Compartimos un texto de Ariel Mancuso, compañero de militancia de Leonardo, ante la trágica noticia de su muerte.
Viernes 13 de marzo de 2015
La noticia de la muerte de Leo me conmovió hasta lo más profundo de mis sentimientos, no solo porque él era un compañero de militancia, sino porque empezó a militar casi al mismo tiempo que yo, de muy joven, allá por la mitad de los terribles años 90. Cuando lo conocí era un joven lleno de energía y entusiasmo, militábamos en la JIRTE (Juventud de Izquierda, Trabajadora y Estudiantil).
Los 90 eran años de perro para el marxismo revolucionario, años donde el "fin de las ideologías" reinaba como el discurso oficial y parecía que la revolución era cosa de un pasado al que nunca más volvería la humanidad, donde construir un partido "inserto en la clase obrera" parecía una utopía irrealizable, casi tan irrealizable como conseguir un buen laburo para un joven trabajador. Leo militaba en la juventud de San Martín, regional pionera del PTS en la zona Norte, nos unía el sentimiento político y el rock que tanto nos gustaba.
Leo entro a laburar a Pepsico y es ahí donde se fogueó contra la patronal y les dio junto a Catalina Balaguer (su compañera por varios años) innumerables batallas, recuperando el cuerpo de delegados, dando pelea junto a los compañeros y las compañeras del CeProDH para lograr la reincorporación de Caty (y lo lograron), sentando precedente jurídico sobre los "delegados de hecho" y muchas batallas más.
Leo era un revolucionario, con contradicciones obviamente, un tipo que no se desmoralizó como tantos otros ante las derrotas o lo "difícil" que es la tarea revolucionaria, fue un pionero del PTS en la zona norte y un buen tipo. Leo se fue, pero sus idales, ¡los defendemos todos los días!
¡Hasta el socialismo siempre!
