El fracaso de las negociaciones para la formación de un nuevo gobierno de coalición demuestra las crecientes dificultades de Merkel para unificar los divergentes intereses y estrategias capitalistas bajo su mando. Sin perspectiva para un nuevo gobierno, se desarrolla una incertidumbre política no vista hace años en Alemania.
Lunes 20 de noviembre de 2017
El domingo a la noche, los liberales del FDP (Partido Democrático Libre) se negaron a sellar el pacto: su líder Christian Lindner anunció el fracaso de las negociaciones para formar un gobierno junto con la Unión Cristiana (CDU) de Ángela Merkel y los Verdes: "Mejor no gobernar que gobernar mal", dijo el líder liberal. Durante décadas los liberales habían sido los socios fieles de los partidos más grandes, sobre todo de la CDU. Con esto, Lindner terminó aquella sociedad.
Esto no se debe solo a su propio ego o a maniobras tácticas. Lo que más pesa en la decisión de los liberales es la crisis de autoridad de Merkel, cuyo poder de integración o de liderar a los partidos burgueses, se está desmoronando lentamente.
¿Cómo se llegó a esta crisis?
Tras las elecciones, todos los partidos involucrados sabían que las negociaciones para formar una coalición serían difíciles. El FDP había dejado abierto desde el principio la posibilidad de abortar o no las negociaciones si no se acordaba en los temas de impuestos, migración, energía o flexibilización laboral. El domingo, aún existía un catálogo de cuestiones no resueltas y durante la noche, Christian Lindner, presidente del FDP, anunció: "Se demostró que los cuatro socios no tienen una visión común de la modernización de nuestro país y sobre todo no tienen una base de confianza".
Mientras que los Verdes cedieron en asuntos como el abandono de la energía de carbón o de un límite superior para refugiados, Merkel no logró seducir suficientemente a los Liberales.
La canciller tiene un problema: no puede ofrecer a la pequeña burguesía, que tiene sus expresiones políticas en los Verdes, los Liberales y la extrema derecha Alternativa por Alemania (AdF), más que un plan insuficiente para el desarrollo de la Unión Europea como vehículo de las ambiciones alemanas.
Los partidos pequeñoburgueses mismos no tienen tampoco una visión de un proyecto europeo. Pero las aspiraciones de la gran burguesía representada por el merkelismo en las cuales se podrían orientar, tampoco tienen cause. ¿Cómo seguir con China, EE.UU. y Rusia? ¿Cómo evitar la desintegración de la Unión Europea? ¿Qué hacer con la política financiera? A todo esto, Merkel no tiene respuesta, lo que se expresó en la crisis migratoria, que en realidad es una crisis del imperialismo. Solo los Verdes, que se han instalado en el statu quo merkelista, siguen siendo sus socios fieles.
El rechazo de los Liberales por lo tanto no es un capricho de Christian Lindner. Cierto, el FDP lo apuntó como "modernizador" en 2013 tras su desastroso fracaso electoral para consolidar al partido como representante de la pequeña burguesía. Pero más allá de que fuera Linder el motor del fracaso de las negociaciones, la dinámica política acabó en una gran crisis política del Régimen. Y sobre todo en lo que concierne a la UE, Merkel no supo ofrecer una posición consistente para mantener sin cuestionamientos el liderazgo hegemónico de la burguesía alemana de conjunto, a la cual el FDP se subordina.
Después de haber evitado un cuarto mandato de Merkel, Lindner puede utilizar este triunfo apelando al electorado de la extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD). Y criticar a los Verdes de que han dejado casi todas sus posiciones políticas para poder formar gobierno, y ahora se quedan sin nada.
Pero el fracaso de las negociaciones no es solo una derrota para los Verdes, representantes de la pequeño burguesía, sino también para los partidos de la gran burguesía. En verdad, todas las editoriales habían apostado por la coalición CDU-Verdes-Liberales para de este modo rescatar por un tiempo más la estabilidad de Merkel.
Que la burguesía no haya logrado, a pesar de sus innumerables redes, mantener en las negociaciones al FDP que es relativamente marginal socialmente, demuestra la falta de claridad que ella misma tiene sobre qué estrategia seguir.
¿Nuevas elecciones, gran coalición, gobierno de minoría?
Ante el fracaso de las negociaciones, los Verdes y la Unión Cristiana fueron en gran medida sorprendidos. En las semanas por venir, ellos y otros partidos harán sus Conferencias partidarias para reubicarse.
Es de esperar algunos recambios en las alturas, pero la cabeza más importante, la de Merkel, que está en el centro de la crisis política, probablemente quedará por ahora intacta por falta de alternativas.
En vez de un gran estallido, la crisis de gobierno alemana, como parte de una crisis de representación y de partidos, es expresión de las tendencias a la crisis orgánica a nivel internacional, que tendrá un largo desarrollo.
El gobierno federal, "gestor" entre la CDU y la socialdemocracia, se quedará por algunos meses más, mientras que los partidos y los medios apelarán a la "responsabilidad" del SPD para formar una nueva "gran coalición", aunque por ahora no parece posible. En cambio, un gobierno de minoría no promete la suficiente estabilidad política.
Para convocar a nuevas elecciones, el presidente Frank-Walter Steinmeier necesita convocar primero un voto sobre la canciller en el parlamento. Pero es de dudar si se cambiarían tanto las proporciones de votos entre los partidos como para facilitar la formación de otro gobierno.
A largo plazo, la "Alternativa por Alemania" será un ganador en todo esto. Ante el fracaso del "campo burgués" de encontrar una solución común para sus intereses capitalistas, aumentará su propaganda racista en contra de los refugiados con la cual logró derechizar el discurso político de todos los partidos durante todo este 2017.