“El fracking no nos conquistó, fue por decreto. Es una nueva colonización. La petrolera es un beneficio para pocos, los amigos del poder”, declaró una activista de la Asamblea Permanente del Comahue por el Agua, de Allen.
Sábado 7 de diciembre de 2019 21:28
Fotografía cortesía de Verónica Roig.
Desde la llegada del fracking a la Patagonia (de la mano de la explotación de Vaca Muerta), Allen comenzó su drama de ser tanto la capital nacional de las peras y las manzanas como el yacimiento de gas y petróleo no convencional más importante de la provincia. Esto provocó -y provoca- cambios en el trabajo rural y los obreros de la actividad hidrocarburífera, afectando principalmente a las mujeres, quienes se ven desplazadas de sus trabajos en las chacras.
Anteriormente Allen: capital nacional de peras, manzanas, fracking, contaminación y conflictos de clase
Según el Observatorio Petrolero Sur (OPSur) y la Asamblea Permanente del Comahue por el Agua de Allen, la contaminación de la tierra, el aire y el agua produce cáncer, nacimientos antes de término y abortos espontáneos, entre otros. Sólo este año hubo 130 sismos en zonas donde nunca habían ocurrido.
Problemas con el trabajo
Según Martín Álvarez Mullally, investigador del OPSur, las dificultades que existen en relación al trabajo son dos. La primera es que “no hay renovación generacional”, ya que la mayoría de los productores dueños de chacras son mayores de 60 años y cuando mueren sus hijos no utilizan las tierras. “Eso es porque son profesionales y tienen otras ocupaciones, o prefieren el fracking”, agregó Lidia Campos, integrante de la Asamblea Permanente del Comahue por el Agua de Allen. Desde el OPSur aseguraron que “estas tierras terminan siendo alquiladas por las empresas petroleras”. Antes, el trabajo en la tierra era “muy familiar hasta las décadas de los 80 y 90, pero después comenzó la debacle”, concluyó el investigador.
El segundo tema es la falta de mano de obra. Según Álvarez, “nadie quiere trabajar en la chacra con un bajo salario cuando puede trabajar en la industria hidrocarburífera ganando mucho más”. Además, las tierras ya no tienen el mismo valor. “Muchos chacareros talaron sus chacras y dejaron llegar a las petroleras, se las ofrecieron como guarderías de lanchas y traffic para obreros (donde viven mientras trabajan)”, detalló Lidia. “Mirá cuántos derechos se perdieron: el derecho a la vivienda, al trabajo y a vivir en un ambiente sano”, sentenció Campos.
Mujeres obreras
La reducción de tierras productivas desencadenó en menos trabajo, y eso afecta principalmente a mujeres. “El obrero rural al terminar de desmalezar y cosechar las frutas las llevaba, luego, a los galpones de empaque donde la mayoría son mujeres, ya que son más delicadas para trabajar. Pasó de haber 35 galpones a cinco solamente y uno está tambaleando”, explicó Lidia Campos y continuó: “La mayoría de las mujeres son jefas de familia. Antes podían pagar sus alquileres y comprar los útiles a sus hijos trabajando entre tres y cuatro meses, pero ahora si no tienen títulos universitarios es más complicado conseguir un buen trabajo. Sólo continúan en los galpones las más grandes”.
Una serie de documentales sonoros titulados Resistencia de las mujeres a la ofensiva extractivista en territorios arrasados, sobre las afecciones que produce el fracking en los hogares y, sobre todo, en las mujeres, fueron realizados entre 2017 y 2018 por la doctora en sociología María Belén Álvaro y el equipo de investigación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Comahue. Acá compartimos el primero de los tres micro que se llama “Vivir en territorios arrasados”. La edición es del Centro de Producciones Radiofónicas y la producción es de EJES, Enlace para una Justicia Energética y Socioambiental.
“Zonas de sacrificio” y contaminación
A menos de 100 metros de los pozos se encuentran las “zonas de sacrificio”, es decir, los lugares donde viven personas que, directa o indirectamente por responsabilidad de los gobernantes, van a sufrir las consecuencias de la actividad hidrocarburífera. “Estas familias de trabajadores rurales, llamados golondrina porque trabajaban por temporada, llegaron a la región 40 años atrás. Cuando las tierras quedaron sin dueños y pasaron a ser tierras fiscales, estos barrios se asentaron”, explicó Álvarez Mullaly.
Además, las personas más humildes que viven cerca de los yacimientos “no tienen gas”, aseguró el investigador.
Las consecuencias en la salud de las personas son graves. “La contaminación sonora es permanente y genera mucho estrés que deviene en enfermedades. Por las noches los niños no duermen por los ruidos y además por la actividad tiemblan las casas. Es terrible”, señaló Álvarez. Desde la Asamblea continuaron el listado: “Problemas en los riñones, en el páncreas, hígado y diálisis. También la leucemia en los chicos. La media nacional es de cinco cada 100.000, pero en Allen de 38.000 habitantes hay doce niños enfermos. “Desde el hospital nos dijeron que esta enfermedad es consecuencia de la contaminación del agua por los derivados de los hidrocarburos”. Desde OPSur también agregaron: “Las emisiones de gases de efecto invernadero son muchas”.
En el barrio también hay una escuela y un geriátrico. Cuando las personas se movilizan y les cortan las rutas, las empresas “tratan de compensarlas con dinero”. En Allen, en el hospital, “regalan broncodilatadores porque saben que los chicos los necesitan por la contaminación”, afirmó Campos. Y agregó: “La Justicia es cómplice”.
La falta de estudios sobre la contaminación tiene sus consecuencias. “Por ejemplo, en Plottier (Neuquén) un grupo de docentes de Ciencias Agrarias de la facultad del Comahue realizaron análisis del suelo y aguas subterráneas. Descubrieron grandes niveles de contaminación y a partir de ahí la provincia tuvo que proveerlos de agua potable ya que antes tomaban de los pozos”, contó el investigador.
Sobre los estudios de salud de parte del gobierno provincial, “lo más factible es que no están sistematizando los problemas de salud como corresponde”.
Otro problema grave de salud es en los bebés y las embarazadas. “Hay pérdidas de embarazo entre los tres y cinco meses de gestación. Es un milagro que te nazca un niño de nueve meses, la mayoría nace a los seis o siete meses y necesita una incubadora”, explicó conmovida Campos. Y agregó: “Un médico denunció esta situación en una sesión del Concejo Deliberante, pero la empresa ya los había comprado. El especialista luego fue amenazado y se fue a vivir a Bariloche”.
Según Lidia Campos: “El fracking no nos conquistó, fue por decreto. Es una nueva colonización. La petrolera es un beneficio para pocos, los amigos del poder. Desde la universidad nuestros compañeros de historia, geografía, ciencias sociales y educación nos enseñaron que todo esto es decisión del poder mundial, es una fantochada que votamos cada cuatro años ya que somos el patio trasero de las potencias mundiales”. Y continuó: “Las empresas que hacen fracking son de afuera, los CEO roban con todo lo que ganan y despilfarran. Dan asco”.