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Red Internacional
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Uruguay

Uruguay. Antígona y la impunidad

“Pero la dificultad”, dice Carlos Marx en la Introducción a la Crítica de la economía política, “no está en entender que el arte y el epos griego están ligados a ciertas formas del desarrollo social. La dificultad está representada por el hecho de que ellos siguen suscitando en nosotros un goce estético y constituyen, en cierta manera, una norma y un modelo inalcanzable”.

Jueves 28 de mayo de 2015

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Fotografía: Castagnello

No vamos a responder aquí la dificultad que plantea Marx, pero tragedias como Antígona han traducido desde la época del propio Sófocles las diversas nociones de justicia y de lucha contra la opresión. Antígona se revela contra los “decretos” de Creonte, rey de Tebas, quien no le permite enterrar a su hermano. Hay una justicia que va más allá de los decretos de un dictador de turno, y en nombre de ella es que se revela la hija de Edipo. Por eso esta tragedia ha seguido sirviendo, milenios después de escrita, para interpelar regímenes dictatoriales e impunidades.

La versión de Antígona que se estrenara en febrero del 2012 en el Teatro Solís de Montevideo tenía, según Volker Losch, el director alemán que tuvo a cargo el espectáculo, la intención de hacer un paralelismo entre la orden de Creonte, que prohíbe enterrar al hermano de Antígona, con la ley de caducidad, que prohíbe juzgar a torturadores, secuestradores de niños, asesinos de prisioneros atados y ejecutados por la espalda.

Pero la particularidad de esta Antígona Oriental es que la obra tomaba testimonios de antígonas reales, de presas torturadas y violadas por esos “pobres viejos” al decir del ex presidente Mujica, que en muy pocos casos están en cárceles vip, mientras otros presos se prenden fuego amontonados en cárceles con algo menos de confort. El coro mismo de esta versión de Antígona estaba compuesto por ex presas o hijas de ex presas políticas que reclamaban justicia. Articulado el espectáculo entre testimonios de violaciones y torturas junto al argumento de la tragedia de Sófocles, su potencia realmente resultaba conmovedora.

Pero la impunidad en Uruguay permanece, el pasado 20 de mayo se cumplieron 20 años de una marcha que toma su fecha de la aparición de los cuerpos acribillados de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, dos dirigentes políticos uruguayos perseguidos por la dictadura uruguaya en 1976. Cerca de doscientos son los desaparecidos que se siguen buscando en Uruguay, mientras el Ministro de Defensa del Frente Amplio califica de “enfermitos” a quienes mantienen esa búsqueda, y además osan pedir justicia.

En el marco de los preparativos de la vigésima marcha del silencio se presentó, en el Teatro Florencio Sánchez del Cerro de Montevideo, la obra Testimonios en Escena, fragmentos de aquella versión de Antígona que se presentara en el Solís en el 2012. Si bien, al decir de Gloria Telechea, una de las expresas y coreutas del espectáculo: “la sociedad uruguaya respondió a la obra Antígona Oriental de una manera unánime, con el silencio, ninguneo absoluto”, que fragmentos del espectáculo continúen presentándose en los escenarios no deja de ser una forma más de combatir la impunidad, tan metida en la epidermis de nuestra sociedad.