Demoledoras son las cifras entregadas por la CEPAL, que prevén un retroceso del 5,3% del PIB regional, marcando cifras negativas históricas, con una economía que ya venía desacelerándose, tendencia se acelera producto del coronavirus. La pregunta natural que se abre es ¿Quiénes pagarán los costos de estas crisis económica y social?
Miércoles 22 de abril de 2020
A nadie dejaron indiferentes las nuevas cifras entregadas por la CEPAL que plantean una recesión histórica para la región, incluso superando a la de la gran depresión de 1929, donde la economía en aquel entonces se contrajo en un 5% del PIB regional.
En la actualidad, para el 2020, el organismo prevé que América del Sur se contraerá un 5,2% producto de la contracción de China, uno de los principales destinos de las exportaciones de materias primas de la región. A su vez marcó una caída del 2,3% para América Central por la baja del turismo y por la reducción de la actividad de Estados Unidos y un 2,5% para el Caribe, debido principalmente a la baja en el turismo.
Esta brusca caída marca un salto en la última proyección de la CEPAL, que había proyectado un magro crecimiento del 1,3% en el marco de la desaceleración generalizada, y se sitúa en un contexto de que las cifras ya venían siendo preocupantes para el subcontinente, que acumulaba un bajísimo crecimiento del 0,4% en promedio los últimos 5 años.
A su vez, el valor general de las exportaciones decrecería un 15% según el mismo informe, lo que golpearía principalmente a los países de América del Sur, que han concentrado su actividad económica en la exportación de bienes primarios.
Un escenario preocupante: más pobreza, más cesantía
Estas cifras marcan claramente un escenario catastrófico, pero no sólo para “las economías en general”, sino que particularmente para los sectores populares y para las y los trabajadores.
Es que además se vaticina un aumento considerable del desempleo, ubicándose la tasa de desempleo en torno a un 11,5% aproximadamente en la región, marcando un aumento de 3,4%.
Claramente la política de Piñera, en el caso de Chile, aumenta esas probabilidades, ya que no sólo pretende con su ley de “protección del empleo” que se realicen suspensiones del contrato para que el empresario se libere de la responsabilidad del pago del sueldo, sino que le ha entregado total libertad a las empresas de poder despedir a sus trabajadores en medio de la pandemia. Los números de marzo en el país preocupan: se constatan casi 300 mil desvinculaciones sólo en ese mes, aumentando un 38% en relación a marzo del año pasado.
A su vez, la caída del PIB y el aumento del desempleo afectarán directamente la golpeada economía de los hogares, aumentando a su vez los niveles de pobreza en la región, pegando un salto del 30,3% a un 34,7%, mientras que la “extrema pobreza” crecería un 2,5%, llegando a 13,5%.
Y qué decir en el caso de Chile con sus altos niveles de endeudamiento de los hogares, donde hoy salió a la luz pública un dato preocupante: la deuda total de los hogares representa una cifra histórica de casi el 75% de los ingresos disponibles. Es decir, 75% de los ingresos de las y los trabajadores le pertenecen a los bancos.
¿Una situación inevitable? ¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
Para la CEPAL, esto se debe a que el coronavirus "será la causa de la mayor crisis económica y social de la región en décadas, con efectos muy negativos en el empleo, el combate a la pobreza y la reducción de la desigualdad.”
Pero no se trata sólo del coronavirus. El virus no destruye empleos, no genera economías dependientes de la destrucción del medioambiente ni pobreza extrema, no entrega salarios de hambre ni hace ricos a los más ricos gracias a la precarización de las grandes mayorías.
Esto tiene responsables concretos. Es el capitalismo y los capitalistas, sus gobiernos y sus políticos. Esos mismos que ahora quieren hacer que esta crisis sanitaria y económica la paguen el pueblo trabajador y los sectores populares, con suspensión de contratos laborales, despidos u obligando a trabajar sin protección alguna, mientras las empresas se llenan de bonificaciones y créditos baratos.
Si bien luego la CEPAL plantea un posible repunte rápido, esto se basa en suposiciones poco claras, que incluso son negadas por personajes como Vittorio Corvo, ex presidente del Banco Central, quien sostuvo categóricamente en una entrevista a La Tercera que: “No veo una recuperación en V de la economía mundial ni de Chile, sino en forma de U”, insistiendo en una recuperación económica lenta.
Mientras se habla de pobreza, recesión y cesantía, los grandes empresarios mantienen su enormes ganancias y en el caso de Chile, Piñera les entrega garantías de que así será, como hemos visto con las masivas suspensiones de contratos laborales, donde 786 mil trabajadores podrían llegar a ser suspendidos, incluso por empresas multimillonarias como Starbucks, que suspendió los sueldos del 90% de su personal o La Polar que hizo lo propio con 1300 trabajadores.
Se necesita un programa de emergencia para enfrentar la crisis sanitaria, que parta por la suspensión de los trabajos no esenciales con pago íntegro de salarios a sus trabajadores y por la realización de test masivos gratuitos para identificar el virus.
Pero también para enfrentar los desastres económicos a los que nos arrojarán los capitalistas y sus políticos ¡El pueblo trabajador no puede pagar esta crisis! Se deben prohibir los despidos, y nacionalizar bajo control de sus trabajadores toda empresa que quiebre o cierre, para que no haya ningún rescate a los negocios de los grandes empresarios mientras siguen llenándose los bolsillos.
A su vez, debe suspenderse inmediatamente el pago de la deuda externa para enfrentar esta crisis.
Pero estas medidas de emergencia sólo podrán ser efectivas si se basan en una planificación racional de la economía y de la sociedad, basada en las necesidades sociales y económicas de las grandes mayorías trabajadoras.
Por eso deben ligarse a un programa y un salida de conjunto de las y los trabajadores, para que la crisis la paguen los capitalistas, en perspectiva de que sea la clase trabajadora la que pueda reorganizar el país y la sociedad.
Un programa basado, entre otras cosas, en la nacionalización del cobre y los recursos naturales bajo control de sus trabajadores, el fin de las AFP nacionalizando todo el ahorro nacional, bajo el control de los mismos trabajadores y jubilados, y no de los especuladores que juegan con nuestras jubilaciones ni políticos pagados por los empresarios.
Esto, junto a la nacionalización de los grandes bancos y unificación en una banca única, bajo el control de los propios trabajadores, respetando los ahorros y los depósitos de todos los ahorristas. Con un sistema así, podríamos otorgar créditos baratos a los pequeños comerciantes, artesanos y negocios familiares que hoy se ven arruinados y que son los más sometidos al abuso y usura de la banca.
Estos son algunos de los puntos por los que peleamos desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios en Chile, junto a nuestras organizaciones hermanas en América Latina como el PTS en Argentina y a la red internacional de diarios La Izquierda Diario.
Para conocer nuestras propuestas:
Dauno Tótoro
Dirigente del Partido de Trabajadores Revolucionarios (Chile), y ex candidato a diputado por el Distrito 10.