El gobierno de la derecha se apropia oportunistamente de las demandas que hoy abren un cuestionamiento profundo sobre la violencia machista y la educación. ¿Qué perspectiva debemos tomar para vencer?

Karla Peralta Díaz Médica en Antofagasta, Pan y Rosas
Lunes 4 de junio de 2018
El movimiento estudiantil, las mujeres y la diversidad sexual hemos dicho basta a la violencia machista y hemos levantado paros y tomas a lo largo del país.
En el contexto de la cuenta pública de Piñera, los estudiantes han salido otra vez a las calles. Pero, ¿cuál es el mensaje que tenemos que entregar al mandatario?
La cara oportunista de la derecha
Desde el comienzo de su mandato, el gobierno ha demostrado en los hechos, algunos intentos infructuosos por sembrar un discurso en torno a la supuesta “agenda social” para maquillar su gobierno empresarial. De la misma manera, en el contexto de las históricas movilizaciones que se han desarrollado en el país, no titubeó en presentar una “agenda de género” que pretende alimentar la ilusión de una supuesta equidad de género, pero que en la realidad no responde a nuestras demandas, ataca a la clase trabajadora y fortalece las ganancias de los empresarios.
Piñera tiene que saber, que rechazamos profundamente su agenda de género, y que no es él quién va a solucionar nuestros problemas. Además, debemos dejar en claro que ni Piñera ni su gobierno derechista, serán jamás nuestros aliados. Figuras como Isabel Plá, férrea opositora del derecho al aborto, a pesar de ser mujer jamás será nuestra aliada, porque en sus manos sostiene este sistema económico y social, explotando a otras mujeres y dando paso a todo tipo de violencia, sobre todo a las trabajadoras.
¿Cuál es el camino para conquistar una educación no sexista?
Dentro del movimiento actual se han abierto divergencias, debido a que entre todos los sectores, no existe un enemigo común. Algunos sectores de mujeres, sostienen que la lucha actual no es parte del movimiento estudiantil, sino que es una lucha netamente “de mujeres, para mujeres”, estableciendo que los hombres no deben ser parte de las tomas o marchas, dejándolos fuera de dar la pelea por terminar con el sexismo en la educación.
Para dar esta gran batalla tenemos que apostar a la unidad del conjunto del movimiento estudiantil, que demostró tener la fuerza para ser una real oposición a la derecha en las calles, tal como lo fue el 2011. Pero esta vez, generando una fuerte alianza con las y los trabajadores.
Debemos tener muy en claro que esta lucha no la debemos dar las mujeres de manera aislada. Si bien, es tarea de los hombres cuestionarse sus privilegios, no debemos perder de vista que su lugar debe estar luchando codo a codo con nosotras, levantando paros y tomas para terminar con el acoso y abuso sexual en nuestras casas de estudio y por hacer un cambio estructural a la educación.
Tanto las autoridades como la derecha pueden apropiarse de nuestras demandas, para de esta forma lavarse la cara ocultando el autoritarismo universitario y el carácter machista y conservador de la derecha, cediendo a las demandas mínimas para apaciguar y adormecer al movimiento que hoy se levanta a nivel nacional y que si toma el camino de la unidad de todos los estudiantes, puede ser uno de los actores principales de oposición a este gobierno.
Si se reconoce que el problema de la violencia hacia la mujer se sostiene por un sistema económico capitalista y un sistema social que es patriarcal, es lógico pensar que la forma de acabar con esto no puede ser a través del punitivismo en manos del autoritarismo universitario y el Estado, que se concentra en dar más sanciones y castigos, pero sin solucionar nada de fondo. Un ejemplo de esto es la demanda de protocolos contra el acoso y abuso sexual en las universidades, que si bien son situaciones que urgen resolver, son medidas que hasta el final no solucionan el problema de fondo. Dándole además, una mayor fuerza al aparato represivo del estado que tiene un carácter empresarial y que no duda en descargar toda su fuerza contra el pueblo trabajador, protegiendo siempre a los empresarios y a los más poderosos.
En ese sentido, la lucha del movimiento estudiantil debe sobrepasar estas demandas mínimas, exigiendo una educación no sexista, laica y no heteronormativa que vaya de la mano con el financiamiento integral de las universidades públicas, la gratuidad y el acceso irrestricto a las universidades. Tenemos que proponernos abrir las universidades a los sectores más precarizados, y expulsar de la educación a la iglesia y los empresarios. Así mismo, es muy importante dar una batalla gigante contra el autoritarismo universitario, herencia directa de la dictadura, y conquistar el cogobierno triestamental, así como también, poder elegir a nuestras autoridades, y terminar con el subcontrato y contrato a honorarios.
Ante el gobierno de Piñera: que el movimiento estudiantil salga a la calle por una educación no sexista Para lograr esto, debemos impedir el desvío hacia la cocina parlamentaria que ha sido el callejón sin salida al que nos han llevado históricamente las direcciones del Frente Amplio (FA) y las Juventudes Comunistas (JJCC).
El movimiento estudiantil debe salir a las calles a enfrentar a este gobierno con toda la fuerza de la juventud, en unidad con las y los trabajadores, y arrebatar de manera definitiva los derechos que por años nos han negado.