La dirigente del PTS-FIT y de la agrupación de Mujeres Pan y Rosas defendió el derecho al aborto. "En la sociedad una mayoría que se pronuncia a favor de la despenalización y de la legalización", señaló.
Jueves 12 de abril de 2018 10:25
Andrea D'Atri expone en congreso por #AbortoLegalYa - YouTube
La lucha por el derecho al aborto en Argentina tiene una historia que no empezó el martes. Sólo por mencionar algunos momentos quisiera señalar a los primeros grupos feministas que exigieron aborto legal a principios de los ‘70, mientras el gobierno peronista, de la mano de López Rega prohibía los anticonceptivos. Luego vino la dictadura genocida, que impuso a sangre y fuego los valores católicos a la Nación, con la complicidad de la más alta jerarquía de la Iglesia.
Desde 1985, organizamos los Encuentros Nacionales de Mujeres donde, después de muchos años, el debate por el derecho al aborto se instaló fuertemente.
En los años ‘90, Menem instituyó el Día del niño por nacer por pedido del Vaticano. Algo que los gobiernos posteriores no quitaron del calendario oficial.
Durante los tres gobiernos kirchneristas, la lucha por el derecho al aborto volvió a tomar impulso, especialmente de la mano de la Campaña Nacional que presentó este proyecto que hoy debatimos, sistemáticamente y nunca fue tratado por el Congreso, por expresa pedido del Ejecutivo que disciplinó al bloque oficialista, aunque varias diputadas y diputados lo habían firmado.
Quiero recordar entonces, y rendir homenaje, a la abogada feminista y de izquierda, que fue la que redactó el primer borrador que estamos debatiendo. Nuestra querida Dora Coledesky. ¡Presente!.
Esta lucha persistente del movimiento de mujeres explica por qué el debate instalado durante tantos años en la sociedad, ya arrojó el resultado de una mayoría que se pronuncia a favor de la despenalización y de la legalización del aborto en Argentina.
Por falta de tiempo no voy a poder citarlas, pero hubo diversas encuestas, incluyendo algunas solicitadas por el propio gobierno y de grandes medios. Y todas arrojaron este resultado, que las militantes del movimiento de mujeres conocemos desde hace tiempo.
Sin embargo, en estas audiencias se presentan quienes quieren volver atrás este debate de largos años y, además, no argumentan sobre lo que verdaderamente estamos debatiendo.
Nosotras apoyamos el proyecto presentado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, que ha sido firmado cada vez por mis compañeras y compañeros diputados Myriam Bregman, Nathalia González Seligra y Nicolás del Caño.
Pero además se debatirán otros 7 proyectos. Todo ellos despenalización y /o legalización presentados por diputados de distintos bloques del oficialismo y de la oposición.
Por eso decimos que deberían pronunciarse a favor o en contra de las diversas opciones que estos proyectos establecen. Porque no estamos discutiendo cuándo es el comienzo de la vida humana ni mucho menos nuestras personalísimas apreciaciones sobre las leyes existentes, sobre los derechos ya consagrados o cómo nos gustaría –en función de nuestras propias creencias- que las mujeres vivieran su sexualidad y ejercieran su capacidad reproductiva.
Lo digo porque en la primera audiencia tuvimos que escuchar argumentos verdaderamente increíbles entre quienes se oponen a este derecho. No sólo increíbles, sino también, ofensivos y agraviantes. Como el doctor Bianchi, que se burló de nuestra lucha por la igualdad, ridiculizándonos, diciendo que cuando hay “dos personas postuladas para un puesto gerencial, un hombre y una mujer, se elige al hombre si la mujer está embarazada. Pero la mujer tiene otra misión, tan o más importante que ser gerente, tiene la misión de dar a luz.”
Le digo al doctor que la inmensa mayoría de las mujeres somos asalariadas, la mayoría somos precarizadas. Cuando piensan interrumpir un embarazo es porque saben que la patronal las va a dejar en la calle con esa noticia o si estamos desocupadas, sabemos que no nos van a admitir en ningún trabajo en ese estado.
Porque muchos que dicen que las mujeres se realizan sólo en la maternidad después, si son dueños de empresas, no quieren “madres” como empleadas.
También escuchamos a la doctora Basset, que aludió al caso FAL, de la niña abusada y embarazada para quien cuya madre solicitó un aborto terapéutico, diciendo brutalmente que… “ese embarazo en realidad le salvó la vida, porque con eso frenó el abuso".
Deberían informarse, si es que no actúan maliciosamente sino por ignorancia, que en Argentina existe una ley de Educación Sexual Integral, que luchamos para que sea implementada realmente en todos los niveles de la enseñanza.
Que también existe una ley de Salud Sexual y reproductiva que luchamos para que garantice efectivamente el acceso gratuito a la anticoncepción, y también existe la interrupción legal del embarazo por causales. Que la Corte Suprema de Justicia falló en el caso FAL sentando jurisprudencia sobre la interpretación amplia y no restrictiva del artículo 86 del Código Penal de 1922.
Y que lo que estamos debatiendo es si este Congreso va a derogar los artículos 86 y 88 del Código Penal y va a legalizar el aborto durante las primeras 14 semanas del proceso gestacional y va a garantizar que esa práctica se pueda realizar en los hospitales públicos.
Educación sexual para decidir. Anticonceptivos para no abortar. Y aborto legal para no morir. Ese ha sido nuestro lema durante esta última década de lucha.
Nos impacienta que en vez de debatir lo que hay que debatir en el Congreso, se nos quiera retrotraer a cuestiones que ya están saldadas. Nos impacienta que se dilate el debate con quienes no quieren argumentar contra los proyectos que defendemos, sino que quieren imponer sus creencias personales.
Nos impacienta y nos urge porque mientras tanto son las jóvenes más pobres del pueblo trabajador las que siguen sometiéndose a prácticas inhumana para interrumpir embarazos y siguen muriendo por infecciones generalizadas, por hemorragias y perforaciones uterinas.
Por eso, el martes estuvieron esas mujeres en la puerta del Congreso. No sólo miles de adolescentes y jóvenes, sino también las enfermeras despedidas del Hospital Posadas, los trabajadores mineros de Río Turbio –que al día siguiente fueron reprimidos en su protesta-.
Porque son sus hijas, sus madres, sus hermanas y amigas las que viven la discriminación que profundiza las cadenas de la explotación que les depara este régimen social.
Por eso las mujeres de Pan y Rosas, junto a todo el movimiento de mujeres, seguiremos movilizándonos hasta que el Congreso convierta en ley nuestro derecho. Queremos que los nombres de estas jóvenes muertas, las jóvenes pobres del pueblo trabajador, retumben como un grito en el salón de los Pasos Perdidos.
Sabemos que nuestros derechos se debaten en el Congreso, pero estamos convencidas que los conquistamos en las calles, con nuestra lucha. Porque cada uno de los pasos que las mujeres dimos en las calles, nunca, pero nunca, serán pasos perdidos.