianza con múltiples sectores de la sociedad y un discurso radical, la huelga de Grandpuits en Francia ha marcado las recientes luchas contra los despidos. Adrien Cornet repasa los resultados de esta lucha ejemplar y sus perspectivas.
Martes 30 de marzo de 2021 09:23
Foto: Karim Ait Adjedjou
Révolution Permanente: Hola Adrien, el 4 de enero empezaste una huelga renovable junto a los petroleros de Grandpuits. ¿Podrías recordarnos el contexto en Total en el que se toma la decisión de cerrar la refinería de Grandpuits?
Adrien Cornet: El objetivo de Total estos últimos años ha sido cerrar las refinerías en Francia. Han encontrado la posibilidad de deslocalizar la actividad en Dubai, en India, en China y ahora planean hacerlo en África. Su objetivo es doble, por un lado, refinar más cerca de las fuentes de petróleo bruto, pero por otro lado hacerlo en países donde las condiciones de trabajo son peores, así como las normas medioambientales son más laxas. Algo con consecuencias desastrosas como puede verse por las poblaciones desplazadas forzosamente en Uganda.
Incluso si el refinado de petróleo respondía a necesidades de Ile-de-France y era muy rentable, la refinería de Grandpuits ha entrado en la lista de sitios que cerrar. En 2018, el oleoducto se rompió debido a una falta de mantenimiento estructural, lo que aceleró los planes de Total que se negó a invertir varios centenares de millones para repararla, de ahí la decisión de parar la refinería que se volvió definitiva en septiembre de 2020 a pesar de que lo veíamos venir desde hacía meses.
RP: La huelga empezó el 4 de enero y muy rápidamente, en comparación a otras luchas que han surgido en el último periodo, la cuestión del empleo se impone como un problema determinante. ¿Podrías profundizar en esto?
AC: Rápidamente Total decide en marcha su estrategia “0 petróleo” lo que supone 200 despidos en Total y 500 en subcontratas. Un plan que en la zona más rural del departamento (provincia), donde la perspectiva de los trabajadores de ganar algo más que el salario mínimo es la refinería, genera profundos problemas. De repente la cuestión se vuelve fundamental para los trabajadores porque muchos hemos conocido la precariedad y los trabajos que pagan salario mínimo antes de entrar a Total.
Sabíamos que la huelga debía comenzar, porque teníamos una tradición de luchas, con la CGT siendo mayoritaria en el centro de trabajo, pero quedaba la cuestión de saber si los trabajadores se conformarían con mejorar las condiciones de sus despidos o defenderían su puesto de trabajo. Había un escepticismo sobre esto último, que estaba alimentado también por CFDT (Confederación francesa democrática del trabajo, 2º sindicato del país) y FO (Force Ouvrière, 3º sindicato del país). Entendíamos que los chicos tenían miedo del futuro, que querían tener un dinero para cuidar a sus familias. No es una cuestión de “individualismo”. Hemos trabajado para convencerles de la reivindicación de defender el empleo, insistiendo en que pelear por esta idea no es solo un asunto de seguridad y condiciones de trabajo, sino también de cuidar al otro, a las nuevas generaciones que el día de mañana se encontraran con precariedad en Seine-et-Marne si la refinería cierra.
Esto fue bien recibido y la colera se cristalizó entorno a la cuestión del empleo. Cuando Total lanzo la primera tentativa de desgasificación (operación destinada a preparar el desmantelamiento del lugar), a mediados de diciembre, fuimos 80 personas a invadir el edificio administrativo para decir: “Nada se va a realizar mientras no hagamos el análisis del proyecto”. Funcionó e hicimos cuarenta y ocho horas de paro laboral. Esta determinación de los trabajadores hacia Total hizo retroceder a la dirección que pospuso la desgasificación hasta el 4 de enero. Ese día, la huelga renovable comenzó con un claro objetivo: no se tocarán las herramientas de trabajo hasta que no hayamos conquistado los empleos. Desde el comienzo tenemos una tasa de seguimiento de la huelga altísima, del 100% en algunas líneas de turno y entre el 80 y el 100% de huelguistas entre los trabajadores de la producción, pero también hemos logrado que hagan paros gente de la jornada: mantenimiento, seguridad, logística. Sectores que normalmente no forman parte de movimientos, lo que expone la fuerza de la movilización.
RP: Desde el comienzo estabais organizados en una Asamblea General soberana y un comité de huelga. Estos elementos de autoorganización son raros en el movimiento obrero francés ¿Por qué esa decisión de usarlos en este conflicto?
AC: Desde el inicio sabíamos que no podríamos gestionar el movimiento solos. De mi parte, la sensibilidad a la autoorganización viene de que milito en una corriente trotskista, la Corriente Comunista Revolucionaria del NPA (que construye Révolution Permanente), con una cultura de la autoorganización. He confrontado muchas veces con la burocracia sindical y sus estrategias perdedoras, siendo la autoorganización el mejor antídoto contra eso, una forma de que los huelguistas dirijan su lucha. Al mismo tiempo, la autoorganización ha sido determinante para construir una intersindical de la cual un sector de las organizaciones quería firmar el plan social desde el principio. Hemos logrado imponer tanto a Force Ouvrière, como a CGT, a que se sometan a las decisiones de la asamblea general de huelguistas.
Este poder en manos de los huelguistas les ha dado mucha fuerza para seguir. Cada vez que había que discutir algo nos reuníamos en asamblea y tomábamos una decisión. Además, y para estar más cerca de los huelguistas, creamos un comité de huelga, compuesto por delegados elegidos en cada línea de turno y de los sindicatos que aceptaron someterse a la Asamblea General. El objetivo era dotarse de un órgano ejecutivo para pensar el día a día del movimiento. No podemos hacer una AG todos los días, es complicado, requiere tiempo, las personas están lejos, es difícil desplazarse. Un comité de huelga implantado en todos los sectores de la refinería permite un espacio ejecutivo de cara a pensar la estrategia mediática, jurídica, la correlación de fuerzas al interior de la fábrica con menos personas, pero siempre con personas que son delegadas, con mandato. Discuten en su línea y después en conjunto. Evidentemente, son elegidos de forma revocable. Cuando una línea tiene un problema les decimos: volver a hacer una elección, si vuestro delegado no os consulta, revocarle. Es el espíritu de “la huelga a los huelguistas” lo que ha permitido a los trabajadores que no tenían mandato sindical o siquiera experiencia antes de la huelga poder empaparse de la lucha, tomar decisiones y asumir la iniciativa. Lo que les ha hecho emerger como militantes activos de la lucha.
Tenemos comité de huelga casi todos los días para discutir las acciones, como se encuentran los compañeros, la refinería, los trabajos de seguridad que se decidan hacer. En una refinería en huelga, por la naturaleza del sector, estamos obligados a seguir yendo al lugar, mayormente para seguridad de este, los trabajadores y la población de alrededor. Rápidamente, decidimos quien entra y quien sale, que trabajos deben hacerse por seguridad y qué cosas deben discutirse. Había además gran cantidad de debates políticos: cómo pensar la huelga, como hacer frente a un nivel de radicalidad que no es homogéneo, la cuestión sanitaria, a quien invitamos a las AGs, cómo y cuando decidimos abrirnos al exterior, hacia otros sectores de trabajadores…
RP: Uno de los hitos de la huelga ha sido la alianza con el movimiento ecologista, y más en concreto el apoyo que han dado a vuestra lucha ¿Cómo habéis construido esta estrategia no tan evidente?
AC: Desde el principio pensamos una estrategia de frente único alrededor de la lucha por el empleo y el medioambiente, contra el greenwashing de Total. La estrategia de la empresa se basaba en dos patas. Por un lado, el hecho de decir que no habría despidos, lo cual es falso. Por otro un discurso ecologista. La mejor manera de desmontarlo, pedir a expertos en la materia que lo analicen. Hemos discutido con compañeros de Mède (refinería que tuvo un plan social hace unos años) que nos pusieron en contacto con “Los amigos de la Tierra” y Greenpeace en el mes de octubre, y estuvieron super emocionados con el discurso y la idea de pelear contra Total junto con nosotros. Una alianza improbable pero que ha dado una fuerza increíble a la huelga.
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Por nuestra parte, hemos reflexionado sobre como concebir la transición ecológica ¿Debe hacerse de la mano de las multinacionales o de los trabajadores? Teníamos el argumento de: Si nosotros, los trabajadores, tenemos el control de la fábrica seremos capaces de contaminar menos, ya que no estamos preocupados por los beneficios, porque nuestras familias bien al lado, porque nos bañamos en los ríos colindantes, porque nuestros hijos juegan en los parques… Al mismo tiempo, se articula con la cuestión del empleo, saber si los jóvenes el día de mañana podrán llenar el frigorífico. A partir del momento en que solucionemos el problema del fin de mes, podremos solucionar el del fin del mundo. En los dos casos, la solución somos nosotros, los trabajadores. No porque seamos más inteligentes que otros, pero porque tenemos un conocimiento, una herramienta de trabajo en las manos, y que si lo controlamos no vamos a seguir una lógica de beneficios sino el objetivo de responder a las necesidades de la sociedad y tomar conciencia del medioambiente, ya que nosotros, nuestras familias e hijos, somos los más interesados en el tema. Al contrario que Pouyanné, CEO de Total, que se preocupa de que los beneficios siempre aumenten. Cuando explicas todo esto, la gente lo entiende.
Esto termina por plantear la cuestión del capitalismo. En el último libro de Lordon se repite esto: “es el capitalismo o nosotros”. Hoy en día, la revolución es una necesidad, para proteger a la gente y a los trabajadores hay que construir un sistema donde el trabajo esté organizado en función de las necesidades, y cuidar a las personas y al planeta. Una revolución que deberá ser internacional ya que el sistema capitalista lo es. Esta perspectiva tiene un potencial hegemónico porque afecta a todas las capas de la sociedad, especialmente la juventud, movilizada por las cuestiones climáticas, afectadas cada vez más por la precariedad en un contexto de crisis capitalista, en Francia y en el mundo. También mueve a un sector de la clase media que se cree protegida de la cuestión social, de la precariedad, pero que le preocupa la crisis ecológica. Cuando planteamos el tema, apelamos al conjunto de la sociedad incluyendo a la gran burguesía, cuyos intereses son contradictorios con los nuestros, ya que sí quieren mantener el sistema actual.
RP: ¿Cómo ha ayudado esto a la huelga?
AC: Esta lógica ha permitido construir alianzas con La France Insomuise; los Verdes; con trabajadores de otras empresas, como ferroviarios y transportistas; con compañeros de la central nuclear de Nogent; con profesores y estudiantes; incluso con artistas que montaron una carpa en el parking de la empresa, con la cómica Audrey Vernon que hizo un espectáculo en solidaridad y organizó el primer evento cultural con público desde el comienzo del confinamiento. ¡Lo nunca visto! Todo esto se hizo con la convicción de que Grandpuits planteaba una cuestión clave, salvar los empleos para proteger a los trabajadores de hoy y del futuro, así como al planeta. El apoyo también fue material: tuvimos una caja de resistencia de más de 100.000 euros, con donaciones de diferentes organizaciones políticas, sindicales, pero también de trabajadores que donaban de forma individual en la caja de resistencia online o que venían al piquete a darnos apoyo financiero y moral.
El piquete de huelga ha sido un lugar de encuentro entre petroleros y trabajadores de otros sectores, donde intercambiaron impresiones, pero también con jóvenes militantes revolucionarios, en especial del NPA jóvenes, que venían a ayudarnos al piquete, nos daban fuerza, hacían pancartas con nosotros, estudiantes de arte decoraban nuestros cascos y chaquetas. Los trabajadores sabían que la gente venía de lejos únicamente para apoyarles y eso nos emocionó al ver jóvenes que comprendían que su lugar, en mitad de la crisis capitalista, es al lado de los trabajadores. También cabe añadir el apoyo que recibimos de obreros de Brasil y de Argentina.
El eco mediático de la huelga también ha sido relevador. Eliminación de puestos de trabajo había en todos lados, en Bridgestone fueron más de 800 y el centro de trabajo cerrado. Sin embargo, hubo menos movimiento alrededor de esos conflictos, porque decidieron no hacer huelga y no desarrollar una estrategia hegemónica. ¡Con esta fuerza le hemos dado la vuelta al discurso de Total y hemos demostrado que teníamos razón al combatir!
RP: Habéis construido un movimiento con otras refinerías de Francia, en el seno de la coordinadora de CGT Total. Habéis incluso organizado visitas a otras refinerías con el comité de huelga ¿Podrías contarnos algo de esta experiencia?
AC: Ha sido fundamental para nosotros que la lucha haya sido apoyada y acompañada por el conjunto de petroleros de Total. En el seno de la coordinadora CGT Total hemos podido debatir con compañeros que ya habían vivido situaciones similares a las que afrontamos actualmente, lo que ha permitido reforzar lazos. Incluso antes del comienzo de la huelga, en octubre, invitamos a los compañeros a visitarnos, contarnos sus experiencias con los planes sociales. Esto fue clave para convencer a los trabajadores de construir una correlación de fuerzas. Nos hemos movido a distintos lugares para explicar nuestra lucha y a animarlos a apoyarnos y los petroleros han venido mayoritariamente a los piquetes a ayudarnos, ya sean los compañeros de Mède, Feyzin u otros sitios. En este sentido construimos una huelga de cuarenta y ocho horas en el conjunto de refinerías del grupo que tuvo éxito entre el 3 y 4 de febrero.
También ha sido central conectar con el conjunto de trabajadores que luchaban contra la destrucción de puestos de trabajo. Vivimos una situación de crisis capitalista profunda con miles y miles de despidos, rápidamente los petroleros comprendieron que lo que ocurre en Grandpuits no es una excepción. Hemos discutido con el comité de huelga y tuvimos acuerdo en explorar las vías para expandirse y coordinar con otros sectores afectados por los despidos para convencerlos de pelear juntos, por la huelga y en contra de la destrucción de empleos. Es por esta razón que nos pusimos en contacto con los trabajadores de TUI, con los que nos manifestamos el 23 de enero, pero también con trabajadores de SKF en Avallon, de Verallia, de la Centrale de Gardanne, de Toray, de L´Equipe o de Sanofi y el Infrapôle SNCF París Nord (ferroviarios), con quienes hicimos un cortejo de sectores en huelga a la cabeza de la manifestación interprofesional del 4 de febrero. Esta solidaridad interprofesional y tratar de enlazar sectores en lucha por el empleo fue fundamental.
RP: También vimos aparecer una Comisión de mujeres durante la huelga. Una experiencia extra aún ¿Qué puede decirnos eso del conflicto de Grandpuits?
AC: El grupo de mujeres surgió de forma espontánea. Dos mujeres de petroleros que veían a sus chicos llenos de preocupaciones pero que también peleaban querían participar en esta batalla que veían noble. Decían que lo hacían por sus hijos y por el medioambiente. Ante esta cuestión, la idea era: ¿Qué puedo hacer para ayudar a la lucha? Preparar comida, ayudar a los piquetes, organizar momentos de convivencia los domingos, con hijos y familia en el piquete.
Pero rápidamente, hubo un fenómeno de debates políticos en el seno del grupo de mujeres sobre la radicalidad de la huelga. Algunas se volvieron militantes a tiempo completo de la huelga, pensaban la estrategia, veían como ayudar al movimiento. Fue un aporte decisivo. Cuando luchas, es toda tu familia la que pelea, es una lucha permanente. De pronto, si tu mujer no se implica porque por razones machistas la apartas diciendo protegerla, genera tensiones. Es contraproducente. Al contrario, vimos hasta que puntos estaban orgullosas de pelear a nuestro lado, eso las radicalizó.
¿De dónde viene eso? En primer lugar, nació de forma espontánea. Evidentemente ligado a la cultura de lucha de la que hablé antes. Cuando estas en la refinería, has vivido tantas luchas que las llevas a casa. Pero esta comisión de mujeres es también una expresión de la profundidad del conflicto. Y eso no habría surgido si la huelga no tuviese un contenido radical y hegemónico. En términos más generales, nos demuestra a que punto el conjunto de trabajadores es consciente de que la sociedad esta mal, que la minoría que nos gobierna al servicio de la gran burguesía nos manda a la muerte. La crisis sanitaria ha llevado estas discusiones más políticas a las familias. Exponiendo diferencias de intereses entre las clases sociales, de las cuales la gente extrae experiencias en lo cotidiano. Y una huelga renovable actúa como catalizador de esta contradicción, acelerando el proceso de toma de conciencia.
RP: Hablas de espontaneidad. ¿Cómo articulas la cuestión de la espontaneidad y el rol de la organización, tanto sindical como política ya que hablabas antes del trotskismo?
AC: Mis experiencias en la lucha de clases extraigo que la inteligencia colectiva de los trabajadores en lucha, cuando toman la iniciativa, es impresionante. La espontaneidad es un terreno formidable para la inteligencia colectiva, permite a los trabajadores tomar conciencia por sí mismos. Detrás, la importancia de una organización política en un conflicto es proponer una dirección, coordinar diferentes antenas en cada sector de la sociedad, pensar una estrategia en común con los huelguistas usando lecciones del pasado para no repetir errores.
Se nutre de la espontaneidad porque a veces existe conservadurismo o desconocimiento de la conciencia de los trabajadores que te rodean. Así que los dos se alimentan, es una alquimia sin igual para la lucha, una explosión de inteligencia colectiva. Al mismo tiempo, si los trabajadores tienen un conocimiento de sus herramientas de trabajo, conocen la región, hace falta que expriman sus posibilidades. Sin una organización y sus militantes que defienden una cultura de la autoorganización, no se permitiría la espontaneidad, se la encorsetaría y bloquearía. Ahora que llamamos a desbordar a las direcciones sindicales, desbordarlas, tomar conciencia de nuestro poder en la lucha.
Después, la necesidad de tener una corriente política revolucionaria es la de tener una estrategia y resistir a las presiones. Por ejemplo, cuando la patronal va a dar migajas, estamos golpeados por la fatiga, el pesimismo, el escepticismo que nos lleva a tomar lo que nos dan inmediatamente. La organización política es hiper eficaz en dar una perspectiva para tomar conciencia del hecho de que en la historia del movimiento obrero, los trabajadores son capaces de tomar los medios de producción, que en la historia fuimos capaces de grandes hitos. Es algo que casi se puede tocar en este tipo de conflicto, duro, largo, pero donde se ve la fuerza de los trabajadores a través de la huelga y la autoorganización...
RP: Hemos hablado de grandes aportes al conflicto. Al mismo tiempo, este ha terminado con el final de la huelga renovable sin haber obtenido el conjunto de las reivindicaciones ¿Puedes explicarnos el final del conflicto, sus limites y también los logros de vuestra pelea?
AC: La última AG tuvo lugar tres días después del 9 de febrero que fue el último Comité Social y Económico (CSE) central en el marco de una discusión sobre el plan social. Un tiempo muy mediático y político para el que habíamos organizado una movilización en Défense que marcó la alianza con los ecologistas, donde vimos a numerosas figuras políticas y muchos apoyos. El problema es que esa fecha fue percibida como sellante del conjunto del plan social. Había muchas dudas entre los huelguistas, del tipo: ¿Para qué sirve pelear después de 45 días si no hemos conseguido ganar a Total aún? En realidad, fue el momento donde hubo más exposición mediática, donde podríamos haber continuado las acciones y radicalizar el movimiento. Nos habría permitido tomar por sorpresa a la dirección, que entendía que la huelga paraba con el fin del procedimiento de información consulta del plan social en el marco de las instancias representativas del personal. Es algo importante a tener en cuenta en futuros conflictos contra los despidos: No permanecer nunca en los marcos impuestos por la dirección de la empresa, los trabajadores deben defender su propia agenda para imponer su correlación de fuerzas.
El 12 de febrero, la AG fue extremadamente tensa. Hubo una gran ofensiva de Force Ouvrière en favor de firmar las medidas de acompañamiento, lo que equivalía a liquidar el conflicto y aceptar la destrucción de empleo y el conjunto del plan social. Al mismo tiempo, el conjunto de no huelguistas fue a la AG a hacer presión para que se firmase. El comité de huelga como la CGT rechazaron esa posibilidad y defendieron continuar el movimiento, pero estos elementos hicieron que la AG decidiera firmar las medidas de acompañamiento y poner fin a la huelga. Esto se decidió por dos votos. Tras 45 días, la duda y el escepticismo ganaron. Una de las lecciones importantes de esta pelea, es hasta que punto es fundamental hacer que la gente entienda que nada es imposible. Finalmente, incluso si hemos logrado 13 puestos, hemos obtenido además medidas de acompañamiento relativamente importantes, como que los trabajadores puedan jubilarse con 55 años.
Pero las conquistas más importantes para mi son las de clase. En un periodo de crisis, donde la destrucción de empleo se multiplica, la elección de una estrategia de huelga ha demostrado que se puede imponer una correlación de fuerza a una de las empresas más fuerte del CAC 40(el Ibex 35 francés) y hacerles daño. Demostrar a la opinión pública que los trabajadores tenían razón. Imponer ese contra discurso no estaba asegurado al principio, sobre todo con los grandes medios de comunicación del lado de Total. Además, hemos demostrado que ecológicamente son un mal projecto, que a nivel social y ecológico corremos riesgo de ser un Lubrizol el día de mañana y hasta que punto cuando los trabajadores se unen, toman la iniciativa, pueden pensar los problemas del conjunto de la sociedad. Los problemas de seguridad, del medioambiente… Es una experiencia increíble, y una demostración contra todos los que creían que la clave estaba en obtener cheques sin quemar un neumático. ¿Las personas que hicieron esto tuvieron un cheque un año o dos y luego qué? En Grandpuits se levantaron, se organizaron y lograron dar una pelea, conquistar empleos, pero también plantear debates profundos de la sociedad que son la base de los futuros combates.
En el seno de Total, tomamos conciencia de la profundad utilidad de la Transición ecológica, de pensar un programa por los trabajadores, de no dejar al patrón cerrar las refinerías, una tras otra, para instalar en África o Oriente Medio para contaminar más y más barato. Nuestra estrategia ha enseñado a muchos trabajadores de diferentes lugares y tenemos la certeza de haber construido una estrategia justa. Compañeros de uno de los sindicatos más grandes de la refinería nos han dicho que al principio no creían en nuestra estrategia de alianza y que hoy en día están convencidos de que es lo que hay que hacer. El comité de huelga también ha impactado a los trabajadores y los ha convencido de la necesidad de organizarse desde la base, dejar a los trabajadores la iniciativa en la huelga. En el seno de la FNIC (Federación Nacional de Industrias Químicas) ha hecho tambalearse las líneas y que se discuta, aunque no todo el mundo esté de acuerdo. Finalmente, la tercera gran conquista es la necesidad de pensar una estrategia jurídica y mediática en manos de revolucionarios. Los trabajadores se sorprendieron de la cobertura mediática de Révolution Permanente, la página de Facebook “Raffinerie en lutte” pero también la estrategia jurídica ofensiva.
Un camarada me dijo hace poco: ¿el conflicto, realmente ha sido una derrota? No lo creo. Ha dado lecciones al conjunto de la clase. En realidad, no se puede comparar, pero imagínate por un momento la Comuna de París. Una de las grandes derrotas de la clase obrera, 30.000 muertos y sin embargo las conquistas y lecciones para la clase obrera no tenían precedentes en la Historia. La huelga no es solamente dejar de trabajar sino dar tiempo para pensar, y acumular fuerzas y experiencia en la perspectiva de futuros combates.
RP: ¿Y la perspectiva al corto plazo?
AC: Al interior de Total continua el combate. Al respecto de Grandpuits, DIRECCTE no ha dado aún su opinión, pero el director nos ha dicho claramente que van a firmar el plan social. Fue muy interesante porque su discurso nos demostró dos cosas. En primer lugar, como él dijo: “El derecho no es justo, desde los años 2000 la ley autoriza, vía jurisprudencia, a despedir mientras la empresa tiene beneficio, pero nosotros aplicamos la ley”. Demuestra que la ley está hecha al servicio del patrón y que las instituciones del Estado están a su servicio. Algo que ya se sabía desde El Estado y la Revolución de Lenin, pero cuando uno lo vive se le queda grabado. Y eso plantea la cuestión al respecto de los conflictos de una estrategia jurídica para anular el plan social. Sabemos hasta que punto como Total, de la cual Alain Deneault ha escrito la amplitud, los medidos de comprar las decisiones de la justicia, como compran leyes. La burguesía tiene medios sin igual para asentar su autoridad y poder. Una sola cosa cuenta, la correlación de fuerzas.
A pesa de todo, queremos continuar la batalla jurídica. Demostrar hasta que punto los riesgos medioambientales de seguridad del lugar son importantes, y que el juez del tribunal se vea obligado a asumir su responsabilidad. Seguimos trabajando con militantes ecologistas y con la Coordinadora Total. Querremos crear un proyecto de empleo y eso pondrá las bases de cómo hemos pensado el conjunto del refinado para el futuro. Y en términos generales, este combate se incluye a escala internacional. Recientemente vimos importante denunciar la situación en Myanmar donde Total tiene un historial de colaboraciones con los militares que en este momento reprime a la población que resiste al golpe de Estado.
* Publicado originalmente en Révolution Permanente
Traducción: Roberto Bordón