En un tuit avaló lo actuado bajo el fundamento de que se trataba de una orden judicial. Un apoyo abierto a la represión que terminó con decenas de detenidos y múltiples heridos.
Viernes 30 de octubre de 2020 08:30
El presidente Alberto Fernández se tomó un día para dar un primer mensaje público sobre los hechos ocurridos en la mañana del jueves en Guernica. Y lo hizo a través de un hilo de Twitter, con las limitaciones que ellos implica pero con lo definitorio que resulta en cuanto a conceptos.
Se ve que al primer mandatario le costó bastante pensar qué decir, en un contexto donde las imágenes de la asesina Policía Bonaerense arremetiendo sobre casillas con familias llenas de niñas y niños sin nada más que esas chapas y maderas contrastan fuertemente con la retórica "progre" del Frente de Todos.
Los sucesos de Entre Rios, originados en una disputa familiar, fueron también resultado del accionar policial dispuesto por la justicia local tras el fracaso de la conciliación entre las partes. También aquí el gobernador @bordet me mantuvo permanentemente informado.
— Alberto Fernández (@alferdez) October 30, 2020
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Como viene reflejando La Izquierda Diario, después de tres meses de toma en el predio de Presidente Perón, el Gobierno de la provincia de Buenos Aires rompió unilateralmente las negociaciones y ordenó (escudándose en un fallo judicial de desalojo) una fuerte represión contra las familias sin techo. Pero para Fernández hay otra explicación.
Dicho esto, ambos gobiernos debieron enfrentar situaciones críticas en donde se mezclaron necesidades humanas, disputas familiares y también intencionalidades políticas. A mi juicio, los conflictos se resolvieron respetando el juego de las instituciones que la República impone.
— Alberto Fernández (@alferdez) October 30, 2020
Días antes, la vicepresidente Cristina Kirchner había pedido "pactar con los poderosos". Los hechos de Guernica configuran las primeras consecuencias de esa política.
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Curiosamente (o no tanto), el Presidente recurrió a una retórica más propia de un funcionario de los que gobernaron los cuatro años anteriores que a un dirigente de un espacio político que en los últimos tiempos viene haciendo del cuestionamiento a "la Justicia" un caballito de batalla.
Ríos de tinta y bites escribiendo sobre el lawfare, sobre las persecuciones judiciales a Cristina Fernández, De Vido, Boudou y compañía, sobre lo "injusto" de fallos firmados en oscuras oficinas de jueces y fiscales, parecen no tener el mismo sentido ni la misma utilidad cuando de criminalizar a los pobres se trata.
Lo ocurrido ayer en Guernica se llama represión. La policía que desalojó responde al gobernador Kicillof. A los más humildes le pasaron la topadora, mientras a los grandes grupos económicos no se cansan de darles beneficios. https://t.co/BFoUkrLGJc
— Nicolas del Caño (@NicolasdelCano) October 30, 2020
La patética explicación que el presidente Fernández intenta dar sobre los hechos ocurridos el jueves en el predio de Presidente Perón queda aún más en off side cuando se comprueba que gran parte de las y los simpatizantes y votantes de su gobierno decidieron no apoyar y hasta repudiar públicamente la represión de Berni y la Bonaerense en Guernica. Eso incluyó a referentes y organismos de derechos humanos con profundo compromiso con el oficialismo.
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Claramente, cuando una "cuestión de Estado" se impone (como lo es el resguardo de los meganegociados inmobiliarios para countries o emprendimientos multimillonarios) los discursos y las progresías se caen como castillo de naipes. Y hay ciertos posicionamientos de los que no se vuelve.
Ayer el Gobierno reprimió a muchas familias que lo votaron, a quienes les había prometido en campaña que iban a ser las primeras de sus prioridades. Y en nu mismo acto decidió rendirle pleitesía a los especuladores inmobiliarios y a los supuestos dueños (flojísimos de papeles) de un terreno que ahora podrán usurpar con custodia policial y todo.
Ningún homenaje a Duhalde, Ruckauf y a la mismísima Patricia Bullrich podría haberles salido mejor.