Chile enfrentaría la mayor crisis económica desde los 80’s y América Latina desde la Segunda Guerra Mundial. Todo esto mientras la economía a nivel mundial comienza a ir en picada, y el COVID-19 no da señales de convertirse en buena persona.
Sábado 28 de marzo de 2020
Un refresco a la memoria: ¿Cuál fue la crisis económica de 1980?
Se trata de uno de los episodios negros de la economía en la historia de Chile, en donde, por producto de la dependencia económica del mercado exterior el Producto Interno Bruto (PIB) cayó en un 14,3%, alcanzando una cifra de desempleo del 23,7%. Por su parte, la dictadura de Augusto Pinochet y cia. decidió devaluar la moneda en un 18% y vender empresas a privados, como Chilectra y la Compañía de Teléfonos. Todo esto mientras que la clase trabajadora más precarizada era empujada a “trabajar” en el “Programa de Empleo Mínimo” (PEN y POG), trabajos que implicaban cavar hoyos en la tierra para luego taparlos.
Se trató de una de las peores crisis, en donde las élites chilenas hicieron caer sobre los hombros de los pobres, de las familias trabajadoras, todos los costos de la crisis. Familias enteras cavando agujeros para poder comer, mientras que ellos estaban tranquilos en sus mansiones.
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Las cifras frente a la crisis
Ahora, diversos analistas prevén que en Chile se producirá una caída en la economía superior a la crisis de 1982-1983, en donde según los informes realizados por Goldman Sachs el PIB se contraerá en un 3% durante el 2020. Estas afirmaciones no estarían lejos de las realizadas por los reportes de la empresa financiera JP Morgan, en donde el PIB de Chile caería en un 12% en el segundo trimestre debido a las medidas que ha tomado el gobierno de Sebastián Piñera.
A esta situación se le añadiría la enorme deuda externa de Chile, la cual según el Banco Central siguió aumentando, llegando a $195.283 millones de dólares sólo para el 2019, lo que es equivalente al 71,8% del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, al 71,8% de todo lo que produce Chile al año. Todo esto mientras que desde el Gobierno anuncian un pago mensual de 20 millones de pesos al Espacio Riesco.
Estas cifras de crisis económica también se pueden ver a escala internacional, en donde incluso se prevé por parte Goldman Sachs que América Latina tendrá su peor contracción desde la Segunda Guerra Mundial, con una contracción económica del 3,8%. Esto sumado a las afirmaciones del Fondo Monetario Internacional y la OCDE, quienes aseguran que la pandemia ha llevado a la economía mundial a una recesión.
Es bajo estos análisis que se estima que potencias latinas como la economía de Brasil se contraerá 3,4%, la de México caerá 4,3% y la de Argentina se reducirá en 5,4%.
En estos términos, la Organización Internacional del Trabajo ha afirmado que por producto de los efectos de la crisis del coronavirus, 25 millones de personas han perdido sus trabajos.
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Aunque no lo parezca: No todo es por el COVID-19
Las cifras que encienden las alarmas de una crisis económica para el país, así como a nivel latinoamericano se debe a su vez por la alta dependencia económica de estos países, promovida por la política del neoliberalismo implementada en el continente, basada en el extractivismo de materias primas a bajo costo para enriquecer y abultar los bolsillos de empresarios trasnacionales. La dependencia a las cifras del cobre son un claro ejemplo de esta situación.
Es así como esta situación tiene puntos de semejanza con diversos países que han cimentado sus economías en la exportación de materias primas.
En este sentido, el marxista británico Chris Dillow ha afirmado que: “Por supuesto, todas estas tendencias han sido discutidas durante mucho tiempo por los marxistas: una tasa de ganancia decreciente; monopolios que conducen al estancamiento; propensión a la crisis; y peores condiciones de vida para muchas personas. Y hay muchas pruebas de todo ello"
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Todo apunta que la crisis que se avecina no es más que una crisis vaticinada por la propia acumulación de capitales por parte de los ricos, los empresarios, los bancos, la cual ha sido camuflada bajo el tsunami comunicacional del COVID-19, atribuyendo todos los costos económicos a la pandemia, cuando éstos se han ido acumulando bajo la alfombra desde antes de la crisis financiera del 2008 con el desplome de los bancos Lehman Brothers.
Detrás de los dólares: Los rostros de los chilenos y chilenas
Si bien la historia no se repite, lo cierto es que se pueden abrir momentos similares. Ya lo alertan los analistas económicos. ¿Nos encontraremos en Chile en una nueva crisis que ponga a la gente a cabar agujeros para luego taparlos?
Para responder esta pregunta es necesario que la fuerza que ha demostrado el pueblo chileno en las calles se mantenga. Ejemplos de esto hay a través de la misma denuncia de trabajadores a sus empresarios y jefes que los tienen trabajando, manteniendo en riesgo su salud y la de sus familias para mantener sus bolsillos intactos. Así como a nivel internacional con el llamado a huelga general en Italia, o incluso el ejemplo que han desarrollado las y los obreros de la empresa imprenta Madygraf, la cual bajo la gestión de sus trabajadores, ha producido alcohol y mascarillas para el pueblo.
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Es aquí en donde son completamente intolerables los pronunciamientos tibios de la Central Unitaria de los Trabajadores frente a este escenario, más aún con el reciente fallo de la Dirección del Trabajo, la cual permite despedir y no remunerar licencias médicas a las y los trabajadores. Deben convocar a un paro nacional que paralice los trabajos no esenciales y exija: Licencias pagas, sin rebaja de sueldo y prohibición de los despidos.
Este es el momento para demostrar que aunque parte de la población esté con cuarentena, toque de queda, Chile no se ha dormido, y para que la CUT se decida de una vez por todas si va a estar del lado de los trabajadores, sus familias y el pueblo pobre, o se va a atener a los deseos del Gobierno.
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