El pasado 8 de marzo la tierra tembló con las multitudinarias movilizaciones en el #ParoInternacionalDeMujeres. La agrupación Pan y Rosas es parte activa de ese movimiento y lucha para construir un feminismo socialista.
Martes 4 de abril de 2017 16:07
El pasado 8 de marzo la tierra tembló con las multitudinarias movilizaciones en conmemoración al día internacional de la mujer trabajadora bajo la consigna #ParoInternacionalDeMujeres. Esa consigna no cayó del cielo: se fue forjando en las recientes y masivas luchas de las mujeres contra la violencia machista y los femicidios como en Argentina, Chile, México e Italia; por los derechos reproductivos y el derecho al aborto como en Polonia, Irlanda y Corea del Sur; contra la brecha salarial entre mujeres y hombres como en Francia e Islandia o en las movilizaciones contra la misoginia de Donald Trump.
Lo que estamos presenciando es un verdadero movimiento internacional encabezado por las mujeres de diversos países del mundo. Este movimiento es la contracara de los embates de la derecha a nivel mundial y el aumento del discurso misógino personificado por Trump. Queda en evidencia que los derechos conquistados durante las últimas décadas en el marco de las democracias capitalistas, no eliminaron la opresión patriarcal ni tampoco la explotación. Por lo mismo, la idea sostenida por el feminismo liberal de que la emancipación es una cuestión individual está entrando en crisis.
Nuestra corriente internacional es parte activa de este movimiento y hace años que luchamos dentro de él para construir un feminismo socialista. La agrupación Pan y Rosas, levantada por los grupos de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional e independientes, tiene presencia en Argentina, Chile, Brasil, México, Estado Español, Bolivia, Alemania, Francia, Estados Unidos, Uruguay y Venezuela. En países como Argentina y Chile, donde el movimiento de mujeres moviliza a cientos de miles de personas por el NiUnaMenos, Pan y Rosas constituye la principal corriente militante de mujeres.
La historia demuestra que las mujeres trabajadoras, las más oprimidas entre las mujeres y las más explotadas entre los proletarios, constituyen un actor central en la lucha por la emancipación. Fueron ellas las que abrieron el camino al proceso revolucionario más grandioso de la historia del movimiento obrero: la Revolución Rusa. Participar del movimiento de mujeres para organizar a trabajadoras y estudiantes desde el feminismo socialista y revolucionario es fundamental en el camino para construir fuertes partidos revolucionarios y reconstruir la Cuarta Internacional.
El movimiento internacional de mujeres que está surgiendo nos impone el desafío de dar un salto en esta perspectiva. Este 8 de marzo dimos un paso importante en esta dirección, lanzando el manifiesto internacional de Pan y Rosas. Abrazando con orgullo el legado y tradición del feminismo socialista; planteándonos el deber irrenunciable de impulsar las luchas de las mujeres por mejores condiciones de vida y por los derechos democráticos más elementales; sosteniendo que las mujeres y los hombres que conforman la clase obrera encontrarán un aliado entre quienes busquen emanciparse del yugo de la opresión que les pesa por el color de su piel, por su sexualidad, su género, su etnia; pronunciándonos por la independencia política de la clase obrera frente a los capitalistas y por la construcción de partidos revolucionarios a nivel nacional e internacional, sostenemos que la liberación de la opresión hacia la mujer sólo podrá alcanzarse definitivamente cuando barramos con todos los vestigios de esta sociedad basada en la explotación y opresión de millones de seres humanos y construyamos, sobre sus ruinas, una nueva sociedad socialista.
Manifiesto Internacional de la agrupación de mujeres Pan y Rosas