×
×
Red Internacional
lid bot

Estado Español. Al menos 62 muertos en Valencia: un temporal catastrófico y el crimen de las empresas que no cerraron

El número de muertes en la provincia de Valencia por el momento es de 62, con más personas desaparecidas en varias provincias. Se efectuaron decenas de rescates, a pesar de la eliminación de la Unidad Valenciana de Emergencias. Las empresas obligaron a sus trabajadores a acudir a sus puestos de trabajo, quedando en riesgo y atrapados.

Miércoles 30 de octubre 11:18

El temporal durante la DANA, que atraviesa el litoral mediterráneo, ha tenido efectos catastróficos en la provincia de Valencia, donde las riadas han atrapado a cientos de personas y han causado un registro actual de 62 víctimas mortales, así como varias desapariciones en otras provincias como Albacete. Las magnitudes del desastre y el número de muertes hacen que se compare con la gran riada del río Turia de 1957, también en Valencia.

Según el sitio de Fundación Aquae, una DANA se lleva a cabo cuando masa de aire fría se separa de otra de mayor tamaño a una altura elevada. Esta masa de aire desciende hasta chocar con otra masa de aire más templada, colisión que puede llegar a producir perturbaciones meteorológicas, detallan desde

Las imágenes de las calles convertidas en ríos y llenas de coches amontonados están recorriendo las redes junto a peticiones de ayuda y rescate. Cientos de personas quedaron atrapadas en coches, camiones y tejados, una gran parte de los avisos y rescates provienen de personas que quedaron atrapadas en sus centros de trabajo ya que las empresas no pararon la actividad a pesar de las alertas y avisos, como es el caso del polígono industrial El Oliveral.

Por una parte, a pesar de los avisos de la AEMET (Agencia Estatal Meteorológica) durante varios días no se declaró la alerta hasta el mismo día que comenzaron las inundaciones. Al día siguiente directamente el gobierno valenciano de PP y VOX activó el protocolo de Víctimas Múltiples. Esta irracionalidad y temeridad no es aislada, esta unida al recorte en servicios de emergencia y a la codicia de los empresarios a quienes sirven, poniendo en riesgo nuestras vidas por sus beneficios.

En 2023 el gobierno autonómico derogó la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE) a la que calificaba de “otro chiringuito más”, que “llegará para engordar el sector público sobredimensionado que ya tenemos en la actualidad.” Mientras, el mismo gobierno aumentaba un 30% el presupuesto para la tauromaquia

Sus beneficios, nuestras vidas: trabajadores atrapados por el temporal porque las empresas no suspendieron la actividad

Si miles de trabajadoras y trabajadores han tenido que ir a trabajar se debe a que ni bajo las peores catástrofes ambientales las empresas se niegan a parar la producción con tal de ganar más beneficios. La indignación se multiplica entre los testimonios de quienes han puesto su vida en peligro, han tenido que pasar toda la noche en el puesto de trabajo, en un tejado, han salido en helicóptero o barca en un rescate o llevan por el momento más de 24 horas a la espera del mismo.

En 2021 se viralizaba en las redes la noticia de la muerte de varios trabajadores de Amazon en Estados Unidos, atrapados en sus centros de trabajo durante un vendaval Cada verano vemos las noticias de las muertes en el trabajo durante las olas de calor, cayendo a temperaturas extremas por los beneficios de los empresarios Hoy veíamos como los medios de comunicación de los capitalistas pixelaban una furgoneta de reparto de la que rescataban a un trabajador en helicóptero, en la que ponía Mercadona, la empresa modélica que manda a su plantilla a repartir durante las inundaciones.

Todo para el beneficio de los capitalistas, lejos de ignorar la crisis climática se preparan para ella: no sólo explotan en condiciones de catástrofe ambiental y se apropian de bienes comunes escasos, sino que además hacen negocio con las nuevas compañías de seguros que se hacen más famosas con cada incendio e inundación. Hoy en muchas empresas de Valencia, Albacete o Alicante entre otros lugares hay miles de trabajadoras y trabajadores que han pasado la noche sin poder salir del trabajo, viendo como sus coches se los lleva una riada, oyendo noticias de muertes y desapariciones ante una catástrofe evitable y que tiene culpables entre la patronal y sus gobiernos.

No es un caso aislado, no es un desastre natural

La crisis climática también es una cuestión de clase. A medida que los incendios, las inundaciones, las sequías y demás catástrofes se hacen más frecuentes, la situación de la clase trabajadora se vuelve insostenible. El problema de la vivienda es cada vez más acuciante mientras hay miles de personas que ven sus hogares destruidos por la riada.

Nuestras vidas son más importantes que los beneficios empresariales. Todo ello por tener que cumplir bajo amenaza de despido con una patronal a la que no le importa arriesgar las vidas de las trabajadores y trabajadores que explota y que trata como ganado reemplazable si le pasa algo en una inundación por su responsabilidad.

No podemos esperar que la crisis climática sea resuelta por los mismos que la causan y hacen negocio con ella. La respuesta la dan los que sufren lo más crudo de la catástrofe. Con los métodos de la lucha de clases los trabajadores pueden imponer a los gobiernos y empresas que no se trabaje en estado de alerta roja por fenómeno medioambiental. Pueden imponer que se recupere el supuesto “chiringuito” que era la Unidad de Emergencias. Por ejemplo, el personal de Emergencias, forestales, bomberos, rescate denuncia continuamente recortes y privatizaciones de sus servicios, que les ponen en riesgo junto al conjunto de la población afectada. Que estas catástrofes sean evitables y que no nos juguemos la vida yendo a trabajar con fenómenos climáticos extremos, depende de nuestra capacidad de organizarnos y plantar cara a la codicia empresarial y a la crisis climática.


Jorge Remacha

Nació en Zaragoza en 1996. Graduado en Historia en la Universidad de Zaragoza. Milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español y en la agrupación juvenil Contracorriente.