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Red Internacional
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El Telescopio. América permanentemente revolucionaria

Entramos en una nueva etapa donde la lucha de clases irrumpe en el centro de la escena. Compartimos algunas reflexiones sobre la potencialidad histórica para la revolución de la clase trabajadora del continente americano

Santiago Montag

Santiago Montag @salvadorsoler10

Viernes 8 de noviembre de 2019 12:33

Movilización en Haití

El imperio nos quiere hacer creer que ganó. Sus marionetas nos hablan como si fuésemos alimañas, como una peste o una plaga: "les declaramos la guerra" tiró uno por ahí. Han construido una idea, nos convencieron de ella a nosotros y al resto del mundo, de que las masas de América están hundidas en una derrota histórica, destinados a vivir marginados esperando serles útiles para explotar algún recurso natural. Sembraron esa idea de miseria que se asemeja a las realidades construidas sobre África o países del sur y sudeste asiático para hacernos creer que no hay futuro más que agradecer que tengamos un día más con vida.

Sin embargo, hoy estamos viendo que América, de norte a sur parece despertarse de distintas maneras. En la tele dicen que parece un rayo en cielo sereno. Es la forma más sutil de eclipsar esa realidad que el imperio fabricó. A su vez, es una idea que se monta sobre otras para enterrar algo mucho más profundo de América en su totalidad. La idea de que este vasto continente encierra una historia de Revolución y Resistencia.

Si comenzamos como punto de partida la llegada europea a las costas americanas, de Abya-Yala (tierra en plena madurez) como la llamaban algunos pueblos, vemos una historia de conquista, pero de una enorme resistencia. El odio a las invasiones de los imperios europeos fue formando parte del espíritu de todos los pueblos indígenas. Mientras tanto, el "hombre blanco" cometió el error más grave de toda la "conquista". Trasladar 3 millones de esclavos negros desde distintas tribus y pueblos de África. Mientras a ellos los explotaban en los campos de algodón, a los "americanos" los explotaban en las minas de oro y plata para financiar el esfuerzo industrial europeo.

Abya Yala se estaba convirtiendo en un hervidero. Son innumerables las historias durante cientos de años por conquistar la libertad, desde Zumbi en los quilombos del Brasil, las trenzas en las cabelleras de las negras que delineaban mapas de fuga, a los combates con los indígenas, que resultaron en el exterminio de 90 millones de personas. Una resistencia que no iba a frenar ese choque de civilizaciones, o la irrupción de un sistema que llegó "bañado en sangre y lodo", que necesitaba de todo un continente para financiar su nacimiento completo.

De todas maneras nada se pareció a la Revolución negra Haitiana, allá por 1804. La República Negra lograda por una insurrección de esclavos. Escrita su Constitución con la sangre y sobre la piel de los "hombres blancos" hacía la primera reivindicación de la negritud como sinónimo de Libertad y de clase social. Tan poderosa fue que impactó en las ideas de un filósofo alemán que influyó sobre otro alemán que se convirtió en el ideólogo de la ciencia revolucionaria.

En esos años, la guerra civil norteamericana fue bien vista para ese sujeto y la Internacional de Trabajadores, por el combate a la esclavitud que es necesaria para liberar de las ataduras que frenaban el desarrollo económico, pero sobre todo para pegar un salto en la Revolución.

Una vez que las ideas del viejo de barba se divulgaron entre los pobres y los obreros europeos, el Imperio volvió a cometer otro grave error. Trasladar esos obreros rojos para explotar las tierras, minas, frigoríficos, etc, en suelo americano. No sorprende que poco tiempo después, las grandes huelgas, los sindicatos, los levantamientos campesinos se hayan distribuido a lo largo y ancho, como la semana trágica, las huelgas en EEUU durante la Gran Depresión y cientos de ejemplos.

También se dieron las primeras luchas anti imperialistas lideradas por José Martí contra el imperio Español y luego EEUU que nacía como potencia mundial. O la Revolución Mexicana, con Emiliano Zapata y Pancho Villa a la cabeza, dejando un rastro de lucha anti norteamericana en las masas mexicanas a lo largo de la historia de ese país. O la resistencia nicaragüense frente a la invasión norteamericana en la década del 30, cuyo líder Augusto César Sandino fue asesinado por la guardia nacional que tomaría el poder para quedar bajo el yugo de EEUU.

Mientras tanto las músicas más hermosas, las danzas más divertidas y lo colores más fuertes de los pueblos fueron sobreviviendo por esa defensa cultural e identitaria de cada uno de ellos. Ese mismo sentimiento se combinó de distintas maneras que trajeron los negros y los obreros y campesinos europeos, dieron lugar al blues, al jazz, al tango.

Luego de la Segunda Guerra Mundial el cuento se hace más interesante. En Bolivia se da el proceso más espectacular que pueda vivir el continente, una revolución obrera que tomó bajo su control las minas de estaño y cobre, cuyos mineros son pertenecientes a las comunidades indígenas. Pocos años después en una isla del Caribe se levanta el primer Estado socialista del continente inspirando a millones de jóvenes, obreros, campesinos un horizonte revolucionario que algunos años después se verá con lo que recorrerá el mundo poniendo en jaque al poder imperial y estalinista durante 10 años. Allí se concentró la experiencia más rica del siglo XX. Las revoluciones en Chile y Bolivia en esa década: los movimientos en EEUU que boicotearon la guerra en Vietnam; las organizaciones de coordinación obrera como los Cordones Industriales de Chile, las Coordinadoras en Argentina, las organizaciones guerrilleras; etc. Dejaron una experiencia concentrada de "vías muertas" para conquistar una verdadera liberación; donde hubo actores políticos conscientes que adoptaron estrategias que llevaron a las masas a cadenas aún más pesadas que las que ya traíamos.

Los imperios y sus esbirros locales pensaron que cometiendo un genocidio nos iban a parar. Lo lograron un tiempo, incluso las siguientes crisis, hace pocos años ahí en los 2000, fueron contenidas con algunas concesiones para los pobres evitando nuevas revoluciones.

Toda esta historia fue construyendo a un actor, o mejor dicho actriz, que fue ocultada, porque a nadie le convenía que figure por su potencial revolucionario, una porción esclavizada de la sociedad: las mujeres. En estos años sumaron las peleas más elogiosas a las luchas por la liberación de los pueblos.

La represión, el genocidio, el patriarcado, la explotación, no alcanzaron para frenarnos, el sistema agoniza. Hoy los principales líderes políticos se agarran la cabeza para ver si sigue ahí, sobre sus hombros, temiendo haber corrido la misma suerte que Luis XVI en 1789. Se pellizcan para despertar de la pesadilla. El miedo les recorre la espalda helando sus músculos. Ellos mismos se creyeron la idea de que América estaba derrotada, olvidando que por las venas de los pueblos americanos corre la sangre de mujeres, esclavos, obreros, negros, indígenas, campesinos, los olvidados, los marginados, les explotados. Una sangre que guarda una historia, de la cual se sacan nuevas conclusiones para evitar esas "vías muertas" que no alcanzaron nuestra Libertad, buscando líderes y organizaciones que logren fundir el acero de nuestras cadenas. Hoy, Chile, Ecuador, Haití, Costa Rica, México, Panamá, nos están recordando que América es permanentemente revolucionaria.


Santiago Montag

Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.

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