Ante la reciente muerte de una de las figuras más relevantes de la literatura argentina del siglo XX un breve recorrido por su obra y su vida.
Viernes 5 de mayo de 2017
“…es que en este momento estoy actuando como el representante más lúcido de un grupo social. Digamos que soy el AntiMarx del oficinismo, y, como tal, he resuelto hacer la revolución negativa. Como Marx, pienso que esto podría originar un proceso permanente. Pero de suicidios”.
Abelardo Castillo vivó en San Pedro hasta sus 18 años. Luego, se mudó con su familia a la ciudad de Buenos Aires pero él siempre se presentó como san pedrense. San Pedro fue muchas veces el lugar en el cual sus personajes vivían.
Admirador de Marx, Sartre, Poe y Arlt. Su prosa es transparente, cargada de acción y de transformación en los personajes. No tienen cabello sino pelo, no toman un teléfono sino que lo agarran, no son bellas damas sino mujeres hermosas.
Escribió cuento, novela, ensayo, poesía, dramaturgia y dirigió revistas culturales. Muchas veces premiado acá y afuera. Fue censurado por la Junta militar en el 76 y 79. Perteneció a la oleada de escritores de los 60, junto a Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Lezama Lima, Donoso, Fuentes, Onetti, entre otros representantes del llamado Boom Latinoamericano.
Maestro de escritores como Inés Garland, Gabriela Saidón y Pablo Ramos. “Cuando terminé, en la rueda de críticas, me dieron duro, durísimo. El cuento no había emocionado a nadie, y nadie se había creído ni un gramo mi amor por los caballos ni mi afición a las carreras: nadie había caído en la trampa. Castillo interrumpió la matanza y me preguntó “¿Si en vez de poner un jockey, vos ponés un corredor de Formula-1 que derrapa y se hace pelota contra las gomas del costado, el cuento es el mismo?” contesté rápido. “Sí, yo creo que sí, por supuesto”. Y Castillo me dijo, más o menos, que no tenía tiempo para escuchar boludeces semejantes, que estaba un poco viejo, o un poco cansado, o no me acuerdo bien qué (…)Pero al otro jueves volví al taller. Me dijo Castillo, tiempo más tarde, que cuando me vio llegar, supo que yo era un escritor” (Pablo Ramos, web Agencia Paco Urondo, 15.11.2014)
Lectores que quieran arrancar con Castillo podrían hacerlo con su obra Cuentos completos y en particular, para entrar en clima, con El Marica, Also sprach el señor Núñez (al que pertenece la cita del comienzo de esta nota), La madre de Ernesto, Conejo, Crear una pequeña flor es trabajo de siglos.
Castillo escribía mirándote a los ojos.
Y es difícil soportar la muerte de quien te abre los ojos.
Así hablo el señor Castillo, (San Pedro, 1935-2017).