A raíz del vórtice polar que impacta al vecino estado de Texas, en los Estados Unidos, la Comisión Federal de Electricidad (CFE), anunció desde días atrás que “está lista” para la contingencia meteorológica en Texas (EE.UU.), y con ello, evitar mega-apagones como el pasado año, que dejó a gran parte del norte de México sin luz.
Sábado 5 de febrero de 2022
La (CFE) publicó un comunicado donde afirmó “está lista” para garantizar el suministro eléctrico en el país ante una posible contingencia climática en Texas, lo anterior recordando el mes de febrero del año 2021, cuando precisamente por la misma condición climática, el estado de Chihuahua, y en general, la gran parte de la frontera norte del país sufrieron importantes apagones de luz, así como la interrupción continua del suministro eléctrico.
La caída de nieve del pasado jueves 3 de enero en gran parte del noroeste del estado, trajo consigo el recuerdo del año pasado cuando precisamente en el mes de febrero, publicábamos desde La Izquierda Diario, que los apagones, ponían de manifiesto la necesidad de avanzar en el camino de las energías limpias y dejando atrás los combustibles fósiles, que se mantienen únicamente por la cadenas de valor que generan, por lo que se tiene que buscar la transición pero no de la mano del gran capital, como quedó a raíz de la reforma aplicada por Peña Nieto, sino por las y los trabajadores del sector.
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Una verdadera reforma energética en beneficio de las clases trabajadoras y las mayorías populares en México, solo puede ser posible a través de la nacionalización de la rama energética de la mano de las y los trabajadores, así como con la ayuda de otros sectores que no se hayan vendido ni a las trasnacionales y empresarios nacionales, como tampoco a las burocracias sindicales y sus partidos políticos patronales, incluido el gobierno actual de la 4T con su Reforma Energética, cuyos límites se hacen visibles.
Cabe decir que aunque se cuestionan algunos aspectos significativos de la reforma peñista impuesta en 2013, la reforma impulsada desde la 4T, no va hasta el final en la recuperación de la soberanía energética, debido a que no concluye, ni pretende terminar con la participación del capital privado, manteniéndose una sustancial participación privada del 46 % en el sector.
Para una mayor profundidad en el tema, así como en el reconocimiento de los límites de la Reforma de la 4T, te recomendamos leer: “Los socialistas ante la reforma eléctrica de López Obrador: un debate”.
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La contingencia climática y sus consecuencias como los apagones, aunado a la crisis de salud por la Pandemia Covid-19, reabren la discusión sobre la necesidad de una integración entre los países de América del Norte, pero no enfocada en los intereses de las grandes corporaciones imperialistas, bajo acuerdos como el T-MEC, que ha significado la subordinación de nuestra producción energética y nuestros recursos naturales, así como una mayor precarización laboral de las y los trabajadores a los intereses del gigante del norte.
Como nos invita nuestra compañera Bárbara Funes en su texto “Dependencia energética: vórtice polar en EE. UU. provocó un mega apagón México” .
“Lo que hace falta es una integración de la poderosa clase obrera multiétnica y los sectores populares de la región.
Que busque una salida progresiva ante la crisis climática y ante la pandemia, en la perspectiva de luchar contra la explotación propia de este sistema capitalista a ambos lados de la frontera y contra la opresión imperialista de Estados Unidos sobre México. Una integración de los de abajo, llevada adelante en función de los intereses de los trabajadores del campo y la ciudad, en una Federación de Estados Unidos Socialistas de Norteamérica”.
Debemos apostar por la renacionalización del sector energético y ramas estratégicas de la economía y la industria bajo el control de las y los trabajadores desde sus fábricas y sindicatos, a través de la movilización en las calles y de manera independiente de los partidos políticos del régimen y sus burocracias sindicales. Son las clases trabajadoras, los sectores populares y las comunidades originarias quienes deberán decidir cómo y qué producir, así como de qué forma llevar a cabo la reconversión energética.
La verdadera soberanía energética del país, solo vendrá de la mano de las y los trabajadores controlando la producción de hidrocarburos al servicio de satisfacer las necesidades sociales, al mismo tiempo que dotando de recursos a los campos de investigación científica para avanzar en la reconversión energética desde el estado y bajo gestión obrera en favor de la mayoría de la población y sus necesidades, y no en favor del gran capital e intereses de empresas particulares como la estadunidense FEMSA y las españolas Iberdrola y Repsol.