Hacia finales del año pasado la multinacional Minerva foods anunció la compra de 3 plantas frigoríficas en nuestro país. Aunque aún está pendiente la autorización del gobierno para que se concrete la operación, es una nueva señal de cómo se avanza en la concentración de esta industria, lo que tendrá un claro impacto negativo en el sector. Compartimos también una reflexión para pensar una salida profunda desde la óptica de las y los trabajadores.
Domingo 25 de febrero
Foto: Federico Gutiérrez, La Diaria
En la última parte de 2023 se conoció que la multinacional del sector alimentario Minerva Foods dio pasos importantes para avanzar en el proceso de concentración de la industria cárnica de nuestro país.
Como fruto de una negociación con la multinacional Marfrig, también brasilera, Minerva adquirió 11 unidades en Brasil, tres en Uruguay, una en Chile y una en Argentina. Las plantas uruguayas son las de Salto, Colonia y San José; y se suman a la compra realizada en agosto de la compañía Breeders and Packers Uruguay (BPU), del conglomerado japonés NH Foods Group.
Para que se termine de concretar la compra aún resta que la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia (Coprodec) estudie el tema y que el gobierno defina si da luz verde al acuerdo entre las multinacionales brasileñas.
Si esto sucede Minerva contaría con 7 plantas en nuestro país, ya que ya era dueña de los frigoríficos PUL, Carrasco, Canelones, ocupando el primer lugar en la faena bovina del país.
Mientras tanto Marfrig continúa operando en el frigorífico Tacuarembó, un feedlot ubicado en Río Negro y una planta de enlatados en Fray Bentos.
Entre ambas multinacionales alcanzan una participación cercana al 53% de la faena bovina de nuestro país, seguidos muy de lejos por el frigorífico Las Piedras, con algo más del 9%.
Un proceso sostenido de concentración en el sector cárnico
La compra realizada por el grupo Minerva generó reacciones negativas en distintos sectores.
Además de los políticos de los distintos partidos que se pronunciaron en contra de que se autorice la compra, alrededor de 2200 ganaderos elevaron una nota al presidente Lacalle mostrando su preocupación y su oposición a la iniciativa de Minerva Foods.
Desde hace décadas se viene observando un proceso sostenido de concentración en una de las principales industrias de nuestro país, y los sucesivos gobiernos han sido impotentes en frenar este movimiento.
La actual configuración de la industria frigorífica es consecuencia de medidas de liberalización de la economía (incluyendo la eliminación del Frigorífico Nacional y la culminación de la participación estatal en las plantas intervenidas) que se comenzaron a tomar en la dictadura y distintas medidas que fueron teniendo los gobiernos en los 80 y 90 de favorecer al sector agroexportador (subsidios, préstamos, exenciones impositivas, etc.).
En la década del ochenta ningún frigorífico concentraba más del 10% de la faena, al igual que en los noventa, pero luego en los 2000 empieza el proceso de expansión de la industria extranjera y la compra de frigoríficos.
La concentración en el sector cárnico está llevando a una situación cuasi monopólica de algunas grandes empresas, que manejan a su antojo la industria, al igual que sucede en otros sectores de la economía. Esto les permitirá fijar precios según su conveniencia e impactará negativamente en los productores.
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Una industria al servicio de un puñado de empresarios
Si bien desde distintos partidos políticos se han alzado voces de rechazo a la compra que realizó Minerva Foods, ningún político ha ido al fondo de la cuestión. Solo cuestionan los aspectos más visibles de los efectos de la concentración en este sector de la economía pero no dicen nada de los aspectos más estructurales.
La extranjerización de la industria cárnica y su concentración en un puñado de multinacionales constituye un saqueo a la riqueza y los bienes del país.
Grandes capitalistas aprovechan a manejar el mercado y hacen grandes ganancias vendiendo las carnes uruguayas a distintos países del mundo; y paradójicamente las y los trabajadores prácticamente no pueden comer carne porque sus precios para el mercado interno son inalcanzables.
Nuestro país es reconocido como uno de los grandes productores de carne en el mundo, pero la reconversión en clave neoliberal del sector, que comenzó en la dictadura ha llevado a que la carne sea prácticamente un producto de lujo, al que no acceden grandes sectores de la población. A su vez; mientras los empresarios se llenan los bolsillos y manejan el mercado y los precios según su conveniencia, los trabajadores del sector continúan con sueldos bajos luego de largas jornadas de trabajo y el Estado ha dejado campo libre a los frigoríficos sin ni siquiera imponer un mínimo control de precios o cuotas de abastecimiento para el mercado interno.
¿Cómo es posible que una de las principales industrias del país se transforme simplemente en una fuente de lucro para unas pocas multinacionales? La alimentación es una de las necesidades humanas más importantes ¿no es posible que este sector se organice en función de las necesidades populares?¿Cuáles serían las medidas de fondo que habría que tomar, si miramos desde la óptica de las y los trabajadores?
Nacionalizar la industria cárnica bajo control de lxs trabadores
Si queremos dar una respuesta de fondo al problema el camino para evitar el saqueo es la expropiación de estas grandes empresas del sector cárnico y su nacionalización bajo control de sus trabajadores.
Hay que reorganizar la economía para que la producción se vuelque en primer lugar a satisfacer las necesidades alimentarias de la población, con precios populares y accesibles para el conjunto del pueblo. Hay que terminar con el lucro de estas multinacionales, que pagan salarios de miseria y se enriquecen luego vendiendo la carne a precios exorbitantes.
Hay que establecer un plan racional de producción para llevar además a cabo una reconversión de los procesos productivos según criterios de sustentabilidad ambiental real. A su vez también es necesario un debate profundo sobre que tipo de alimentación queremos, apuntando a nutrientes de calidad y sin efectos contaminantes. En este sentido también las corrientes antiespecistas tienen mucho para decir. Serán en definitiva las y los trabajadores junto al resto del pueblo los que podrán definir en el marco de un amplio debate democrático las características de la alimentación y el lugar de la industria cárnica en el marco de las necesidades allimentarias del ser humano.
En última instancia es un gobierno de las y los trabajadores el que puede dar una respuesta profunda a esta crisis: La nacionalización de esta industria deberá ir de la mano de la nacionalización de la banca y el comercio exterior para que sea el pueblo el que defina donde y como se invierte, en función de las necesidades populares y que las ganancias de esta industria queden en el país y sean una fuente de ingresos para sostener gastos e inversiones en beneficio de las y los trabajadores y no las multinacionales.
Todas estas medidas tienen que ser acompañadas de una verdadera reforma agraria que termine con la extranjerización de la tierra y el latifundio; es decir, planteando la nacionalización sin indemnización de los grandes terratenientes y macroexplotaciones para pasar a su gestión por parte de comités de trabajadores.
La industria de la alimentación está condicionada también por los grandes empresarios de la distribución, es decir las grandes superficies y supermercados que manejan los precios de los alimentos en función de maximizar sus ganancias y explotando a sus trabajadores.
Todo el sector agroalimentario es un sector estratégico y de primera necesidad, por eso deber ser nacionalizado sin indemnización, para establecer una empresa pública bajo control obrero que garantice condiciones de trabajo dignas, alimentos saludables, sostenibles y al alcance de todas las familias.